>> Narra Sally
Hay una luz, una luz azul sorprendente, clara y oscura, cálida y fría al mismo tiempo. No se en que momento el color azul oscuro se convierte en claro o en grisáceo. Tampoco se como sentir este calor, es muy caliente y frio a la misma vez. Esta sensación de no saber que esta pasando a mi alrededor me tiene muy confundida. Todo a mi alrededor adquiría un tono azul grisáceo debido a la intensidad de esta luz. Brilla con más intensidad que el sol, y mi cuerpo me arde y cruje del dolor. Cae nieve en todas direcciones posibles, aunque aún estamos finalizando el verano. Las plantas que me rodean se cubren de nieve grisácea y al mismo tiempo se queman rápidamente dejando salir humo. La princesa se aleja asombrada al igual que yo por esto que está pasando.
Sufro algunos movimientos involuntarios que me dejan aún más aturdida. Acostumbro a pasar estos males dentro de la bañera con los baños medicinales y al enfrentar estos males afuera sin medicinas y sin compañía, son aún peor de lo que pude imaginar antes. Mi cuerpo sanó por completo en poco tiempo, me sentí revitalizada y dejé de irradiar luz. Miré mis manos llenas de esta sustancia y puedo comprender que no era nieve, sino que son cenizas azules. Volví la mirada hacia la princesa, que seguía allí, parada frente a mí y la ira resurgió de nuevo. Me levanté arrastrando aún uno de mis pies y corrí hacia ella. Ella huía, pero yo solo quería atraparla, devorarla con mi furia. Quiero tan solo tocarla y acabar con ella. Quiero saber de qué es capaz este misterioso poder que se manifiesta desde mis entrañas. Mientras corría, el fuego comenzó a emerger nuevamente de mi cuerpo. Mi cabello se soltó y también ardió en llamas azules. La rabia que siento se refleja en el fuego que sale de mí, caliente e incandescente. El bosque se incendió de nuevo y me vi rodeada por las llamas. Quiero poner fin a su amenaza para proteger a mi familia. Corrí con furia, corrí por mi tía herida, corrí por mi abuela asustada, corrí por mí. Cuando logré alcanzarla, le di con toda mi fuerza y no la dejé escapar. Le di y le di y le di, una y otra vez. Le di con mis puños, le di con mi cabeza, le di con mis piernas, le di con todo lo que le podría dar. Quería darle y seguir dándole hasta cansarme, pero la vi llorar, la escuché pedir que me detenga, ya no aguanta mis golpes. Su rostro tiene tanta sangre que ya no se le ven sus diminutos ojos. Me levanté lentamente del suelo mirando su rostro y me encaminé hacia la casa. Por un momento quería detener esto que está pasando y sentí culpa al verla en su estado actual, pero recuerdo de nuevo a mi tía y ya no quiero sentir culpa por lo que acabo de hacer.
Cayendo de nuevo en mi ser, regresando a mis pensamientos, los que perdí hace unos momentos, los que dejé que se consumieran por la ira, lo que prometí que no pasaría de nuevo. Temí por lo que podría causar si no me controlo. Había dejado que la rabia me controlara, algo que no me había permitido en mucho tiempo.
Mi abuela me observaba en silencio desde el balcón, con una expresión de profundo temor en su rostro. Mi tía yacía en el suelo frente a la puerta de la casa. Rápidamente entré en la casa y, tomando a mi abuela por el hombro, la ayudé a mover a Seli cerca de la chimenea. Se veía tan herida y comencé a limpiar sus heridas con pañuelos empapados en agua y medicina, mientras mi abuela preparaba nuevamente una sopa de pollo. Cocinar era la única forma en que lograba mantener a la abuela calmada en momentos de angustia, la mejor forma de distraerla de su preocupación y tristeza.
En medio de esta situación tan desastrosa, recordé que aún tengo una oportunidad de arreglar todo este desastre, tengo deseos pendientes con el genio. Salí al balcón y miré hacia la luna y las estrellas, buscando al genio que tanto había deseado ver en estos días. Sentía una urgencia desesperada por pedir un deseo que anhelaba con todo mi ser. Cerré los ojos y elevé una plegaria al genio en mi mente.
– Mi genio, he estado buscándote durante días, contemplando el firmamento en busca de tu presencia. Pero ahora te necesito más que nunca, con una desesperación que consume mi corazón. Por favor, te imploro que vengas hacia mí esta noche, necesito de tu incomparable ayuda.
Estuve largo rato esperando pero a pesar de la espera, nada a mi alrededor cambió. Ningún signo del genio se manifestó. Con la mirada fija en el techo, me di cuenta de que seguía sin obtener respuesta alguna. Regresé dentro de la casa y me hundí en el sofá, sintiendo la tristeza y la impotencia ante la situación de mi tía y tristeza de mi abuela. Me di cuenta de que esperar un deseo es inútil e irreal en comparación con la acción inmediata que necesito tomar. En momentos como este, no puedo aferrarme a cuentos de hadas y magia. De golpe, entendí la realidad: yo soy la única responsable de actuar correctamente y hacer todo lo posible para ayudar a mi tía. Yo traje a una extraña a nuestra casa. Yo puse en peligro a esta familia. Ahora no encuentro la forma de arreglar esta difícil situación.
Fui a la cocina para ayudar a mi abuela con la sopa, cuando noté algo fuera de la ventana. Una claridad inusual se filtraba a través de las ventanas, y supe en mi corazón que era el genio que finalmente había respondido a mi llamado. Mi emoción se apoderó de mí y salí corriendo de la casa esperanzada por la ayuda que podría recibir.
Sin embargo, mi encuentro con la princesa fue totalmente inesperado. La princesa está parada frente a mi casa, envuelta en llamas anaranjadas, con una expresión amenazante. Su cuchilla apunta hacia la casa, y una bola de fuego y humo se asoma en la punta. Me paré firme frente a la casa, decidida a proteger a mi familia, dispuesta a enfrentar cualquier peligro por ellas.