Capítulo 20. Sobre la cola del bogl
Pues, ¿qué les digo?, casi no había diferencias. Todo igual que en un muchacho común, solo que tenía cuernos, colmillos y cola. Pero yo no había visto cuernos en Sailen. Su cabeza, normal, sin cuernos. Los colmillos, sí, asomaban cuando me gritaba en el parque que me rompería el brazo. Y después, cuando me «salvó» de desmayo, no los tenía. ¡Qué extraño!
Ah, y las orejas. En el dibujo eran largas y puntiagudas. En cambio, yo no había reparado en las orejas de nuestro bogl. Tendría que fijarme bien la próxima vez.
Y, claro, me detuve a observar con atención la cola. Larga, delgada, nacía del coxis —lo cual era lógico— y podía medir hasta dos metros. ¡Vaya! ¡Qué látigo llevaba detrás! Me preguntaba dónde la escondería. ¿En el pantalón? Sería muy incómodo, seguro. Sentí que me sonrojaba y que me subía un calor insoportable. ¡Un calor terrible, un ardor repentino! Mmm. Me habría gustado tocarla. ¿Y qué? A ustedes también les daría curiosidad, si tuvieran a un bogl cerca y supieran que tiene una cola escondida en alguna parte. Si no tocarla, por lo menos verla.
Debajo de la ilustración había unas notas. Las leí, y todo se aclaró: «La cola, los cuernos y los colmillos de los bogl aparecen en momentos de gran tensión nerviosa, emocional o mágica, lo cual está ligado a la reconfiguración de los flujos de energía mágica en el cuerpo». O sea que, si está en estado normal, ¡no tiene ni cuernos ni cola! Ya entendía por qué él no tenía cuernos. Y tampoco cola. De las orejas no decía nada. Así que tendría que fijarme yo misma. El bogl de la ilustración era feísimo, nada parecido a Sailen. Hojée unas páginas más. Nada especialmente interesante. Bueno, estaba escrito que cuanto más largo el cabello de los bogl, mejor dominan la magia, aunque eso no influye mucho en su fuerza mágica general. Claro, por eso Sailen anda siempre tan despeinado. Cerré el libro y me puse a pensar. Sobre matrimonio, otra vez nada. Y me da la impresión de que en ningún lado voy a encontrar información. Un secreto guardado bajo siete llaves.
Suspiré, devolví el libro a su sitio y me encaminé a la salida de la biblioteca. Anika seguía leyendo un libro. Me saludó con la cabeza y yo salí al pasillo.
Y solo después de dar unos pasos pude soltar el aire y recostarme contra la pared. Porque en la biblioteca, junto a Anika, me había quedado sin aliento del impacto. Ella estaba leyendo un libro titulado La magia negra y su influencia en humanos y bogl.
Algo no me huele bien. Anika no es tan simple como quiere aparentar. Y se comporta con una calma extraña en una situación tan poco común. Bueno, yo tampoco es que esté llorando o en histeria, pero en su actitud siento algo falso; la chica me parece excesivamente fría. «Si algo te parece, así es. Confía en tus sensaciones», así nos enseñaba mamucha a mis hermanas y a mí. Tendré que observar más de cerca a Anika. La magia negra es algo serio, sobre todo porque en Cauda está prohibida bajo pena de muerte.
Editado: 11.10.2025