Valentín.
Me cae mal, me irrita, me provoca, es tan jodida que no la aguanto.
Y para rematar, estudiaré con ella en la misma preparatoria, y de ahí, la universidad. Ésta niña malcriada estará pegada a mi como pegatina, ni si quiera mi hermano es tan molestoso como ella.
Me recuesto boca arriba en mi cama, al menos mi habitación sigue siendo la misma. Yo no debería estar aquí, debería estar en Londres haciendo lo que quiera y.. estudiando. Sin reglas de mi padre y sin una hermana adoptiva.
A mala hora tuve que acostarme con esa chiquilla del internado, no fue el acostón.. fue el que me hubiera descubierto uno de los profesores y peor aún, en su dormitorio.
—la preparatoria Pacific—mi padre entra hablando—mañana lleva a Alessa, aún no le compramos un auto—se acomoda su reloj de la muñeca
Esto es el colmo, blanqueo los ojos resoplando.
—como que no me están gustando tantas órdenes, papá—lo digo con ironía y muy valiente
Pero, me arrepiento al ver esa mirada que me manda.
—como que a mí no me gusta tener un hijo expulsado por no aguantarse las ganas con una chica—ya se enojó
—esa es tu culpa, papá—me siento en la cama y levanto las cejas. Me mira incrédulo—dicen que los hijos nos parecemos a nuestros padres
Me encojo de hombros, aguantando las ganas de reírme.
—no te hagas el gracioso Valentín—dice antes de dirigirse a la puerta—ah—se voltea sonriendo—más te vale que trates bien a Alessa, es una buena chica—termina de decir y sale
—claro papá, la trataré como se merece
Despierto al día siguiente con un dolor horrible en el cuello, el cambio de horario y además el mal humor que tengo me hace doler la cabeza también.
—¿y mis padres?—entro a la cocina para ver a las dos empleadas que siempre han servido aquí en la casa
—buenos días joven—creo que se llama Lucrecia, o algo de Lu, trabajan desde hace años aquí—los señores ya se fueron a trabajar
Resoplo antes de sentarme en una de las sillas de la cocina.
—huevos revueltos con dos tostadas y una tostada con mermelada de fresa y se me antoja un vaso de leche helada con dos cubos de hielo
Las veo asentir y moverse en la cocina.
—eres tan egocéntrico que no puedes mover ni un dedo para hacerte tu propio desayuno
Esa voz, esa jodida voz.
La niña malcriada se pone en frente mío, de pie, con una piyama improvisada de una playera blanca y un pantalón suelto blanco, me agrada verla somnolienta, mal vestida sí, su cabello en un moño alto y con esos lentes de montura negra la hacen ver ridícula y graciosa.
—no molestes tan temprano—sacudo mi mano, miro hacia detrás de ella y las muchachas de servicio miran curiosas—empiecen con mi desayuno—ordeno
—¿Qué quiere el 14 de febrero?—presiono mis labios en una línea y la miro mal por burlarse de mi nombre—¿jugo o leche fresca?—odio ese sarcasmo con el que me habla
—a ti te haría falta una buena cantidad de leche
Levanto una ceja y ladeo una sonrisa, ella no entiende el doble sentido de lo que digo, porque frunce el ceño, pero luego veo como sus mejillas se tornan rojas y sus manos tiemblan al acomodarse su moño
—no tomo porquerías—se sulfura cruzando los brazos
—eso depende de que vaca venga la leche—las comisuras de sus labios se elevan en una sonrisa nerviosa, niega y va al refrigerador
Eso es. La pongo nerviosa, aunque lo intente ocultar.
Saco mi celular del bolsillo de mis pantalones y reviso mis redes sociales. Instagram es la aplicación donde más navego. Entro al perfil que crearon unos alumnos del internado Clarson College, en donde yo estudiaba y al ver la última publicación..
Mierda.
Esta chiquilla había grabado esa noche que tuvimos sexo y nos encontraron. ¡Pero qué rayos! ¿Cómo se le ocurre? Deslizo el dedo y puedo ver los miles de me gusta y comentarios morbosos. No se ve bien mi rostro pero.. si mi padre lo ve, me va a reconocer y me va a matar y luego rematar por tener un hijo haciendo porno en instagram.
Sobo mi entrecejo. No debería afectarme, ya no estudio ahí.
—¡Oye!—grito al sentir como algo líquido y helado, se desliza desde mi cabeza y me moja todo el rostro hasta caer en mis pantalones
Parpadeo varias veces para darme cuenta que en frente está Alessa con una mano en la cintura y en la otra un vaso vacío. Me miro y veo que es la leche que yo quería tomar la que me ha desparramado encima.
—esta me la vas a pagar—sacudo mi celular y lo dejo en la mesa—¡pero, quien te crees!—llevo mis manos al rostro para sacarme las gotas de leche que tengo
—aprende a tratar bien a las personas y ahí quizá, de buena, te prepare tu desayuno—me señala con su dedo índice y sale disparada a las escaleras
Tremendo espectáculo. Miro a las empleadas y salgo de ahí con mi celular, prende pero no hay audio. Genial. Subo a mi habitación a darme una ducha antes de ir a la preparatoria.
Una camisa azul de mangas cortas con un pantalón de color hueso y unas zapatillas blancas es lo que luzco hoy, unos lentes negros que cuelgan de mi camisa, mi reloj de plata y una mochila gris cuelga de mi hombro.
Alessa llega corriendo a donde estoy, agitada por correr, pero.. da pena.
—¿vas a ir así?—le pregunto señalando su ropa
—tu mamá dijo que iríamos de compras pero.. —hace una mueca—no creí que ya empezaríamos a estudiar, solo tengo la ropa del orfanato.
Sí, tiene razón. No tiene ropa vieja pero se nota que es usada, se burlarán de ella, aunque, se lo merece por lo de esta mañana.
—al menos suéltate el cabello—le digo antes de salir por la puerta principal
—¡espera!—oigo sus pasos detrás y la puerta cerrarse—¿me llevarás cierto?
Prendo mi auto y la miro. Si no lo hago, se quejará con mi padre y no me conviene.
—sube—digo resignado, me voy hacia el otro lado del auto, entro y enciendo el auto
Alessa entra y además de su ropa veo la mochila que reposa en sus piernas, es de jean pero me llama la atención las siglas en blanco que tiene bordado “A.J.C” Su nombre no es. ¿Quién es J.C?