Million Dollar Man

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La verdad es que la entrevista fue demasiado bien. Mejor de lo que esperaba en realidad. Iba  a aquel lugar con una idea completamente diferente en mi cabeza.

Pero creo que eso es producto de las expectativas que uno se genera en su propia mente. Y en la mía habían tantas que combatían mano a mano con la incertidumbre de que es lo que podía pasar. En especial porque en mi vida nunca había tenido demasiada suerte cuando quise llevar a cabo un plan malvado y por lo general, la suerte nunca estaba de mi lado y todo salía mal.

Pero este no era cualquier plan malvado. Era EL señor plan malvado. Y sentí mucho alivio cuando todo salió más perfecto de lo que esperaba.

Uno por lo general se presenta a estas cosas y espera recibir respuestas como:

Ya te llamaremos.

Calificas para el puesto, pero, y ponen alguna excusa estúpida con la que nunca vuelves a oír de ellos.

O algunas personas, eran increíblemente honestas y se desarmaban en halagos, para luego decirte que simplemente no eres lo que buscan porque eres "demasiado buena" para el puesto.

Pero aquí escuché otra cosa. Una muy diferente. El afamado señor Klauss, me había dicho que si, tras revisar dos veces mi curriculum, que para ser honesta, el 80% de lo que estaba escrito allí, era mentira, él me dijo que sí.

Lo que quiere decir que ya estaba adentro, de verdad lo estaba. Y esperaba obtener este trabajo ya que necesitaba desesperadamente  vengarme de él .Y está vez tenía con qué. Había dejado pasar varios años y me había reinventado a mí misma, lista para cuando este momento llegara.

¿Qué cómo estaba tan segura de que lo haría? Intuición. Quizás.

Sonreí mientras acariciaba mis piernas.

—Necesito que me entregue su curriculum—dijo titubeante. La diosa de la venganza que descansaba en mi interior y que esperaba con ansías por este momento se estaba frotando las manos, disfrutando del espectáculo que tenía frente a ella. —Para guardarlo junto al resto.

Se notaba que estaba nervioso.

Nunca aprendiste a disimular Klauss. Nunca, pensé en mi interior.

— Aquí tiene — acomodé mis gafas mientras cruzaba mis piernas lentamente una sobre otra. Haber traído una falda tan corta tenía sus beneficios. 

También haber visto varias veces la película "Bajos Instintos" y su famosa escenita, sirvió bastante, solo que a diferencia de ella, yo si traía ropa interior debajo.

No quería transformar a esto en otra cosa. No, aún.

Su vista se dirigió descaradamente a mis piernas en cuestión de segundos y se quedaron un largo rato allí.

— Veo que trabajo en muchos lugares — elevó una ceja cuando finalmente recobró la cordura.

— Si. Necesitaba pagar el alquiler de mi departamento y mis estudios.

— ¿Así que vive sola?

Abrí mi boca .Su descaro y crudeza para ir al grano me tomó por sorpresa.

— Si. Me mudé hace unos meses cerca de aquí.

— Así que no llegará tarde nunca.

— Claro que no, señor— sonreí.

— A pesar de que ya le di varias leídas a esto — golpeó con una mano los papeles donde estaba escrita mi experiencia — Y es más que suficiente para mí, si no le molesta, llamaré a algunas de los lugares donde trabajo para pedir referencias sobre su trabajo.

— Adelante, está en todo su derecho—le di una cordial sonrisa, alentándolo a hacerlo.

— Solo serán unos segundos—asintió con su cabeza.

Me era tan difícil reconocer al viejo Ryan Klauss en ese hombre que tenía parado frente a mí. El  Ryan del instituto siempre  tenía en su rostro una gran sonrisa arrogante dibujada, que iluminaba sus ojos y robaba el suspiro de más de una chica. Yo incluida.

Yo fui una de las tantas tontas que cayó en su trampa.

Creo que la trágica muerte de sus padres, lo marcaron para siempre.

Tomó el teléfono y llamó a cada uno de los lugares que en la lista figuraban. En cierta parte me decepcionó ver que seguía en la oficina, ya que esperaba que saliera del lugar y me diera el tiempo suficiente para poder husmear por aquí.

Ninguno de ellos eran empresas de verdad. Del otro lado del teléfono respondían mis amigos haciéndole creer que yo había trabajado para ellos. Luego de 15 largos minutos volvió a colgar el teléfono.

— Está contratada — esta vez me dirigió una minúscula mueca parecida a una sonrisa —Déjeme que la acompañe hasta su nueva oficina — dijo mientras se levantaba de su silla.

— Muchas  gracias—sonreí parándome y alisando mi falda. Intentando que no se viera tan corta, como en realidad era.

No quería que se llevara la impresión equivocada de mí.

— Espero que seas buena en lo que hace Jenkins—rodeó el escritorio para colocarse a mi lado.

Su caro perfume inundó mis fosas nasales. Haciéndome viajar en el tiempo. Podía que los años hubiesen pasado, pero si había algo que no había cambiado, era eso. Seguía usando la misma colonia. Una que podía asegurar que era de Pacco Rabbane o alguna otra marca que era tan cara que para que yo pudiese acceder a la versión original, tenía que vender la mitad de los muebles de mi apartamento.

Debí haberme quedado mirándolo demasiado tiempo en silencio, ya que para cortar con la incomodidad que nos había invadido, extendió su mano para que la estrechase.

— Prometo no defraudarlo señor—dije sonriendo la sacudí enérgicamente ignorando el escalofrío que recorrió mi columna.

Esperaba que notara la inestabilidad de mi cuerpo al acercarnos a la puerta. Todo debido a su toque.

— Las damas primero — dijo abriéndola.

— Que caballero —pasé junto a él casi rozándolo.

A propósito, claro está.

— Mis padres me educaron así, debo estar muy agradecidos con ellos.

Pude notar como bajó su cabeza cuando los nombró. Su muerte había conmovido a todo el pueblo en el que habíamos crecido y luego salieron a la luz descabelladas teorías, que involucraban conspiraciones y demás.




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