Más allá de tu oscuridad

Ser precavidos

Son las siete de la mañana, Lucían regresa de obtener un poco de café para los tres, han pasado toda la noche en aquel lugar por lo que decidió ir en busca de algo cálido para beber.

–Gracias–expresa Levana tomando el café que le ofrece Lucían.

–Un placer, señorita–responde con una sonrisa para acto seguido entregarle el suyo a Casey, quien agradece con un movimiento.

El tiempo avanza y la jornada de trabajo de Levana comienza por lo que se incorpora a sus actividades dejando a Lucían y Casey en la sala de espera, a pesar del cansancio que tiene por no haber dormido nada, la joven cumple con todos sus pendientes con un buen ánimo. La joven avanza con calma por el pasillo que la lleva de vuelta a su consultorio después de haber revisado a uno de sus pacientes que se recuperada de una cirugía.

–Levana, ¿Podemos hablar?–la detiene la voz de su amigo que ha llegado hasta donde la joven se encuentra.

–Claro, Darien, ¿Cómo estás? Tienes desde que atendiste a Kira trabajando–comenta ella avanzando al lado de Darien hasta el consultorio de este.

–No te preocupes, dormí al llegar a casa y aquí un poco–responde abriendo la puerta y permitiendo que la joven ingrese, acto seguido ingresa cerrando la puerta detrás de él–. La que me preocupa eres tú, no has dormido ni un solo momento.

–Estoy bien, Darien, no es la primera vez que no duermo, ¿Qué querías decirme? ¿Tienes ya los resultados?

–No, no tiene que ver con eso, me preocupa tu relación con ese sujeto y ni te atrevas a negarlo porque te quedaste toda la noche a su lado, él no me agrada, ya investigue y aunque no encontré nada malo, algo no cuadra.

–No tengo nada con él, Darien, al menos no aún.

–Sera mejor que no lo tengas, realmente no me da buena espina, por favor, Levana, escúchame y mantén tu distancia con ese sujeto.

–Hay momentos en los que te pones insoportable, Darien–indica la joven poniéndose de pie y marchándose sin esperar respuesta alguna.

Darien lleva su mano hacia su rostro con frustración, «Eso me gano por querer protegerla.» piensa con molestia tratando de enfocarse en sus pendientes, Levana en el exterior se encamina hacia su consultorio para poder tranquilizar la molestia que la ha invadido.

–Doctora Blue–la llama Melisa haciendo que la joven se detenga y la mire–. La paciente Kira Miracle ha sido dada de alta.

–Gracias, Melisa, ¿Ha llegado la señora Hart?

–Aun no, debe llegar en aproximadamente diez minutos–informa Melisa revisando la agenda electrónica en su mano.

–De acuerdo, ahora regreso.

–Sí, doctora.

Levana se encamina hacia donde se ubica la habitación de Kira Miracle, «No puedo creer que le diera el alta y no me dijera, peor aún, me entretuviese.» piensa sumamente molesta y sin comprender el actuar de su amigo. Al llegar se percata de que Casey recién sale de la habitación con la pequeña en brazos reuniéndose con Lucían, de inmediato Levana se aproxima hasta posarse frente a ellos.

–Me informaron que han dado de alta a Kira y puede volver a su casa así que he querido venir a despedirme.

–Gracias, pensaba buscarte, quiero que conozcas a Kira y ella a ti, saluda Kira—indica Casey con ternura dirigiéndose a la pequeña.

Kira observa de manera atenta a la mujer, manteniendo sus grandes ojos azules enfocados en la joven frente a ella por algunos segundos, para acto seguido, esconder su rostro, abrazándose a su padre mientras niega con su cabecita, «Es una niña muy tierna.» piensa Levana sin borrar la sonrisa llena de ternura de su rostro.

–No te preocupes, Kira, yo se que a nadie le gustan los médicos–comenta Levana con tono dulce.

–A mi si me gustan–expresa Casey mirando a la joven como una muy evidente indirecta–. No todos por supuesto.

Levana lo observa sin ser capaz de formular respuesta ante ese comentario que sin que pueda evitarlo le ha causado un evidente sonrojo en su rostro, «Tranquila, Levana, no puedes ponerte de esta manera.» se regaña mirando de manera nerviosa hacia el piso.

–Estaré esperando en la entrada con el automóvil–indica Lucían rompiendo el silencio que se ha formado.

–En un segundo me reúno contigo, lleva a Kira al automóvil–responde Casey entregándole a la pequeña–. Ya hablaremos tu y yo en casa, señorita.

La pequeña mira a su padre y mueve su cabeza de manera afirmativa, Lucían avanza hacia la salida con ella en brazos mientras la pequeña observa en dirección a donde se ha quedado su padre, Levana eleva su mirada encontrándose con los intensos ojos verdes de Casey que la mira de manera atenta.

–Vuelvan con cuidado–expresa la joven animándose a hablar controlando su nerviosismo ante esa mirada tan profunda.

–Lo haremos, no te preocupes, muchas gracias nuevamente por todo lo que has hecho, nos vemos pronto, Levana–se despide aproximándose para depositar un beso en la mejilla de la joven que siente a su corazón latir a mayor velocidad.

Casey sonríe al tiempo que acaricia con ternura la mejilla de la joven para acto seguido alejarse en dirección a la salida, mientras que Levana vuelve hacia su consultorio reintegrándose a sus actividades. Casey llega hasta el vehículo que lo espera en la entrada y sube al asiento del copiloto, Lucían avanza de manera inmediata en dirección a casa, los tres necesitan descansar para recuperarse de la larga noche que han pasado.

– ¿Le dijiste?–cuestiona Lucían manteniéndose atento a la carretera.

–No, no era el momento–responde Casey con calma al tiempo que dirige su atención al frente.

Lucían asiente dándole la razón a su amigo, realmente necesitan descansar y recuperarse, su amigo había planeado todo para hablar con la joven durante la cena y él había tenido que llamarle cambiando por completo su plan trazado. Después de algún tiempo llegan a la mansión Miracle, Lucían detiene el vehículo, Casey desciende y se encarga de hacer descender a la pequeña y de la mano la guía hacia el interior, su comportamiento no lo dejará pasar desapercibido.




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