Las dos adolescentes estaban en la casa completamente solas. Se encontraban en la cocina, saciando su hambre con cada bocado.
—Te gustan mucho los sándwiches, ¿no es así? —Kasumi veía como los colmillos de la morena arrancaban los pedazos de pan y carne, masticándolos con rudeza.
—Solo un poco.
—La pasamos muy bien ayer con los demás. Jugando al básquetbol; Arata y Michiko que estaban contra nosotras, nos terminaron ganando; todo porque tu querías hacer equipo conmigo. Para tener ese físico y tus habilidades eres muy mala en los deportes...
—Tú también. —La pelirroja solamente se concentraba en el alimento que tenía en sus manos.
—Espera. Tienes un pedazo de lechuga por...—acercó su mano al rostro de Ishi.
Ishi con su lengua sacó el trozo de comida que se encontraba en su mejilla y se lo tragó. Agarró la mano de Kasumi que había hecho el amague de acercarse. En el momento que la piel blanca de la pelinegra tocó la cara morena de su contraria. Increíblemente, le regaló una pequeña sonrisa mirándola a los ojos.
La tez blanca de la menor se tiñó de rojo, junto con una expresión de sorpresa en aquellos ojos avellanas. Con rapidez, sacó su mano del rostro de la morena, pero sus grandes manos volvieron a alcanzar la suya con rapidez.
—¿Qué pasa? —la miró con preocupación.
Kasumi empezaba a notar que su compañera de habitación cada vez expresaba más sus emociones. De cierta forma eso le causaba temor. Verla sonreír o preocuparse... Le asustaba tener que lidiar todos los días con una pelirroja distinta; una que no oculte sus sentimientos. Le gustaba, pero tenía que admitir que cuando el rostro de quien tenía en frente mostraba lo que sentía, ella era la que no sabía cómo reaccionar.
—Es la primera vez que sonríes desde que te conozco...—dejó su sándwich en el plato, prestándole completa atención a su contraria.
Un leve sonrojo adornó las mejillas de la morena y sus ojos se abrieron como platos.
—Nunca te había visto tan expresiva. —Ishi solamente evitó la mirada de la pelinegra que se situaba al frente suyo.
—Quien sabe por qué será...
Lunes por la mañana:
Sonó el despertador, marcaban las 5:30PM, como todos los días de semana. La pelirroja estaba despierta antes de que suene la alarma, es por eso que la apagó lo más rápido posible. A su lado se encontraba la joven, que recién estaba abriendo sus ojos color avellana; tenía sus cabellos alborotados y su cara hinchada por dormir de un solo lado de la cama.
Rápidamente se sentó al observar lo que estaba haciendo la morena. Sus ojos se abrieron lo máximo posible; no podían creer lo que veía.
—¿Tú? ¿Leyendo? No puedo creerlo—abrió y cerró sus párpados una y otra vez—. Estoy soñando, ¿verdad?
—¿Qué tiene?
—Tú no lees libros de... mis libros, ya sabes.
—A ti te gustan, quiero aprender sobre ti. Me interesa conocerte un poco más, quiero entender tu mundo. —Al terminar de hablar, como si lo que estaba haciendo no tendría importancia, cerró el libro y se levantó para dirigirse hacia el baño.
Se encontraba el grupo de adolescentes caminando por los pasillos de la escuela repletos de estudiantes, como ellos.
—Ishi, los rumores sobre la pelea contra las bestias ya cesaron—comunicó el castaño en un susurro.
La pelirroja no llegó a responder ya que unas manos desconocidas se acercaron a las de Kasumi, entregándole una nota, haciendo que toda la atención de la noticia se posara en el papel.
—Esto es para la fiesta de mitad de año. Todos están invitados, es la próxima semana—sonrió un chico esbelto, y antes de marcharse guiñó un ojo a la pelinegra.
«Ese guiño ¿Por qué ahora? ¿Por qué a mí?»
Su cabeza empezó a impregnarse de recuerdos. Unos no tan agradables para ella.
Nunca fui de tener amigos; digo que no quiero, pero en primaria sé que lo que más necesitaba en mi vida era compartir con alguien mis pequeñas aventuras, mis gustos, mis pensamientos... Siempre tuve una familia que me apoya, pero ¿y fuera de allí? Sinceramente lo recuerdo como un infierno, de esos de los que solo se puede salir cuando cierras los ojos.
Saliendo de mi casa encontraba soledad. La única forma de compartir con alguien era cayendo en lo mismo: mis aptitudes físicas. Nadie me quiso por quien soy, solamente por ser una chica "linda".
Soñé tantas veces con el romance de mis sueños, que cuando encontraba al chico que debía ser el amor de mi vida, simplemente terminaba siendo quien más me destrozaba.
Una y otra vez, buscando aprobación o un mínimo de afecto, cuando solo querían pasar el tiempo conmigo.
Muchos intentaron besarme, pero a veces solamente quería pasear de la mano, como en mis libros. ¿Por qué no podíamos hablar de simplemente nuestros gustos? Nunca querían.
Dejé de estar con chicos por esa misma razón; nadie buscaba un "amor", en realidad buscaban algo físico con una chica. Sin embargo, mis compañeras tampoco querían juntarse conmigo. Si antes era difícil coincidir con ellas, en su momento ni una mirada era posible, o si lo era, terminaba mostrando rechazo...
Estaba tan emocionada de poder conseguir amigos de primer año en adelante y, aun así, sin darme cuenta, en todo lo que voy de secundaria, los espanté sin querer. Con el tiempo fui yo la que los alejó...
Me pregunto que hubiera sido de mi cuarto año sin Ishi. Ella fue la que me hizo conocer lo que es la amistad, consiguió que aprenda a entender a los demás, a hablar.
Si no fuera por su llegada, nunca hubiera cruzado palabra con Arata, ni con Michiko, mucho menos con Isamu.
Sus pensamientos dejaron de invadirla, sus oídos se agudizaron, volviendo a la charla.
Los adolescentes se dedicaban a hablar de aquella fiesta sin parar, no obstante, Ishi no entendía nada de lo que decían.
—¿Qué es una fiesta de mitad de año?