No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 1

EILANA


¡Me van a matar, me van a matar, me van a matar!

¿Ya dije que me van a matar?

Pues eso, ¡Me van a matar!

Mi ritmo cardíaco esta hasta al tope, pero, aun así, no dejo de correr hasta estar fuera de este maldito colegio. Ese que ha sido el culpable de todo. No, estoy mintiendo, La culpable de todo es Daisy, y ahora era yo la que iba a morir en manos del psicópata de la escuela.

¿Sigues sin entender nada? Déjenme hacer memoria para que lo hagan:

Ese día en la mañana, pensé que mi hermano deseaba estar muerto por mi mano. Lo supe claramente desde el momento que observé el baño todo sucio y asqueroso, y eso porque según él, deseaba estar irresistible para las chicas.

¿Por qué mamá había pensado que era buena idea compartir baño? Era una locura total. Haciendo muecas de asquerosidad por la atrocidad que veía ante mí, empecé arreglarme. Después de todo, no deseaba que se me hiciera tarde para ir al colegio.

Odiaba cuando eso sucedía, así que, sin ponerle peros a las cosas, termine de alistarme mientras me apuntaba en la mente decirle a mi madre que su hijo adorado y consentido, debía lavar el baño que había ensuciado tan puercamente.

Una vez que estuve lista para desayunar, bajé y observé que ya todos estaban terminando, y a mí casi no me habían dejado nada.

—¡¿Qué?! ¡Es que acaso yo no como o qué?!

Mi madre me vio apenada, sin embargo, quién contesto burlonamente fue Kevin, y no mi madre adorada.

—Así es, Eilana, no tienes ese derecho.

Mirándolo con ira, le grité:

—¡El que tiene menos derecho eres tú, cochino!

Volteó a ver a nuestra progenitora.

—¡Mamá, oíste como me llamó!

—¡Es lo que eres! ¡Tuve que arreglarme con el baño hecho un desastre, y todo por tu culpa!

—¡No es cierto!

—¡Si, si es cierto!

—¡Basta los dos! —sin importar el grito de nuestra madre, ambos nos miramos con ira—. Eilana, solo siéntete a comer, y Kevin, quiero que cuando regreses de la escuela limpies ese baño.

—¡Pero yo no lo hice!

—¡Basta ya! ¡No te pedí que lo hicieras, te lo ordene! —estaba por sonreír, pero sabía que no sería muy sabio hacerlo delante de mi madre—. Ahora por el amor de Dios, coman en silencio.

La mirada de mi hermano prometía muerte, pero no me importaba. Había conseguido que limpiara su desastre, y un poco de comida. «Eso era ganancia». El transcurso de ese desayuno, pasó de lo más normal. Con mi padre leyendo el periódico mientras hablaba con mi madre sobre las noticias que leía, y yo intentando ignorar a mi hermano pequeño.

Cuando al fin terminé de comer, me levanté de la mesa para después lavarme los dientes y salí de mi casa para ir a la parada más próxima, y poder parar el autobús.

El camino hacia el colegio fue lo mismo de siempre, y cuando al fin llegué al colegio, tuve el presentimiento de se acercaba una tormenta. Tal vez no de forma literal, pero viendo como venía caminando Daisy, supe que si habría una próxima.

La manera en que siempre me veía, era un indicio de que, para ella, era solo un gusano que podía pisar a su gusto. Daisy me odiaba, y hasta ahora, sabía sin saber la razón. Y sino fuera porque en verdad no necesitaba la atención de nadie, me preocuparía porque me hiciera algo. De hecho, hasta era feliz siendo invisible para los demás.

Aunque también cabía la mínima posibilidad de que eso era lo que tanto le molestaba de mí. El no querer, ni desear que alguien me viera como algo “cool”.

Sin desaprovechar la oportunidad de molestarme, se colocó enfrente de mí con sus manos en sus caderas. La mirada de burla de sus ojos, me hizo querer alejarme de ella.

—Pero mira que tenemos aquí—pronunció con malicia—, ¿acaso no es la tonta que adora a Zack? La tierna y linda Eilana, ¿no es cierto?

Zack era el mal encarnado en persona y al mismo tenía enloquecida a varias, sino es que a la mayoría de las chicas. Entre ellas estaba Daisy. Aunque no sabría decir si era realmente un gusto de rato, o realmente estaba interesada en él. En una ocasión la había visto colocar un sobre rosa en el casillero de él. Sin embargo, cuando me había parado a preguntarle de ello al descubrirla un día, terminé con la burla de que era una mentirosa de primera.

Lo cual no era cierto. Bueno, tal vez si, un poco. ¿Quién no dices mentiras? Pero en esto, había dicho toda la verdad. La había descubierto dejar ese sobre rosa. Aun así, no entendía que cosa era lo malo sobre ello. Viendo que ambos son iguales de oscuros, no veía de malo que estuvieran juntos. Sin duda, serian una buena pareja. Ella una fría chica sádica y él también. Pero, en vez de decirme de que trataba las cartas o que me largará, Daisy había negado todo.

Desde entonces, ella me había molestado diciendo que era yo, quien escribía esas cartas a Zack.

Era una “chiste privado” entre ambas, pero aun después de semanas, seguía sin encontrarle la gracia.

—Viendo que no lo adoro—le regresé igualando su pose intimidante. «Como Cruella de Vil, Eilana. Haz que te tenga miedo»—, es obvio que no es de mí de quien hablas.

Al pasar a su lado, escuché que murmuraba detrás de mí:

—Estúpida.

Quise decirle algo, pero se me hacía tarde, así que solo seguí caminando tranquilamente. En el momento que doblé en la esquina siguiente, choqué fuertemente con un cuerpo grande y musculoso. Sin controlar el golpe, di un paso atrás mientras me tambaleaba sobre mis propios, por suerte, no caí. «¿De qué tipo de material estaba hecho este tonto?». Haciendo una mueca por el dolor del golpe en mi cabeza con ese cuerpo duro, levanté la mirada para ver con quien había chocado. Y me lleve la gran sorpresa y susto de que era el chico por quien babeaba Daysi: Zack.

La mirada furiosa de esos ojos verdes, me hizo tragar saliva con fuerza por el escalofrió que me hizo sentir. Solo deseaba que no fuera por el golpe que nos habíamos dado y que no la pagará conmigo. Tanto cuidado de mantenerme alejado de Zack, para chocar por un descuido.



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Editado: 14.07.2021

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