My rommate is... a boy!

Capítulo diecisite

Él lo había recordado. Las flores que me había dado la noche que me escuchó mientras practicaba, las cuales ahora yacían secas entre las hojas de uno de mis libros, ahora se habían convertido en un ramo, incluso había usado la misma frase que dijo aquella vez. Estrujé el papel con fuerza, arrugándolo.

–Pero ¿de quién son las flores? –me preguntó mi madre.

–No puede ser–susurró Ivy–, nuestra niña ya creció–se cubrió la boca con ambas manos fingiendo el llanto–, ahora ya tiene admiradores secretos.

–¿Admiradores secretos? –preguntó mi hermano.

–Tranquilízate, eso del papel del hombre protector y celoso déjaselo a papá–re dio una palmada en la espalda.

–Yo… Ahorita regreso.

Me di la vuelta y me alejé de ellos con paso veloz.

–¡Kassia! ¿A dónde vas? –preguntó mi madre.

–¿A dónde más? –preguntó Caleb–. Irá a ver a su enamorado.

No me regresé a decirle que Kyle no era mi enamorado, ni nada por el estilo, porque aquello implicaba regresar al mar de preguntas que mi familia tendría, en especial saber quien era el chico misterioso que se escondía detrás de aquellas flores. De todas formas, iban a descubrirlo, sé que por lo menos uno de ellos ha de estar tras de mí, sino es que todos. Si hay algo que tenemos todos en común, además de cabello negro de papá, es la curiosidad.

Salí al pasillo, el cual seguía abarrotado de padres y estudiantes, y me encaminé a la galería, la cual ya estaba llena. El lugar era iluminado gracias a grandes ventanales que dejaban entrar la luz natural, la vista daba a uno de los muchos jardines de la Academia. Generalmente el lugar es una habitación grande de paredes blancas, sin un solo cuadro o adorno, pero el día de hoy estaba dividido en secciones, en las cuales había mesas expositoras en donde muchos de los chicos tenían expuestas sus pinturas, esculturas y fotografías. Me moví entre el mar de gente, sorteándolos y pidiéndoles perdón cuando pisaba a alguno. Buscaba la mesa de Kyle, lo encontré al otro extremo de la sala, estaba explicándole un cuadro a una señora mayor con corte Bob, lentes de montura oscura, grandes y cuadrados y una vestimenta demasiado colorida. Me acerqué lentamente con el corazón martilleándome en el pecho. El chico despidió a la mujer y me vio, al principio se sorprendió, pero poco a poco una ligera sonrisa, que se fue haciendo más grande conforme me acercaba, apareció en su rostro.

–Kassia–saludó.

–¿Tú mandaste ese ramo de flores con Alyssa? –pregunté, doblando entre mis dedos la hoja que ya estaba demasiado arrugada.

El chico ladeó un poco la cabeza, pero no perdió la sonrisa.

–Creo que ya conoces la respuesta.

Podía reprimir un grito de felicidad o una expresión de decepción, pero lo que no podía controlar era el sonrojo que aquella confesión me provocaba y mucho menos las emociones que estaba evocando en mí.

–Kyle, yo…

–¡Kyle Hundson! –un gritó me detuvo. Apareció un hombre de bigote curioso, lentes y ropa un poco más seria que la señora anterior–. Mi artista favorito–abrió los brazos, pero nunca lo abrazo–. Sensacional, simplemente sensacional–dijo admirando sus cuadros–. Tu nunca decepcionas chico, sigue así y estoy seguro de que lograrás una plaza en la Universidad de Bellas Artes de Paris.

Di un par de pasos detrás, el hombre no pareció percatarse de que estábamos hablando, y no culpo, en cuanto lo escuché hablar ya había empezado a dar varios pasos atrás.

–Hablamos luego–le dije.

–No, espera, Kassia…

Pero una vez más el hombre lo detuvo, presentándole a una mujer y su pareja, quienes no hablaban ni jota de español, sin embargo, Kyle pudo presentarse sin dificultad.

«Vaya Hundson estás lleno de sorpresas».

–Pero ¡qué niña! –fue lo primero que dijo mi madre en cuanto me vio aparecer de nuevo en la sala de conciertos–. Eso de dejarnos aquí para salir corriendo a no sé dónde…

–Bueno, mamá, ya está aquí–Caleb la tomó por los hombros para tranquilizarla–. Mejor vamos a comer que me muero de hambre–giró a mi madre y la condujo hacia la salida, antes de que se fueran me guiñó un ojo y yo le sonreí un poco.

Tanto mi padre como Sean los siguieron, la única que se quedó conmigo fue Ivy.

–Vaya quien lo diría mocosa, ¿de cuantas cosas me he perdido en estas últimas semanas? Mejor dicho, meses. ¿Desde cuándo conoces a este misterioso chico, eh? –pasó uno de sus brazos sobre mis hombros y me atrajo a ella con fuerza mientras caminábamos.

«Pues, veamos. Se llama Kyle, estudia Artes y diseño aquí, es de mi edad, y lo conozco desde hace un par de semanas, además, él es mi compañero de habitación».

–¡Agh!, ¿tú también? –pregunté fingiendo fastidio para que así el tema quedara olvidado.

–¿Qué? Soy una mujer chismosa, además es mi deber, como hermana mayor, meterme en la vida de mis hermanos. Anda dime, ¿quién es?

–En primera, no eres la hermana mayor…

–Que Caleb sea mayor que yo por siete minutos no le da el derecho de…

–Yo creo que sí. Y segundo, no lo conoces, ¿vale? No te he hablado de él, y…




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