Calló la tarde, le dije a todos los que estaban conmigo que les mandarán un mensaje a sus padres diciéndoles que habíamos hecho una fiesta de pijamas todo el colegio y que no esperarán a que llegáramos aquella noche, todos los padres estuvieron de acuerdo.
La tranquilidad duró poco, el dragón volvió por nuestra sala. Volvió a intentar abrir la puerta, y yo hice lo mismo que la última vez. Bloquearla. La pared falsa ya estaba en posición y era muy tarde para salir corriendo pidiendo que me dejarán entrar. Luché, luché por mi vida, no quería que me pasará como a Víctor. Que yo supiera, por ahora, solo habían dos víctimas, la señora de la limpieza y Víctor.
El dragón tiro más fuerte. Finalmente, entró... Pasé mucho miedo, me alejé de él, me había visto. Iba tirándome poco a poco para atrás mientras él iba avanzando. Tuve miedo, muchísimo miedo. Me acurruqué en la esquina de la habitación, esperando a que el dragón me engullerá de una vez. Notaba su respiración y no pude evitar levantar la vista. Le miré a los ojos. Tenía los ojos verdes, mucha variedad de color verde. Me veía a mí misma reflejada en sus pupilas. Me estremecí. Pasaron minutos, y, sin saber cómo, el dragón aún no había jugado conmigo ni me había comido.
Me miró a los ojos y me empecé a marear. Sufrí por sí alguien que estaba al otro lado de la pared falsa acudiera a mi rescate y fuera peor. No sucedió. Finalmente, me desmayé, me pesaban los párpados y no pude retrasarlo más tiempo.
***
Me desperté en medio de la nada, literalmente, estaba todo oscuro y solo había una luz en lo alto del lugar, alumbrando un círculo, no se iba deshaciendo en la oscuridad, la luz se desvaneció directamente. Me asusté, ¿Estaba en el estómago del dragón? Cada vez entendía menos, mucho menos.
Alguien atravesó la línea que separaba la oscuridad de la luz.
Un chico, de mi edad o un año más, no estaba segura, tenía el pelo marrón y los ojos verdes, igual de verdes y penetrantes que los del dragón. Se acercó a mí.
-Bienvenida -me dijo.
-¿Dónde estamos? -quise saber.
-No te preocupes por eso, te aseguro que ese no es el mayor problema que tenemos encima -se acercó a mi-. ¿Como te llamas?
Enrojecí, era un chico bastante guapo y misterioso.
-Alejandra, pero prefiero Alexa o Ale.
-Bonito nombre, yo soy Iván y tengo 17 años, recién cumplidos. Llevo 7 años aquí atrapado.
Me estremecí.
-¿Como? -pregunté.
-Soy la parte coherente del dragón, el que evita que lo destruya todo. Llevo 7 años encerrado en este lugar y quiero salir, por eso te he traído hasta aquí, necesito que sacrifiques a 9 personas o que mates al dragón. ¡Estoy harto de este lugar! -parecía preocupado-. ¡Me estoy volviendo loco! Necesito tu ayuda, después de esto, si consigue matar a más de 15 personas, me quedo para siempre, si sale ileso, me quedo para siempre. En cambio, si mata a 10 personas, me voy, y si lo matáis, me voy.
-Ok bueno, haré lo posible pero por favor, explicame bien que es todo esto.
-No me gusta hablar de esto... Pero si hace que me ayudes haré lo que esté en mi mano. Bien, escucha con atención. -se sentó en el suelo y yo al lado suya, imite el centro y me senté a su lado-. Me llamo Iván y hace siete años que estoy aquí, eso ya lo sabes, lo que pasa es que cuando tenía diez años un hombre se me acercó, en ese entonces yo era un fanático a los dragones y a los dinosaurios, cosas de la edad.
»Me dijo que yo podía ser un dragón, solo tenía que hacer una cosa a cambio. Controlar al dragón. Este hombre tiene muchas cosas en contra del terreno en el que construisteis vuestro querido instituto, antes de que construyeran este edificio, había un manantial oculto, el cual se decía que, tan sólo con un trago, podías vivir 10 años más. El señor me contó que estaba furioso y que pronto moriría si no lograba destruir este edificio. Hizo un plan rebuscado para lograr hacer desaparecer en instituto, sin dejar ni una sola marca. Primero, hacer que un dragón aterrorizase y matase a tantas personas posibles. Pero el lado salvaje de los dragones siempre busca dos cosas; cazar y libertad. Ahí es donde entró yo. Si el señor se dejaba suelto al dragón se saldría del recinto antes de que acabará el plan y lo estropearía todo. Yo soy el que se encarga de que no salga. La historia es está.
»Yo estaba sentado en el parque, jugando, mi madre estaba sentada en el banco, unos metros más allá de mí. El seños se acercó a mí y me dijo:
-Hola pequeño, ¿Te gustaría ser un dragón por dos días?
Yo me puse como loco, siempre soñaba en ser un dragón, volar y sentir el aire en mi cara, pero no de esta manera. Asentí, le dije que sí y me quejé por qué era muy poco tiempo. El señor contaba con eso y me dijo que me podía quedar el tiempo que quisiera. Estuve una semana sin aparecer, mis padres, preocupados, llamaron a la policía e iniciaron mi búsqueda -le interrumpí.