El dolor puede consumir por completo la cordura de las personas. El sufrimiento se siente en cada rincón de nuestro ser, incesante, perturbando el corazón y la mente de cada individuo herido.
El dolor puede presentarse de muchas maneras, físico o mental; en ocasiones, en ambas formas. ¿Cómo se puede escapar de aquella tortura si el futuro es tan incierto, incapaces de aferrarnos a una sola cosa que alivie la agonía?
El proceso puede ser largo o corto.
El alma puede volverse oscura, triste, con deseos de extinguirse.
Es difícil mantenerse en pie cuando nuestras extremidades e interior sangran invisiblemente, pero sin omitir el sufrimiento que eso causa.
Solo al final del camino, si somos capaces de soportar tal dolor, podremos ver el arcoíris luego de la tormenta.