Nuestra pequeña familia.

Capítulo 13: Estrés.

Maratón 1/3
Mía llevaba todo el día muy nervioso y yo la entendía bien. 

Se había pasado la semana en los preparativos para la pequeña fiesta que le haríamos a Noa por su cumpleaños. 

4 años. Dios como pasaba el tiempo. 

Me di cuenta que pensar en los otros cumpleaños que no habíamos pasado juntos me hacía daño, así también no se me pasó la expresión de Mía cuando se lo comenté. La pobre se sentía de alguna forma culpable por ello pero le asegure que sabía que no era su culpa, que era de ambos. 

No hay que mencionar lo que le estreso el tema y si le sumamos la fiesta que estaba al comenzar no se podía decir a que extremo llegaba ese estrés. 

Por mencionar algunas cosas, me había dado cuenta de que no había desayunado nada más que un café y que casi era la hora de la comida y aún no había probado alimento. De echo llevaba toda la mañana encerrada en la cocina junto a Martha mientras preparaba un pastel con la receta de su madre. 

Cuando le comenté que podíamos pedir uno se enfado y me echo del lugar. Ahora no me hablaba y entendía su enfado yo tampoco me hubiese metido con mi madre si se ponía a cocinar una receta familia. Lo que aún no entiendo es como se me pasó por la cabeza decirle tal cosa en su momento. 

Las únicas que habían permanecido todo el día con ella eran Martha y Noa. La primera porque había tomado como un reto preparar algo nuevo y porque entendía la posición de Mia ante esto. La segunda solo estaba allí porque pensaba que era un juego más y porque su madre la amaba tanto que nunca se enfadaba con ella y menso en su cumpleaños. 

Y que decir de mi que llevaba todo el rato dando vueltas por la casa y verificando si Mía se encontraba bien aunque no me mirase a la cara. Por no hablar de que había pensado tres millones de maneras de pedirle perdón y ninguna me convencía. 

Cuando escuche el ascensor deje la vista de mis chicas y de mi ama de llaves para encontrarme a Terry saliendo de la caja metálica. 

Hacia una hora la había llamado como refuerzo ante esta situación pues porque no hacía más que pasar las horas y Mía no se detenía. Sabía que era por el estrés y el apuro de la fiesta pero seguía preocupado. 

—Menos mal que llegas. —suspiré frustrado, cansado y aliviado al mismo tiempo. 

Mi hermana sabría como convencer a Mía sin hacerla enojar y la ayudaría a terminar todo sin caer desmayada por la más mínima cosa. 

—¿Qué diablos hiciste para que estés fuera de la cocina y vigilando cómo un loco y por sobre todo por qué no te escucha? Precisamente a ti. —reprocho cruzandose de brazos. 

—Verás. —busque una manera de explicarlo todo y que quedase bien resumido—Mía lleva toda la mañana estresado por el cumpleaños de Noa por no mencionar lo que llevamos de semana. No ha probado alimento en todo el día y estoy preocupado. —vi como alzaba una ceja a sabiendas de que faltaba información.— Vale, puede que le haya dicho que no era tan importante el pastel de su madre y que podríamos pedir uno. 

¿Por qué no decir que mi hermana se enfado? Pues porque ya me lo esperaba. 

—Te has vuelto loco. —casi fue un grito bien alto pero por suerte nadie más que yo pareció escucharlo.— Como se te ocurre decirle algo así. Con razón te ha mandado a volar. 

—Es que no era mi intención ofenderle. —confesé.— Llevo preocupado por esto todo el día o desde antes. No has escuchado que no ha comido nada en todo el día. —le reproche— Solo intentaba quitarle responsabilidades para que no estuviese tan estresada. 

Mi hermana pareció comprenderme un poquito pues suspiro y relajo sus hombros. 

—Vale yo me encargo. —aseguro. 

—Dios gracias. Sabía que podía contar contigo. 

Ahora si me encontraba más relajado. Solo quedaba conseguir que me perdonase y lograr pasar lo que quede de día. Mañana todo volvería a la normalidad o lo más cerca que se puede estar de eso. 

—Solo necesito que te encargues de lo que falte para la fiesta y del transcurso de la misma. —asentí sin ningún problema— Yo me encargare de Mia entonces. 

Me rodeo y se adentro en la cocina dejándome atrás. 

El día comenzaba a ir mejor. 

*** 

No tenía la menor idea de que carajos estábamos haciendo. Bueno en realidad Terry parecía estar muy segura de lo que hacía pero yo seguía sin saber catalogarlo. 

Se parecía mucho a un día de Spa o incluso a las viejas pillamadas con amigas. 

O quizás era simplemente —como lo había clasificado Terry— "unas horas de chicas". 

Unas horas de chicas antes del cumpleaños de mi hija que me traía muy estresada. 

Observe a Noa divertirse con las burbujas en la tina —solo medio llena— que Terry le había preparado mientras me daba masajes y me aplicaba cremas por todos lados. Había tomado una ducha hacia como una hora y aún no había salido del baño pues mi amiga se había dedicado a exfolearme toda la piel e incluso había crema para mi cabello. 

Yo la más feliz del mundo pues me sentía como una reina y la piel me estaba quedando la mal de suavecita. 

Y los masajes. 

Dios que bien se sentían. 

—¿Alguna vez has echo cursos sobre esto? —le pregunte aún con los pepinos en los ojos y la cabeza recostada hacia atrás. No sabía como se las había ingeniado para conseguir una silla tan cómoda para permanecer así. 

—Solo por Internet. —me confirmó. 

—Pues se te da muy bien. —asegure y volví a sonreír. 

Antes de entrar a ese baño me encontraba verdaderamente casada y enfadada pues me había dejado manejar por el estrés y había agrandado todo los problemas que se me presentaba sin más. Además Michael me había sacado de mis casillas en medio de todo eso y lo había empeorado. 

Pero ahora me encontraba mucho más relajada y para nada enfadada. Terry se había encargado de explicarme que su hermano se había preocupado por mi todo el día y que solo lo había echo sin pensar y buscando una manera de que yo descansara. 

Seria mejor que lo buscase pronto, estaba ansiosa por verle y disculparme por mi locura. 

Siempre llevaba muy mal el estrés. 

—¿No me dirás por qué estás tan estresada? —preguntó Terry mientras yo permanecía en silencio. No sabía cómo responder a aquella pregunta— Mía sabes que puedes contarme lo que quieras. 

Me senté con la espalda recta y retire los pepinos de mis ojos. 

—Creo que quería todo perfecto. Quizás para estar a la altura. —confesé— Tú madre me intimida. —dios era cierto eso de que no paraba de hablar cuando no era necesario— Y creo que quiero darle una buena impresión a todos. Demostrar que soy capaz de esto. Llevar a cabo lo que me proponga aunque solo sea una fiesta para mi hija. 

Terry se acerca a mi y sonríe. 

—La vez. —me dice mientras señala a Noa que aún continúa riendo en la bañera. Asiento— Solo a ella has de impresionar y créeme cuando te digo que esa niña te ama y que te cree un diosa. —aseguro sacándome una sonrisa— No debe preocuparte nadie más. Ni lo que piensen los demás. Ni mi madre. Y por supuesto que eres capaz de lo que te propongas. —casi fue un regaño antes que una afirmación— Has sacado adelante a esa niña por cuatro años tu sola. Sin ninguna experiencia y a expensas de meter la pata y resultó bien. Noa es encantadora y tu eres una luchadora que ama a su hija y está perdidamente enamorada de mi hermano. —parecía no entender por qué esaptamente esto último— Ya eres una diosa a los ojos de tu hija y una reina ante los de mi hermano. Los demás no importan. 

No sabía por que pero de repente tenía unas ganas inmensas de llorar. 

—Deja de decir esas cosas que me echare a llorar. —le reproche con los ojos ardiendo por las lágrimas y una sonrisa estúpida en mi rostro. Que contradicción— Últimamente estoy muy sensible. 

—Me eh dado cuenta. —aseguro con otra sonrisa igual a la mia. 

Afuera, en la habitación, alguien más también sonreía totalmente de acuerdo con las palabras de su hermana.




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