Noche Eterna.

Fase 1: Tinieblas.

La oscuridad del luto inunda la casa de madera mientras una mujer yace en el suelo sin vida; con su pequeño niño de nueve años a su lado, quieto y en silencio como su madre, con su carita tierna empapada en lágrimas y con las imágenes revoloteándole frente a los ojos, pues son tan recientes que no le hace falta cerrarlos para poder ver lo que acaba de suceder hace unos momentos; tan poco tiempo que el cuerpo de su madre aún guarda la calidez que tenía en vida. Sus ojitos azules descendieron hasta ella, pudiendo apreciarla gracias a la luz blancuzca que entra por la pequeña ventana; apenas un rayo de luna, el cual le es más que suficiente para poder visualizar por última vez a la mujer que le dio la vida.

Ha estado contemplándola con infinito cariño; grabándose ese gesto apacible y ahora frío, mientras él se abraza las rodillas a causa del viento helado que se cuela por la ventana abierta; pero teme levantarse, teme cerrarla y provocar que la luz de la luna se desvanezca, dejándolo sumergido en ese lugar donde ya está su alma; pues su vida de ahora en adelante se sumergirá en las sombras de éste presente que con el paso de los años se volverá un pasado manchado de luto y lágrimas.

Seis años después.

Una niña hermosa y vibrante corre por los jardines bien cuidados de su casa; una mansión demasiado grande para una niña de apenas cinco años. Sus zapatos blancos y resplandecientes pisan el césped con gracia, mientras se apresura para atrapar a sus primas. La niña corre y corre, alegre, con sus ojitos azules clavados en sus dos objetivos; objetivos que pronto se volvieron borrosos, haciéndola pararse en seco; pero iba tan rápido que terminó cayéndose, raspándose al mismo tiempo los codos, ya que quedó tendida sobre el camino de piedra. Las burlas de sus primas se hicieron sonar con cada uno de sus pasos, y aunque la niña las ve aproximarse, siguen borrosas incluso de cerca. Las dos niñas se agacharon a su lado con risitas burlonas aún saliendo de ellas, hasta que la bonita niña de ojos azules les explicó el motivo de su caída. Entonces sólo vio los dos borrones correr lejos de ella, mientras gritan a viva voz lo que acaba de suceder. La niña por su parte, con todo borroso, colores mezclados, y texturas que ya no distingue, se quedó sentada en el camino, sintiendo cómo los codos le arden a causa de la raspadura; y tocándose uno de ellos se dio cuenta de que está sangrando, pero no le asusta el hecho de tener el líquido rojo sobre los dedos, sino que éste es apenas visible a pesar de los escasos centímetros que lo alejan de sus ojos.

Ese día empezó el proceso de su noche eterna; cuando la declararon ciega, hasta que por fin quedó sumergida en la oscuridad.

Yusdi




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