Mi insólito matrimonio

La esposa. Josefina revela su nombre. Ella sueña hechos que son reales. Y los míos también lo son, como los de Gregory.

 

Los sueños de ellos son como los míos. Alguien está jugando con nosotros. -

 

 

Hasta ahora he estado vivenciándo hechos que son extraños. Sueños en los que vivo una vida feliz con Gaia. Desde que ella apareció en mi vida. El tiempo parece siempre repetirse. Tengo esos tics de situaciones vividas; momentos que se desarrollan que son casi idénticos, y que antes los he soñado con otras situaciones acaecidas. Como si lo que he soñado lo he vivido, pero alguien borró ese recuerdo. Resetear mi memoria y volver al mismo tiempo. Entonces lo que para mí es un mes, he descubierto poco a poco que son meses de hechos que han desaparecido de mi mente. Ahora paso a manifestar lo que ha vivido mi compañera. Ella que siempre mal interpreta, me ha confesado en una charla de café, ahora que puedo recordarlo, un suceso y un hombre extraño. Un evento fuerte y casi doloroso, y una relación bizarra.

 

 

Josefina, si bien es mi compañera de universidad, tiene una historia particular. Ella tal vez no lo quiera exponer. Su apellido es Despina y su nombre no es Josefina. Ella me lo mencionó una vez cuando fuimos a tomar notas de un seminario en un café. Ella estaba intranquila, y como soy despistado con todos los eventos de Gaia, no tome reparo, incluso me declaró en algún momento patrimonio de la frivolidad y el desinterés. -

  • ¡Ey!..Júpiter.. ¿Tú sueñas de vez en cuando?

 

  • ¿A qué va eso? – Le pregunté como si yo si lo hiciera. La realidad es que he estado soñando todas las noches con momentos con Gaia, que apenas no existen. –
  • ¡¡Soñar!! Cierras los ojos cuando te acuestas, y tu mente crea una historia con imágenes y situaciones de tu vida que se mesclan, dándote a entender algo importante.
  • Sí, claro que sueño.
  • En uno de mis tantos sueños, he conocido a alguien interesante - Dijo ella - Y me llamó por mi nombre verdadero sin que yo lo supiese. Soñé ello.

Ella pensó por sí misma. Nàyade, hace cuanto que no uso ese nombre. Prefería mi segundo nombre. Será, para no recordar el pasado.

Estaba caminando por el parque de la zona comercial cerca del museo en el cual trabajo. Ella iba vestida con su peinado estilo de los años sesenta, un vestido estilo blusa con un jeans cortos, y un sacó de lana primaveral. Zapatos de taco pequeño. Claro que su manera de caminar es un tanto torpe. No tardo segundos en caer al suelo y se incorporó de repente. Como también es distraída, su móvil celular se cayó sin que se diera cuenta de ello. Al incorporarse de ello siguió caminando sin darse por enterada que su móvil no estaba allí.

Josefina pasó la tarde, primero a retirar unos pedidos. Eran unos libros de historia que le interesaban como estudiante avanzada que es. Luego resolvió tomar un café en un local muy decorado. Allí entre sus cosas, comenzó a revisar uno de los libros de historia antigua. La cosmogonía de las primeras civilizaciones. Era una épica manera de estudiar como si se engullera en mitologías que son verídicas. El estudio de los cielos, y las epopeyas. En cuanto tomaba un a sorbo del último trago de café. Se habían pasado las horas indicadas, y ya era muy tarde. Ella se había metido de lleno con estos documentos, a raíz de unas anotaciones de su abuelo quien poseía estudios históricos de sus viajes a Europa del Este. -

 

“..Había leído que en un tiempo muy remoto las estrellas nos guiaban a lugares insólitos. Eran como viajeros que venían del espacio. Las tribus lo contemplaban como hombres y mujeres con marcas en sus rostros. Con ojos de felinos algunos, ojos colorados otros, ojos de peces otros. Y así sucesivamente. Que los monos eran una proyección de experimentos, junto a otros animales. Que la flora y fauna siempre fueron hostiles, y ellos acallaron esa voracidad para dar lugar a expansiones…..epopeya de los antiguos..”

Del libro perdido del mundo….

 

Al terminar de revisar, se había dado cuenta que nada de lo que buscase daría razón a las notas de su abuelo. Ella investigaba tanto como podía.

Se había hecho tarde, y sin percatarse de ello, se dio cuenta que su móvil no 3estaba en el bolso.

  • ¡Ohh! ¡No!, ¿Mi Celular? Cierto – Pensó – Debo haberlo perdido cuando me tropecé en aquella vereda a las afuera donde el callejón se encontraba. No perderé nada si voy allí a revisar.

Josefina, fue entonces allí en medio de la noche. Claro que estaba haciendo frio, y pocas eran las personas que habitaban la zona. Unos hombres se encontraban platicando. Uno fumaba un cigarro a medio tirar, y la avistaron.

  • ¡Ey niña! ¿Qué tal si vienes con nosotros?
  • ¡Vamos hay diversión!

 

Ella siguió sin darse la vuelta, y comenzó a caminar rápido.

 

A medida que me seguían, el miedo se hacía más intenso. Fui acelerando el paso y dí la vuelta para perderlos justo en el interior de un callejón. Allí me detuve.

  • ¿Creo que los debo haber perdido?
  • ¡¡¡Sorpresa!!!
  • ¡Ahh! – Grita ella al ser golpeada, arrojándola al suelo.

 

  • Pensante que te ibas a ir fácil. – Uno de ellos se agachó y se sentó encima de Josefina, otro sostenía sus manos, intentando maniatarla.
  • ¡¡Déjenme en paz!! ¡¡Auxilioo!!
  • Deja de gritar – Dice el que estaba a punto de intentar desabotonar su blusa. – Vigila si viene alguien –




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