Khalanie
8:42pm
—¿Gales? —Pregunté para estar segura por enésima vez.
El chico asintió con una sonrisa de oreja a oreja.
—Gales —confirmó él.
Luego de mi pequeña reunión productiva con Christian, Simon me encontró para recordarme que tenía que conocer al personal de seguridad. Agradecí múltiples veces de que Lissa se encontrara lo bastante ocupada para buscarme, así que me fui con él a la parte de atrás del backstage la cual estaba abarrotada de personal. Mi personal.
Conocí a cada alma de ellos. Eran veintitrés personas instaladas ahí. Y a las veintitrés conocí. Eran muy simpáticos, en realidad. Una vez alejados Simon... Claro.
Los cinco chicos que estaban detrás de él también eran simpáticos. Gales, Andrew, Charlie, James y Will eran chicos con los que sin duda pasaría el rato rodeada. A pesar de que eran muchísimos más altos que yo, me sentía en casa. No sé por qué, pero me recordaban a mi padre.
—¿Entonces a ustedes siempre les veré la cara? —Cuestioné.
—Prácticamente, a todos nos veras la cara todos los días, señorita Hoyers —respondió Will—, pero sí, nosotros estaremos ahí más que la mayoría.
Había una chica rubia más bajita que Bree en el grupo de la esquina que me miraba inquietamente. Le di una sonrisa a Will y me acerqué a la chica.
—No muerdo —le dije, cuando estuve a la altura.
La chica rió.
—Lo sé, solo que mi tío no me deja acercarme a ti —replicó—. Quería estar en su equipo principal, pero él toma como desventaja mi estatura.
Arqueé mis cejas.
—¿Simon es tu tío?
Ella asintió lentamente.
—No le gusta que lo mencione, tampoco. Él quiere que la gente me reconozca por mi esfuerzo, no por mi parentesco.
—Entiendo eso —comenté—. Ahora, ¿tu nombre?
La chica abrió los ojos como platos.
—Uh, lo siento, señorita Hoyers —se disculpó—. Chloe Fray a su disposición.
Simon había repetido la última frase de la chica cuando nos conocimos. Le sonreí.
—Un placer, Chloe —me acerqué más a ella—. ¿Un secreto? —Cuchicheé—. Detesto que me llamen señorita Hoyers.
A Chloe se le escapó una risotada.
—Lo siento —murmuró entre risas—, ¿le molestaría que la llamara Khalanie en su lugar?
—Sería un alivio —suspiré.
—¡Señorita Hoyers! —Saltó la voz de Simon detrás de mí.
—Oh, oh —murmuró Chloe—. Lo siento de antemano por meterla en un lío.
Cuando Simon llegó a mi alcance, frunció el ceño.
—Fray, le dije a usted que...
—La quiero en mi equipo principal, Simon —lo interrumpí. Él me miró, asombrado. No era mi culpa, la chica me había agradado instantáneamente.
—Pero, señorita Hoyers...
—Ella es tan buena como los demás, Simon —expresé lentamente—. Su estatura no debería ser ningún impedimento para mantenerme a salvo.
—Khalanie —jadeó Chloe.
Simon casi que esboza una sonrisa.
—Cómo desee, señorita Hoyers —accedió él. Miró a Chloe—. Empiezas hoy mismo, Frey. Ve con Will y los demás.
Chloe soltó un chillido de alegría y sin decir nada más que gracias salió disparada a su nuevo equipo.
—Recuerdo cuando mi papá solía tratarme del mismo modo, Simon —le dije. Él me devolvió la mirada.
—¿Se arrepintió de como la trataba en algún momento? —Preguntó, sonando apesadumbrado.
—¿Ves en dónde estoy ahora? —Él asintió—. Todo fue gracias a eso. Él es mi roca, Simon. Y ahora, más que nunca, valoro su crianza y enseñanzas.
Simon sonrió. De verdad sonrió.
¡POR FIN LOGRÉ SACARLE UNA SONRISA!, pensé gozosa.
—Bueno —Simon carraspeó—. La señorita Lissa me ha mandado a buscarla.
—Entonces vamos —le sonreí—. No tengo edad para regaños.
Él asintió y empezó a escoltarme hacia lo que creía que era mi camerino. No me acordaba de los pasillos.
—¡Khalanie! —Exclamó Lissa cuando nos vio—. Gracias a Dios, entra —señaló mi camerino—. Paulo tiene que retocarte para la entrevista a la que vas diez minutos tarde.
Sin decir otra palabra, ella me introdujo al camerino y cerró la puerta cuando ella también entro.
—¡Lanie! —Saludó Bree, viéndome desde el espejo. Zara y Tori la tenían en proceso de maquillaje—. ¿Cómo te fue con Christian?
Oh, mi pequeña almeja.
—Todo excelente, Bree —Paulo me quitó mi pequeño bolso y arrastró hasta la segunda silla vacía—. ¿Me extrañaste? —Le pregunté a él.
—Todo el tiempo —respondió él, poniendo manos a la obra—. Cambiaré un poco tu maquillaje, nena. Quiero resaltar esos increíbles ojos tuyos y tus los labios carnosos. Dios te ha favorecido y no hay que ser groseros por no aprovechar eso.
Halagada por sus palabras, le dije que sí.
—¡Y sus rizos! —Recordó mi mejor amiga—. No te olvides de sus rizos.
Paulo le lanzó un beso al aire.
—Por supuesto que no, pequeñaja. Nunca me olvidaría de eso.
Rápidamente él se puso a trabajar en mí, dándome el tiempo necesario para pensar en algo.
—Lissa —llamé a mi manager. Se sorprendió que me dirigiera a ella—. ¿Me odias?
Lissa abrió los ojos un poco.
—Por supuesto que no, Khalanie —balbuceó.
—¿Entonces por qué siempre eres tan reacia conmigo? —Ella se mordió su labio inferior, dudando en contestar—. Prometo que no me enfadaré.
—Yo... Es solo que me aterra e impresiona como tratas a todo tu personal —admitió, dándome toda la fuerza de sus ojos azules—. He trabajado con muchas personas y casi ninguna se preocupaba por el personal como tú lo haces. La última persona con la que trabajé le dijo a una chica del equipo de maquillaje que era una sucia escoba barata.
Paulo gruñó.
—Eso es...
—Totalmente inaceptable, lo sé —terminó ella—. Lo peor del caso es que era igual que tú, Khalanie —volvió a mirarme—. O eso pensé yo, hasta que el estrés y la presión de ese día por un evento, rompió la máscara que tenía puesta.
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Editado: 20.01.2024