Creo que lo peor de irse a otro país durante mucho tiempo es que, al volver, nada es igual.
Me dejo caer de espaldas en mi cama y suelto un suspiro. Mañana es el primer dia de clase, el último año de instituto lo pasé en Francia, sola. Pero esta vez estarán los chicos conmigo, comenzaré a estudiar en la universidad a la que ellos van.
Unos toques en mi puerta me sacan de mis pensamientos y me incorporo ligeramente.
- ¿Nick? - suelto una carcajada cuando le veo asomado en mi puerta, totalmente empapado.
- ¿Podemos pasar? - asiento riendo y veo como uno a uno, mis tres amigos entran a mi habitación.
- ¿Qué hacéis aquí? Mañana hay clase.
- Te conocemos, sabíamos que estarías de los nervios y hemos venido a hacerte compañía. - dice Mike sentándose a mi lado. Le empujo haciendo que caiga al suelo cuando noto como ha comenzado a mojar mi cama con su ropa.
- Id a quitaros esa ropa antes de que inundeis mi habitación.
- Si quieres verme sin ropa solo tienes que pedirlo, bonita. - y como no, la única vez que Alex abre la boca es para decir una tonteria.
- Vete a la mierda Alex.
- Voy. - antes de que pueda decir algo más su cuerpo cae sobre mí, haciendo que su fria ropa moje mi cuerpo.
- ¡Alex! - noto como se rie aun sobre mi y comienzo a hacerle cosquillas intentando que se aparte.
- Para, para - se retuerce sobre mí riendo a carcajadas y empiezo a reir con él cuando lleva sus manos a mis costillas.
- Vale, vale, en paz. - digo rendida.
- Ni de coña, no sabes con quién te has metido - sus manos se mueven por mi cuerpo acariciándolo con suavidad, pero ya no hace cosquillas, que va. Una ola de calor recorre mi cuerpo y miro fijamente sus ojos. Su mirada se desliza a mis labios, al igual que la mia. Humedece su boca y trago saliva. Toda la habitación está en completo silencio, solo oigo su respiración, tan lenta y pesada como la mía. Sus labios se acercan a los míos, haciendo que se rocen suavemente…
- Hemos vuelto - Alex se aparta de un salto cuando la voz de Nick nos hace volver a la realidad. Me incorporo y paso las manos por mi cara intentando aclararme y, cuando levanto la vista, mi mejor amigo me lanza una mala mirada.
- ¿Interrumpimos algo? - pregunta Mike sentándose a mi lado.
- No, que va. - responde Alex saliendo de la habitación. Frunzo el ceño mientras miro la puerta por la que el pelinegro acaba de salir y suspiro ligeramente.
Casi me besa. Alex casi me besa. Y yo no me he apartado en ningún momento, iba a dejar que lo hiciera.
- Hey, ¿estás bien? - me pregunta Nick.
- Si, si… todo bien. - apoyo mi cabeza en el hombro de Mike y este me abraza contra él. - ¿Qué vamos a hacer?
- Dormir - veo como mi mejor amigo se tumba a los pies de mi cama y rio negando con la cabeza.
- Que buena compañía.
- La mejor - susurra cerrando los ojos. Mike me abraza, aun sentados en la cama y cierro los ojos, cansada.
- Duerme conmigo, por favor - digo sin mirarle.
- Claro. - Apagamos las luces cuando Alex se tumba en el sofá que hay junto a la ventana y noto como Mike se pone a mi lado. Apoyo mi cabeza en su pecho y rodea mi cintura con su brazo.
- Buenas noches, Ali - dice dejando un beso en mi cabeza.
- Buenas noches, Mike.
La luz del sol me despierta a la mañana siguiente. Me remuevo en la cama y me levanto despacio intentando no despertar a los chicos.
Entro en el baño y me lavo la cara con agua fria. Recojo mi cabello rubio en una coleta alta y miro mis ojos en el reflejo del espejo. No tienen brillo, las ojeras resaltan en mi piel, y la sonrisa ni siquiera alcanza mi mirada cuando intento poner buena cara. Salgo del baño suspirando y bajo las escaleras para ir a la cocina.
- Buenos días - la voz de Alex me sorprende cuando llego al piso de abajo. Le encuentro sentado en uno de los taburetes de la cocina, sin camiseta. Su pelo desordenado hace que se vea increíblemente guapo y cuando me sonríe un escalofrío recorre mi espalda.
- Buenos días Alex, ¿cómo estás?
- Eso debería preguntarte yo, tienes cara de muerta.
- Tan agradable como siempre. – ruedo los ojos pasando por su lado - ¿café?
- Por favor. – nos quedamos en completo silencio mientras preparo las dos tazas de café. Siento su mirada fija en cada uno de mis movimientos, poniéndome cada vez más nerviosa.
- ¿Quieres una foto o qué? – una sonrisa tonta se dibuja en mi cara cuando me doy la vuelta y mis ojos chocan con los suyos.
- ¿Tuya? Creo que quiero más de una. – sonríe de lado y siento mi cuerpo temblar.
- Vale, casanova – le tiendo la taza de café y me quedo frente a él – bebe y calla. – una pequeña risa abandona su boca y le miro una vez más. Sus ojos negros, cubiertos por unas largas pestañas, están fijos en la taza de café que hay frente a él; su pelo cae desordenado a los lados de su cabeza y por su frente, sus labios están húmedos y de un color rojizo que hace que las ganas de besarlo invadan mi cuerpo.
¿Pero qué estoy pensando?
Aparto mi mirada de Alex intentando alejar esos pensamientos de mi mente justo cuando los chicos entran en la cocina.
- Buenos días. – dice Nick abrazándome por la espalda - ¿Lista para tu primer día de universidad? – asiento sonriendo y deja un beso en mi cabeza antes de alejarse de mí.
- Buenos días, Mike. – saludo a mi amigo, que se ha sentado directamente junto a Alex sin decir ni una palabra. Me dedica un asentimiento como saludo aun sin mirarme y frunzo ligeramente el ceño. - ¿Todo bien?
- Sí.
- Déjale, Ali, ya sabes cómo es – dice Nick acercándose de nuevo a mi.
Desayunamos en un incómodo silencio, mi mirada no se aparta de Mike, intentando comprender que ha pasado para que esté así. Subo a mi habitación a vestirme rápidamente y vuelvo a bajar las escaleras corriendo para reunirme con los chicos, que me esperan en la puerta con una gran sonrisa.
- Vamos, vamos – digo agarrando la mano de Alex para arrastrarlos fuera de la casa. Oigo su risa en mi espalda y cierro los ojos ante el precioso sonido que acabo de oír. Es una de esas risas que nunca te cansarías de escuchar.
- Adelante señorita – Nick abre la puerta del copiloto indicándome que pase y yo, llena de emoción, hago caso sin dudarlo.
El viaje se resume en risas, comentarios graciosos y nervios. Siento mi cuerpo temblar cuando nos acercamos al enorme edificio de piedra. Alex, quien va conduciendo a mi lado, al parecer lo nota. Su mano se posa en mi pierna y da un suave apretón. Dirijo mi mirada a él, sus ojos fijos en la carretera y una pequeña sonrisa en su cara hacen que me ponga aun más nerviosa. Sus ojos se encuentran un segundo con los míos y me dedica un guiño antes de volver la vista al frente.
Este chico va a matarme un día.
Nos detenemos en el aparcamiento de la universidad. Un montón de gente se saluda con emoción, chicos y chicas riendo, coches de un lado a otro buscando aparcamiento… Respiro profundo antes de salir del coche.
- ¿Preparada? – Nick me mira con una sonrisa y asiento sin apartar mis ojos de él. No puedo negar que mi mejor amigo es guapo, su pelo castaño, casi rubio, sus ojos azules, y su sonrisa perfecta me atraparon cuando teníamos apenas seis años. Él era un cliché, el vecino que desde niña jugó conmigo, que me acompañó en cada momento, que se volvió mi mejor amigo con el tiempo, mi primer beso.
Sonrío como una tonta ante ese recuerdo. Nick y yo bajo la lluvia, cuando teníamos 12 años. Vino a buscarme a mi casa una de esas tardes en las que me encerraba en mi misma. Llovía muchísimo y, aun así, cuando le dije a Nick que quería ir a nuestro árbol, él me acompañó sin dudar. Llegamos empapados, hacía frío y el viento había enredado mi pelo. Entonces Nick me abrazó, me abrazó fuerte, como solo él sabía, calmando todos mis miedos. Levanté mi cara para mirarlo y entonces pasó. Nick me besó. Fue un beso torpe, sin coordinación. Ninguno sabía lo que hacía y, sin embargo, fue el primer beso perfecto.
- Preparada. – agarra mi mano y los cuatro juntos nos encaminamos a la entrada.