Alex
Julio 1, 2016. 2:50pm
—Papá, en serio, deja de joderme —me quejé, tratando de zafarme de su agarre brutal en mi hombro.
Estar furioso era poco. A mí papá se le había ocurrido la gran idea de echarme un jarrón de agua fría mientras dormía para sólo decir saca tu culo de mi sofá y ve a mi oficina mientras que él echaba humo. El agua fría más las pocas horas que había dormido gracias a mi próximo álbum no eran una buena combinación, y ahora se le añadía estar mojado por un molesto papá... Aquello realmente no ayudaba a mí día.
Mi papá, el gran puto dios del género R&B con cuarenta y siete años de edad que no parecía aparentar y más discos de platino de los quisiera contar, suspiró, soltando mi brazo por fin y dándole vuelta a su escritorio para posar su culo en la silla de cuero.
—Alexander, lo que pasó ayer es una maldita locura —reclamó, dejando caer sus furiosos ojos azules oscuros en mí—. ¿Por qué no puedes ser una persona responsable de tus actos?
Rodé mis ojos, apoyándome del marco de la puerta de su oficina.
—Alex, lo que hiciste realmente fue una locura —corroboró mi hermano menor, Alec.
—Hermanito, no estoy pidiéndote tu opinión —solté, sarcástico.
—¡¡Te follaste a Star en un aparcamiento público y ni siquiera tienes los cojones para hacerte responsable, Alexander!! —Rugió mi papá plantando su puño en el escritorio—. Imagina como esta mierda está afectando tanto su carrera como la tuya, Alexander.
Miré hacia el techo rogando por paciencia y sin embargo, sonreí un poco. Star era mi amiga con beneficios con una carrera en modelaje. Ahora, el hecho de que ella se pusiera caliente y me insinuara que no podía follarla en un aparcamiento no me hacía sentir mal y estaba tan seguro como el infierno que a ella tampoco, pero a mí papá le gustaba reclamarme por cualquier pequeñez que se le ocurriera o que pasara en mi vida.
Que nos hubiesen pillado era gracias a los malditos paparazzi que rondaban por el aparcamiento. Ellos decidieron tomar fotos donde muestra a una muy sensual Star pegada en el capó de mi coche teniendo sexo conmigo, por ende, si su nombre estaba en los títulos de las páginas amarillistas no era exactamente por mi culpa. Ella me retó y yo solo tomé el reto. Fin.
—Papá, si su nombre está decayendo, entonces simplemente no debió retarme a que la follara ahí sabiendo que podrían haber muchos comemierda —así llamaba yo a los paparazzi— rondando.
Mi papá resopló mientras que Alec trataba de tapar su risa con una falsa tos. Falló increíblemente. No entendía porque papá hacia tanto escándalo por eso. Siempre ha sabido de mis andanzas y si yo la cagaba él limpiaba mi desastre, ¿cuál era la diferencia ahora?
—Castigado —sentenció papá—. No fiestas, no coches, no mujeres y sobretodo no estarás en tu maldita casa libre de cualquier responsabilidad, maldita sea. Te quedarás aquí hasta que aprendas a ser un adulto responsable que, de ahora en adelante, se enfocará en su maldito trabajo que consiste en ir todos los días al estudio, escribir, tocar y grabar sus canciones, Alexander.
Ese era mi turno para resoplar. Tenía veinticinco años. Hacía seis años que no escuchaba la palabra castigado. ¿Qué mierda?
—Tengo veinticinco años, papá. No soy un niño que jodidamente necesita ser castigado, ¿qué demonios? —reproché.
Papá sonrió de la manera en la que me dejaba ver que había caído en una de sus muchas trampas. Mierda.
—Gracias a Dios —suspiró—. Te harás responsable por el fiasco que cometiste. Harás una rueda de prensa e informaras que eran solo dos adultos calientes en busca de acción y no sé qué mierda quieras agregarle a eso —dijo—. Se acabó el tener que ser yo limpiando tus desastres, Alex.
—Eres inteligente —le alabó mi hermano menor a su papá.
Él sonrió.
—Así forjé mi imperio, hijo.
—Eres malditamente inteligente —suspiré yo.
Su sonrisa se hizo más pronunciada.
—Ve a arreglar tu desastre y luego ve al estudio. Trey te necesita ahí —despidió.
Puse los ojos en blanco pero accedí. Mi papá podía ser un jodido genio cuando se lo proponía. Aquella era una de esas veces. Salí de su oficina menos molesto a como llegué y me encaminé a las afueras de la casa para tomar mi coche e ir al estudio. Saqué las llaves de mi pantalón y quité la alarma de mi camioneta.
—Buenas tardes, señor Morgan —saludó una voz familiar a mi espalda. Gemí internamente. De todas las voces que no quería escuchar, esa era una de ellas.
Suspirando, me volteé para fruncirle el ceño a Danielle.
—¿Qué haces aquí? —Inquirí distante.
Danielle. Ella era una cantante exitosa que con tan solo algunos singles se alzó a la fama. Mi padre estuvo interesado en ella en cuanto su sencillo salió en la plataforma de SoundCloud y le ofreció un contrato en su disquera. La primera vez que la vi fue en el estudio grabando mientras grababa uno de sus éxitos recientes. Quedé tonto por su sexy cuerpo, así que tonteamos, salimos, nos hicimos oficiales y tuvimos sexo caliente.
No duramos mucho, claro está, gracias a como en cualquier relación siempre tiene que haber una novia loca. Ella se volvió una psicópata. Me arrepentí de la relación en cuanto ella empezó a revisar mi celular y tratando a mis amigas como perras.
A mí papá casi le daba algo cuando se enteró de la noticia de nuestra ruptura. Decía que yo no estaba pensando bien las cosas y que por favor arreglara mi mierda. Ni siquiera lo intenté. Le mostré a mi papá como era ella en realidad y él, con un dolor en el alma, dejó estar mi relación con Danielle. Pequeños milagros.
Pero, ahora, en vez de quedarle claro mi muy directo rompimiento, ella sigue como una persona bastante enferma rondándome como si fuese el único hombre en su vida.
—Sólo estaba de paso, cariño —ronroneó ella.
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Editado: 20.01.2024