Abro los ojos lentamente intentando acostumbrarme a la claridad de la habitación. Noto sus brazos rodearme y su respiración contra mi cuello. Sonrío cuando siento como me pega a su cuerpo y me abraza más fuerte.
- Buenos días. - susurra con voz grave en mi oido.
- Buenos días, Alex. - giro mi cabeza para mirarle y sonrío ligeramente cuando veo que aún tiene los ojos cerrados. Pega sus labios a los míos en un beso corto sin abrirlos y sonríe. - Alguien se ha despertado cariñoso. - río sin poder evitarlo y entonces me mira.
- Yo no soy cariñoso - dice serio.
- Uy, yo creo que sí.
- Cállate Alicia - se gira para darme la espalda y noto como se ríe cuando apoyo mi cabeza en su hombro.
- Solo un poquito.
- No - niega rápidamente con la cabeza fingiendo estar enfadado y río aún más.
- ¿Vamos a desayunar? - pregunto acariciando su cuello con la punta de mi nariz.
- Hecho. - se levanta de la cama de un salto haciendo que mi cabeza rebote contra el colchón y oigo su risa mientras se viste.
- Idiota - susurro levantadome también.
Me visto deprisa y recojo mi pelo en una coleta alta. Alex agarra mi mano y juntos salimos de mi casa.
Caminamos bajo el sol, en silencio. Los coches pasan junto a nosotros a toda velocidad, el cielo está despejado y todo parece en orden. Sin embargo en mi cabeza sigue rondando el mensaje de ayer y, junto a este, un horrible presentimiento.
- Nena, ¿estás bien? - la voz de Alex me saca de mis pensamientos y asiento rápidamente evitando más preguntas. - Creo que deberías hablar con tu madre sobre lo de ayer, Ali.
- ¿Qué? Claro que no, seguro que fue un simple error o una broma de mal gusto, no hay que preocuparse por nada Alex, tranquilo.
- Pero...
- Alex, no digas nada de lo del mensaje, a nadie, ni siquiera a Nick, todo está bien.
- Podríamos asegurarnos de que sigue en la carcel.
- ¿Cómo?
- Hablando con tu madre.
- Si mi padre hubiera salido mi madre ya me lo habría contado, igual ni siquiera seguiríamos en este país.
- Eres una cabezota... - lo abrazo fuerte y sonrío inocentemente.
- ¿Entramos ya ha desayunar o prefieres seguir aquí hablando?
- Vamos anda - entramos juntos a una pequeña cafetería y nos sentamos en una de las mesas.
- ¿Sabes algo de los chicos? - le pregunto después de pedir - ayer escribí a Nick cuando nos íbamos y no me ha contestado aún.
- Según es Nick estará durmiendo en la cama de alguna chica en la otra punta de la ciudad - murmura riendo.
- ¿Y tú cómo sabes eso? - pregunto divertida.
- Porque en otras circunstancias yo estaría igual... - se calla rápidamente cuando le dedico una mala mirada.
- Genial, puedes irte con él entonces.
- No, osea... no quería decir eso - me mira nervioso e intento no reirme - me encantan estas circunstancias, ya se podrían repetir cada noche. - le miro con los ojos muy abiertos y esta vez el que ríe es él. - ¿Qué pasa?¿Te asusta pasar más noches conmigo, Green?
- No me llames así, y no entiendo porqué eso me asustaría.
- Por si te acabas enamorando. - dice sonriendo.
- ¿Yo?¿Enamorarme de tí? - me río ocultando mis nervios - Eso nunca va a pasar.
- Me alegro, no me gustaría tener que rechazarte, Green.
- ¿Crees que podrías rechazarme? Puede que el que se enamore seas tú.
- Yo no me enamoro - niega divertido y me quedo mirándole. - Alicia, se te va a caer la baba.
- Cállate. - le tiro un trozo del bollo que me acaban de traer y estallamos en carcajadas.
- Que madura, Green. ¿Cuántos años tienes?¿Diez? - ruedo los ojos y le ignoro mientras terminamos de desayunar. Siento su mirada en mí, pero no levanto los ojos de mi taza ni un segundo
Un rato después salimos de la cafetería y comenzamos a andar de nuevo.
Camino distraída mirando a mi alrededor cuando noto sus dedos entrelazarse con los míos. Le miro con una pequeña sonrisa y Alex sigue mirando al frente como si nada. Miro nuestras manos juntas y sonrío aún más antes de volver mi vista al frente.
- Quiero enseñarte algo. - rompo el silencio y tiro de su mano guiándole. Camino a toda prisa entre los pequeños callejones con el corazón latiendo deprisa en mi pecho. No he ido allí desde hace más de tres años, pero creo que este es el mejor momento.
Llegamos al inicio de la calle. Cinco casas de color azul y blanco alineadas a la perfección una junto a otra. Camino más despacio apretando la mano de Alex intentando contener los nervios.
Una, dos... Tres.
Me paro frente a la tercera casa de la calle. El jardín está descuidado, la hierba ha crecido mucho en este tiempo, las flores que llenaban de alegría el pequeño espacio están muertas en el suelo, la pintura está cuarteada; y aún así no puedo evitar una pequeña sonrisa nostálgica.
- ¡Bienvenido a mi primera casa! - miro a Alex que tiene una ceja enarcada y la vista fija en la fachada del edificio.
- ¿Tu primera casa? Creo que no entiendo nada. - sonrío y niego ligeramente.
- Antes de... bueno, ya sabes, vivíamos aquí. Crecí en esta casa hasta los seis años, más o menos. Luego nos mudamos a la casa en la que vivo ahora porque el trabajo de mi padre quedaba más cerca. - Alex me mira a los ojos mientras hablo y no puedo evitar ponerme nerviosa bajo su mirada.
- ¿De quién es esta casa ahora?
- Sigue siendo de mi padre, nunca la vendió. - tomo aire y vuelvo a mirar a la casa - Cuando los problemas empezaron él solía venir aquí, no sé a qué, ni sé las razones, pero pasaba aquí casi todas las noches.
Silencio. Alex no dijo nada. Nos quedamos mirando la vieja casa en la que pasé mis primeros años durante algunos minutos hasta que hablé.
- ¿Y si entramos?
- ¿Estás loca? - Alex me mira con los ojos muy abiertos y yo río.
- Venga, no va a pasar nada. Y seguro que sigue estando por aquí la llave de repuesto. - no dejo que conteste. Agarro su muñeca y le arrastro conmigo hasta la pequeña puerta. - Tiene que estar por aquí... - susurro buscando sobre el marco de la puerta cuando mis dedos tocan algo frío. - La tengo.