Uno de los tres anteriores chicos se hizo presente en la habitación, retrocedí hasta el punto de chocar en la pared, a diferencia del otro este tiene unos ojos verde esmeralda – a decir verdad llaman mucho la atención – es un poco más alto que el otro como por siete u ocho centímetros o algo así – no soy muy buena con las matemáticas – un cabello rizado negro intenso adorna su frente, por su apariencia se podría decir que es más flexible que el otro chico, ¿Tal vez el me ayudaría a escapar? Sonrió como si lograra leer lo que pienso.
-Aquí tienes ropa, y ahí está tu comida luego volveré y tendrás que responder unas preguntas.
Su tono de voz hizo que mi piel se erizara y trague en seco ¿preguntas? ¿De qué? Tome la ropa que se encontraba al frente era un short – demasiado corto para mi gusto – junto con una franelilla de tirantes color blanca, sin más opciones me acerque al pequeño baño que se encontraba en esta habitación, tal vez se preguntaran ¿Por qué tan sumisa? ¿Por qué no te opones e intentas escapar? Existe una simple repuesta para qué.
Gianna y mi madre están muertas el pequeño Crixburg ya no existe ¿A dónde iría? Quien sabe que cosas van a querer estos tres condenadamente guapos chicos, pero por ahora todo es mejor que estar vagando quien sabe dónde, cuidándome de quien sabe que, puedo darme el lujo y el derecho de decir que ya no tengo a nadie en este mundo, me he quedado sola sin nadie, y sé que la mejor opción no es quedarme con estas personas que ni siquiera conozco pero por ahora es la mejor opción. Hasta ahora no han pedido nada a cambio y no he sufrido de ningún ¿maltrato? O eso creo, pero no es excusa para empezar a confiar en ello, papa siempre lo decía nadie da algo sin esperar algo a cambio, en realidad tiene razón muchas veces note esa actitud en Sofía la “amiga” de mi madre, cuando ella ayudaba a mi madre días después ella llegaba cobrando el favor.
Pero ¿Por qué tenemos que vivir con tanto interés?
Baje la mirada cuando la presencia de los tres chicos se hizo visible en la habitación, la vestimenta con la que estoy vestida no es muy cómoda para que una chica este frente a tres chicos.
-¿Cuál es tu nombre? – pregunto el de cabello negro rizado.
No tenía en mente responder, pues no era una obligación pero tanto el castaño como el peli-negro estaban esperando la respuesta, mientras que la tercera persona presente se encontraba en una esquina de la habitación, no divisaba su rostro pues una gorra negra junto con una capucha del mismo color.
-Giann… - intente sonar de una forma firme y convincente lo cual no logre para nada solo salió un sumiso susurro.
El chico de ojos esmeralda miro al de ojos opacos, mientras el de la esquina siguió igual sin importarle nada que suceda a su alrededor. Me sorprendía su ignorancia como puede estar presente en una “conversación” y ni siquiera mirar hacia el lugar donde esta se encuentra sucediendo.
-¿Por qué estabas fuera del muro? – bufe levemente.
Abrace mis piernas logrando que mis rodillas chocaran con mi pecho, apoye mi barbilla de las ya mencionadas mientras sentí que mi miedo aumentaba, aunque no sé por qué, dirigí mi mirada hacia el chico de la esquina su mirada estaba posada en mi – inconscientemente su mirada hizo que mi miedo creciera – ahora las palabras no se hacían presentes pues no tenía ni la más mínima idea de cómo respondería esa pregunta.
-Bueno supongo que nací fuera del muro, pues… desde que tengo consciencia vivo fuera del muro – encogí los hombros con despreocupación, mientras mi corazón latía cada vez más rápido.
No sé por qué respondía preguntas de unos extraños mientras el miedo invadía cada parte de mi ser, y el ambiente para nada se sentía familiar mucho menos seguro, en cuestiones de segundos ya no se encontraban en la habitación, ahora era más mi confusión que mi miedo. ¿Quiénes son estas personas? ¿Qué rayos es lo que quieres?
Los tres chicos se encontraban hablando fuera de la habitación donde la femenina se hacía preguntas a sí misma, preguntas que tal vez nadie responderá, la confusión también era un sentimientos que estas tres figuras sentían en ese momento.
-¿Nos equivocamos?
-¡No! Tiene que ser ella no puede ser otra persona, su olor es muy similar.
-Pero se supone que ella siempre nació dentro del muro y nunca conoció el exterior.
-El anciano nunca específico eso, dijo que existía una parte del mundo que ella desconocía, nunca dijo que estaba dentro o fuera del muro.
-Entonces sigues creyendo que es ella.
-No puede ser nadie más, ese olor es inconfundible – la tercera persona se unió a la conversación dejando a los otros dos presente en silencio.
Tenía razón desde años muy atrás sus ancestros descubrieron que nadie puede tener el mismo olor corporal, por más cercanos que sean, ni siquiera un hijo tiene un olor similar al de su madre, la colonia natural del cuerpo – así se hizo llamar – es un olor propio de una persona inconfundible con el de otro.