Ishi se limitaba a ver el techo acostada en su cama, perdiéndose en su mente. Kasumi, por el contrario, no dejaba de examinar el cuerpo cubierto de heridas que poseía la morena, para luego mirarla a los ojos, esos que parecían los de un depredador.
—¿Qué mierda quieres? —los que antes miraban hacia el techo, ahora se dirigieron hacia la mirada avellana de quien estaba a su costado con cierta irritabilidad.
—Quiero saber cómo es que llegaste hasta aquí, ¿me cuentas? —su mirada seguía posada en la de su compañera de cuarto. La contraria se levantó lentamente, sentándose en su cama y rascándose la cabeza con brusquedad.
—Si... Supongo que tengo que contarte eso.
Los pensamientos de Ishi se empezaron a hacer presentes con palabras.
Un día como cualquier otro, estaba cargando el cuerpo de un ciervo en mis manos para poder comerlo. Pero, antes de que pudiera llegar a mi refugio, una loca, con sus cabellos rosados que media casi tan alto como un árbol mediano, se encontraba detrás de mí.
Rosas crecieron del césped, lo único que hice fue escapar y esconderme en un arbusto lo más rápido que pude.
Luego de unos minutos, salí de mi escondite y caminé alerta todo el tiempo, había perdido mi comida, pero prefería estar a salvo.
«Al llegar...»
Una mueca de disgusto se hizo presente en el rostro de Ishi, sus manos se tensaron y su rostro fue poseído por la ira unos segundos, pero luego volvió a mostrar su ya conocido desinterés.
Al llegar me encontré con esa loca, intentó matarme de todas las formas posibles; pinchándome con sus rosas, intentando acercase a mí (Cosa que no pudo conseguir). Pero logré escapar.
O eso creía.
Al final termine cayendo por el portal, parece que soy tan escurridiza que nunca pudo atraparme de una forma limpia, y aquí aún no ha aparecido para matarme.
Ishi se volvió a acostar, restándole importancia.
—Ah—se quedó en silencio por un momento— ...Si te preguntabas sobre las criaturas, simplemente eran comunes bastantes de ellas en mi mundo, solo que había algunas demasiado fuertes para mí, o para cualquiera.
—Ahora entiendo muchas cosas—mostró una mueca de satisfacción por haber escuchado la verdad de su boca—. Tengo dos preguntas para hacerte—Ishi la miró esperando a que hable—. Soñé que caías de un portal, y afirmas que fue así ¿Sabes por qué razón tuve esa visión?
—No. Nunca he visto algo así, ninguna opción tiene sentido en mi cabeza. ¿Cuál es la otra pregunta?
—¿No vivías con nadie más? Digo, llevabas un ciervo, es demasiado grande para solamente una persona, incluso para ti.
Su mirada esquivó la de Kasumi con rapidez, para luego responder con un frío "Sí.".
Una semana pasó desde que la historia detrás de aquella extraña fue revelada, pero algo faltaba, o al menos para Kasumi, las insistentes preguntas de su parte no cesaban.
Caminando hacia la escuela.
—¿Y me dirás con quién vivías?
—No.
En el club junto a Arata y para sorpresa de Kasumi, el policía seguía yendo para poder recaudar, aunque sea un poco de información de la boca de Ishi.
—¿No me dirás como era? Por favor. —Juntó las palmas de sus manos en posición de súplica.
—No.
—¿Sabes de quien habla esta chica? Tampoco parece que me de la información hoy —susurró el flaco joven de cabellos negros con incredulidad.
—La verdad que no. Llevan una semana así—Arata sonrió nervioso—. En algún momento lo sabrás, es por eso que quería proponerte ser parte de nuestro club, grandulón.
—Está bien, necesito información de estas bestias que están apareciendo en la ciudad. Seré parte de tu club hasta saber la verdad—contestó el policía con cierto cansancio. Era agotador intentar recaudar información y no poder hacerlo por capricho de unas adolescentes.
Dirigiéndose a su casa.
—¿Me vas a...?
—No, cierra la puta boca—dijo secamente, esperando a que no vuelva a preguntar en su habitación.
—Por favor, dime. Quiero conocer más sobre tu vida allí.
Al darse la vuelta para mirarla a la cara, las manos de Ishi presionaron con brusquedad los brazos de Kasumi. Su expresión era de desesperación, una nunca antes vista en su rostro.
—¡Te contaré, por favor no sigas con este martirio! —Su rostro al instante se transformó en uno de arrepentimiento. Su agarre dejó de tener fuerza, sus manos se debilitaron. Agachó la mirada y posó una de sus manos que temblaba abruptamente en su rostro—. Tenía dos hermanos y una hermana, éramos todos huérfanos. Vivíamos en ese refugio, y ya—aunque intentaba ocultarlo, su voz sonaba temblorosa.
—¿Dónde están ellos ahora? —Ishi al instante giró su rostro. Kasumi se acercó a ella con una media sonrisa—. Vamos... Está bien que los extrañes, solo necesitamos saber cómo llegar a tu mundo y podrás verlos de vuel...
—¡ESTÁN MUERTOS! —su grito desgarrador inundó la habitación de dolor. Las lágrimas se hicieron notar al instante. La tristeza que desprendía se podía notar en la expresión de arrepentimiento de su contraria—. ¡Todos ellos están muertos! Es mi culpa... ¡Debería haber estado ahí! ¡mató a toda la familia que tenía! ¡Yo...
Las manos cálidas de Kasumi rodearon la nuca sudada de la mayor con delicadeza, esperando que de esta forma pueda calmarse. Los cabellos rojos de Ishi cayeron por el hombro derecho del único pilar que tenía en ese momento, sus lágrimas empezaban a empapar sus telas con rapidez.
—Lo siento tanto, no debí presionarte para que hablaras. —Bajó una de sus manos a su espalda superior para poder frotar con lentitud y transmitirle calma.
—Toda mi familia está... muerta...—los sollozos no cesaban, las manos de Ishi apretujaban las ropas de Kasumi.
—No toda, aquí también puedes tener una familia—apretó levemente sus cabellos rojos, para que de esa forma pueda brindarle seguridad con su agarre.