Después del recorrido, llegue al departamento aún pensando en esos tres. Me encerre en mí cuarto a ordenar las pocas cosas que tenia. Pero mí seguía aún pérdida en los tres hermanos, ¿Es así como ellos se meten en tu cabeza?.
El sonido de la puerta me hizo volver a la realidad, Marea entro por la puerta.
–Hola.....como vas?
–Bien gracias..ya casi terminó–meto mi ropa a mis cajones.
–Alistate para esta noche–menciono con una sonrisa–tenemos que ir a los juegos, es una tradición.
–¿Que son los juegos?¿Ponen a las chicas a pelear en barro y apuestan por ellas?–resople–Es lo que falta.
Marea soltó una risa sonora, agradable.
–No, es un simple evento en el que se pasa el rato hablando, bebiendo, conociendo a los nuevos, y es en verdad genial–me miro con ansias–allí podré presentarte a unos amigos que no escogen chicas como ganado y por eso no son tan populares, ¿Si vienes?.
Me lo pensé un momento. A ser sincera, había ido a muchas fiestas en mí antigua ciudad, pero todas eran normales, comunes, bebidas baratas, gente que venía de cualquier sitio, posibles problemas y a veces peleas fijas.
No sabía cómo eran los eventos de los chicos de Golden, y debía admitir que me daba mucha curiosidad, ver cómo funcionaba el mundo al que acababa de entrar.
–Si iré, pero volveré temprano–acepte–luego no me quiero levantar.
Marea se mostró totalmente entusiasmada.
–Perfecto, será increíble–me mostró una gran sonrisa–Vistete bien.
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El asunto de los juegos se daba en los terrenos que no pertenecían a Golden, porque ahí era donde se podía hacer desmadre sin tener problemas.
El lugar eran una especie de terreno abandonado. Había un viejo y deteriorado edificio que habían decorado con un montón de luces de los que se usaban en navidad.
También colgaban algunos faros de emergencia y también había un montón de autos, camionetas y motocicletas que aparcaban alrededor en un genial desorden.
Había muchísima gente
Se oía música amplificada. Todos iban de un lado a otro sosteniendo vasos, botellas y cigarrillos. Hablaban, reían, gritaban, se manoseaban, o solo estaban por estar. Las chicas se veían magníficas con shorts altos, crío tops y zapatos que a simple vista se notaban caros.
Marea y yo habíamos optado por unos jeans de tubo y unas franelas con estampados de letras.
Mí camisa decía: LO QUE SALE DE TU BOCA ES LO QUE ERES
Avanzamos directo a dónde estaba aparcada una camioneta blanca. La cajuela estaba abierta y en ella permanecían sentados un chico y una chica. Ambos charlaban y tomaban algo.
Marea me las presento.
–Esta es la gente con la que me junto, y te juro que no subastan personas–señalo entre risas.
No se me hizo raro. La envolvía un aire rudo y bastante genial. Llevaba el cabello color miel en unas ondas agitadas.
Su piel era como la de Beyoncé, una perlita brillaba sobre la aleta de su nariz. Sus razgos eran finos y su figura era curvilínea, bien proporcionada.
–Me llamo Kiana–dijo en tono amable.
El muchacho ofreció su mano también.
Ya era obvio que los chicos de Golden eran atractivos. Cumplían con ese cliché de <<RICOS + JOVENES = GUAPOS>> que llegaba a aburrir.
Pero este tenía un aire muy natural, como el que te encontrabas en una universidad sin prestigio social.
Era simpático y no había altivez en su mirada. Su piel era de un asombroso tono olivo, tenia el cabello castaño claro, lacio; los rasgos finos, el rostro bien afeitado y usaba una camisa de algodón con una chaleco encima.
–Dashton–se presento–pero me dicen Dash. Suena menos gay.
Juana sostuvo un vaso rojo y lo llenó con lo que había en el barril. Luego me lo ofreció, pero negué con la cabeza.
–Es solo cerveza, y no está alterada si eso es lo que te preocupa–comento Dash y le dio un trago largo a su vaso. La manzana de su cuellos ondeo hasta que trago todo–ves? Tan sana como todos los que estamos aqui–añadio con una amplia sonrisa.
–No es que cuando bebo suelo......descontrolar me–confese
–¡Dios no andes revelando esa información por ahí!–Exclamo Marea, mirando hacia ambos lados con preocupación–intentaran embriagarte. Aquí a todos les encanta un espectáculo.
–¿Cómo ese?–Señalo Dash y todos observamos en esa dirección.
Dos camionetas se aparcaron ruidosamente a pocos metros de nosotros. No fuimos los únicos en girar la cabeza para pillar el chisme.
Las puertas negras se abrieron y bajaron, por supuesto los Cash.
Alex primero, Max después y por último el que debía ser Austin.
Busque un punto resaltante en Austin, pero la única diferencia notoria era su ropa. Llevaba una franela de colores.
De modo que en ese momento los tres podían distinguirse de está manera:
Alex: TATUAJES
Max: ROPA OSCURA
Austin: COLORES
Los tres avanzaron y se mezclaron con la gente, palmeando manos y diciendo cosas.
Juana chasqueo la lengua y volvimos a centrarnos en nuestra conversación.
–Igual debes beber está cerveza por cortesía, al menos–insistio–anda toma.
Ok ese fue el primer error