Capítulo 4: Aquel momento,llegó

Llegó un día en el que Mico decidió volverse un gladiador, y con el paso del tiempo Mico entró en el podio, todo iba bien hasta que Nia volvió a reencontrarse con él.

Nia iba a ver a Mico pelear cada día, ella se había vuelto fan de aquel hombre que una vez se tropezó con ella.

Mico notaba que Nia venía, desde la primera vez que él la vió, ella era la segunda mujer que ocupa el corazón de Mico.

Ella empezó a apoyarle y a verle más seguido por el mismo local donde conoció a Yukan.

Cuando Mico empezó a hablar con Yukan, Nia interrumpió unos segundos y ahí es cuando Mico sabía que ella también le conocía a él y a aquel tal Paper.

Mico estaba sin palabras, él sabía que quería tener una familia con ella, ¿pero ella le correspondía? ¿o solo le querría por la fama que obtuvo últimamente?

Nia no era la clase de persona que era adinerada, tampoco tenía una ropa muy bien cuidada, pero eso a Mico no le importaba él solo estaba fijado en aquellos ojos verdes, aquel cabello largo y aquella piel pálida.

Ellos empezaban a quedar más diario y con el paso del tiempo, ellos dos formaron una pequeña familia;

Ella,su marido Mico y su pequeño hijo Kuro.Kuro tenía el mismo pelo marrón que su padre y aquellos ojos verdosos de su madre. Había llegado la hora, Mico no podía dejar que su familia acabase como el acabó años atrás.

Días después Mico fue contratado junto a Paper y Yukan por el rey del Aura, tenían que cumplir órdenes si querían que todo acabara bien.

Consistía en proteger el reino de la posible nueva guerra.

Pero, si el rey moría alguien tendría que pasar a su puesto.Ya que el rey no tenía hijos, recurrió a Mico, el confiaba completamente en el gladiador más fuerte del reino.Le puso la mano encima de la suya y le dijo delante de todos 

"Cuando yo muera,tú 

serás el heredero del trono"

Mico estaba muy lejos del pueblo donde vivía su família, pero esta era la ocasión que no tuvo anteriormente, era hora de salvar a su propia familia.

El día llegó y Mico y sus compañeros estaban más que preparados, sin sangre no había victoria.