Our.

5.


 


Siempre imaginé mi primer día de universidad como algo horrible. Desde pequeña pensé que lo pasaría sola, en algún otro país, lejos de mis amigos. 
Pero ha sido todo lo contrario. Los chicos se han mantenido conmigo todo el tiempo que han podido, mis clases han sido increíbles y todos mis nuevos compañeros me han acogido de la mejor forma posible. 
Asique cuando llego a casa no puedo disimular la sonrisa que se forma en mi cara.
- ¡Ha sido maravilloso! – abrazo a mi madre con fuerza cuando la veo sentada en el sofá. Ella ríe, ríe de verdad, y yo la acompaño. Le cuento todo mi día, las clases, los compañeros y profesores, incluso la actitud rara de Mike.
- Sabes que Mike es un chico complicado, cielo, no te preocupes. Seguro que mañana volvéis a estar como siempre. – me dice intentando tranquilizarme. Y la creo. 
La semana pasa con tranquilidad, todos los días se resumen en lo mismo: levantarme, desayunar y esperar a que Alex venga a por mí. Si, cada día a las 8 Alex para su coche frente a mi casa para llevarme a la universidad. No hablamos en el trayecto, sin embargo, el silencio no es incómodo. Voy a todas mis clases y como con los chicos en la cafetería; por la tarde llego a casa, hablo con mi madre antes de que se vaya a trabajar y me pongo a estudiar. 
Y así continuamente.
- Alicia, ¿me estás escuchando? – vuelvo a la realidad cunado Mike me pasa una mano frente a los ojos.
- Perdón… - susurro ganándome una mala mirada.
- Dije que esta noche saldremos, tenemos que celebrar que superaste tu primera semana en el infierno.
Viernes. Lo que significa fiesta. Y se que, por mucho que lo intente, no me dejarán rechazarlo. 
- Esta bien. – ruedo los ojos metiendo una patata frita en mi boca.
- Pasamos a por ti a las 8 – Alex rodea mis hombros con su brazo y lo miro elevando una ceja. 
- Respeta mi espacio, idiota. 
- Que respete tu… ¿qué? – dice acercando su cara a la mía, mirándome fijamente a los ojos. 
- Alex – susurro cuando sus labios rozan los mios. 
- Alicia – mi cuerpo tiembla, soy incapaz de apartarme. Todos mis sentidos se nublan con su presencia y me siento una completa gilipollas. 
- Parejita, seguimos aquí. – la voz de Nick es lo que me hace voltear la cara, haciendo que la frente de Alex quede contra mi mejilla. Río nerviosa y mi mejor amigo me mira elevando las cejas divertido. – Venga, nos vamos. 
Tomo mis cosas y salimos de la cafetería riendo. Cuando llego a mi casa me sorprende que todo esté en silencio, pero no le tomo mayor importancia. Subo a mi habitación y miro la ropa colgada en mi armario buscando algo que ponerme. 
Cojo una de las prendas que hay colgadas y me dirijo al baño para tomar una ducha. El agua ardiendo choca contra mi piel y me relajo al instante. Mi mente se queda en blanco y disfruto de mi pequeño momento de paz entre tanto ruido. Oigo el sonido del agua golpear contra el cristal de la ducha, noto como las gotas recorren mi cuerpo y sonrío.
Salgo quince minutos después y cubro mi cuerpo con una toalla. Dejo el vestido para lo último y me pongo a secarme el pelo, intentando dejarlo medianamente decente. 
Un rato después consigo que mi pelo esté perfectamente liso y caiga con suavidad por mi espalda, hasta llegar casi a mi cintura. Maquillo mi rostro dándole un mejor aspecto. Mis ojos lucen mucho mas profundos y brillantes cuando aplico rímel en mis pestañas y decido darle color a mi piel pintando mis labios de rojo. 
Cubro mi cuerpo con el vestido negro que he escogido. Se pega perfectamente a mi piel y llega hasta la mitad de mis muslos, haciendo que mi delgado cuerpo se vea mucho mejor. 
Miro el reloj. Las ocho menos cinco. Me echo perfume y me pongo las botas del mismo color que mi vestido que llegan hasta un poco más arriba de mis rodillas. Cojo mi móvil y me aseguro de avisar a mi madre antes de coger mi chaqueta y salir.
El frio choca contra  mi cuerpo cuando salgo a la calle. Cierro la puerta de mi casa y coloco la chaqueta roja sobre mis hombros justo cuando veo el coche de Alex parar frente a mi casa.
Me acerco despacio y veo como el pelinegro baja del coche y viene hacia mi, mirándome de arriba abajo.
- Vaya… estás… - río suavemente y me paro frente a él. 
- Gracias, gracias. – me permito mirarle un poco cuando noto sus ojos por todo mi cuerpo. Su camiseta blanca se pega a su piel marcando su cuerpo, una cazadora negra cubre sus brazos. Se ve precioso con esos pantalones vaqueros y esa chaqueta, tanto que me quedo mirando más de la cuenta. 
- Mis ojos están aquí arriba guapa. – siento mis mejillas arden cuando me mira con una sonrisa divertida.
- Tú tampoco estás nada mal – digo sonriendo antes de pasar por su lado para ir al coche. Abro la puerta del copiloto y subo, recibiendo el calor que hay dentro. – Hola chicos.
- Hola – dicen mis amigos al unísono desde el asiento trasero.
Alex sube en el coche segundos después y comienza a conducir por las concurridas calles de la ciudad. Las calles están repletas de gente, las luces de los clubes y bares de la zona contrastan con la oscuridad de la noche y la música invade el coche mientras mis amigos cantan entre risas. 
- Supongo que tendremos que esperar un rato para entrar – digo cuando paramos frente a un gran edificio lleno de enormes ventanas. Veo a un montón de gente a través de ellas. Bailan al ritmo de las luces y la música que sale del edificio cuando la puerta se abre. 
- La gente como tú y como yo no debería esperar nunca, Ali. – el brazo de Alex rodea mi cintura invitándome a andar hasta la puerta. 
Una vez allí, Alex le dedica una mirada al guardia, que inmediatamente nos abre la puerta para que pasemos. 
La música retumba en el interior. Mis amigos paran a nuestro lado y agarro la mano de Mike para no perderlos de vista. 
- Seguidme – grita Alex intentando que le escuchemos sobre la música. Agarra más fuerte mi cintura y caminamos uno junto al otro hasta una zona apartada, separada del resto por unas cortinas moradas. Hay una gran mesa en el centro y sofás alrededor de esta. – Bienvenidos a la mejor noche de vuestra vida. – dice divertido. Suelto la mano de Mike una vez dentro de las costinas y Alex se tira a uno de los sofás, haciendo que caiga sobre él. Sonríe mientras noto mis mejillas sonrojarse. Sus manos no abandonan mi cintura, impidiendo que me separe de él. Siento su cuerpo bajo el mío, muy cerca, y paso mi lengua por mis labios de forma involuntaria. Sus ojos se deslizan a mi boca y los míos hacen lo mismo. 
Quiero besarle. 
No, no, no, Ali, no puedes besarle, es tu amigo, y casi ni eso. 
Me quedo quieta cuando sus manos aprietan fuerte mi cintura, pegándome más a él. 
- Deberíamos parar, Alex. – asiente despacio quitando las manos de mi cintura y me siento respirando pesado. Su respiración está tan agitada como la mía y Nick y Mike hacen como si nada hablando en el otro sofá.
- ¿Queréis algo de beber? Voy a pedir. – dice Alex levantándose rápidamente. Sale del reservado cuando le decimos que queremos y nos quedamos en silencio, por lo menos hasta que Nick decide hablar. 
- Te gusta Alex – no es una pregunta, su afirmación me asusta.
- ¿Qué? Claro que no. – digo nerviosa, mordiendo mi labio inferior. 
- Tú le gustas a él – dice Mike sonriendo. 
- Yo no le gusto a Alex, y él no me gusta a mi.
- ¿Quién no te gusta? – Mierda, mierda, mierda. Me giro despacio y le miro. Tiene una botella en la mano y una pequeña sonrisa en la boca. 
- Nada… un chico de mi clase, ¿verdad Nick?
- Claro, si, un chico de su clase – dice mi mejor amigo sonriendo ampliamente. 
No se cuantas copas después estamos los cuatro en medio de la pista, saltando y riendo entre la música. Hace calor y me siento mareada, sin embargo, no dejo de bailar. Nick me hace girar y me abraza riendo, Mike desapareció hace un rato con una morena con la que estuvo bailando un rato y Alex sorprendentemente sigue aquí, bailando con nosotros. 
- Voy al baño – me dice mi mejor amigo al oído. Asiento y me giro hacia Alex, que me mira con una sonrisa tonta en su rostro. Le sonrío de vuelta y toma mi mano acercándome a él. Dice algo, pero no consigo entenderle con la música.
- ¿Qué? – pregunto gritando.
- ¡Que creo que…! – veo como suspira y se acerca a mi oído. Su respiración roza mi piel haciéndome estremecer y trago saliva cerrando los ojos – Que creo que me gustas. 
Y entonces mi mundo se detiene. Dejo de respirar y juraría que mi corazón también ha dejado de latir. Le gusto. Le gusto a Alex. Le gusto al chico que me gusta. Porque me gusta, lo sé, aunque me haya negado como una tonta intentando ocultarlo.
No encuentro mi voz, las palabras se quedan atascadas en mi garganta cuando sus ojos encuentran los míos. Y entonces hago lo primero que se me ocurre. Agarro con fuerza el cuello de su camiseta y lo atraigo a mí. 
Nuestros labios se unen en el beso que tanto he esperado y aquí, en medio de esta discoteca plagada de gente, entre sus brazos, encuentro mi momento de paz favorito.
Uno que probablemente termine destruyéndome.



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En el texto hay: romance, amor, suspense

Editado: 01.08.2021

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