Con Alex en el hospital y los mensajes de mi padre mi vida se convirtió poco a poco en la peor pesadilla. Las horas pasaban despacio, parecían eternas y la ansiedad nunca me abandonaba.
- ¿Qué vas a hacer por tu cumpleaños, Ali? - miro a Nick sentado en la cafetería frente a mí. Sus ojeras destacan en su piel blanca y aunque intenta sonreír no lo logra del todo. Miro el sitio donde se sentaba Alex y un nudo se forma en mi garganta. Con una sonrisa triste miro de nuevo a mis amigos y niego lentamente con la cabeza.
- Nada. - susurro.
- Alex lo tenía todo planeado para este fin de semana. - enarco una ceja confundida y Mike continua hablando. - Íbamos a ir a su casa de la playa, lo había organizado todo. Quería llevarte a un club precioso que hay allí y pasear contigo bajo las estrellas. Iba a llevarte a cenar y a bailar. Hasta te había comprado un vestido para esa noche... - una lágrima cae por mi mejilla y no la detengo. Él tenía que ponerse bien, por todo lo que nos quedaba por vivir. Nuestra historia no podía terminar tan pronto. - Va a ponerse bien, Ali...
- Ya han pasado cinco días y sigue igual. Ni siquiera ha movido un dedo. - lloro rendida mirándolos y siento todo dentro de mí romperse en mil pedazos. - Maldita sea, tiene que despertarse, le necesito. No le dije cuanto le quería, no sabe lo importante que es para mí. Tiene que estar conmigo y abrazarme en mi cumpleaños, dormir en mi cama. Tiene que quedarse. - mi voz se rompe mientras hablo y como Nick limpia una lágrima que ha escapado de sus ojos.
- No va a irse a ningún sitio. Va a despertar y podrás decirle cuanto le quieres, cuanto le necesitas y cuanto te encanta. Tenéis toda la vida por delante, esto solo es un bache.
Salgo de la cafetería sin responder y comienzo a caminar mientras las lágrimas deslizan por mis mejillas. Cinco días sin escuchar su voz, sin sentir sus besos, sin oír su risa... e extraño muchísimo, nunca imaginé que él conseguiría hacerme esto...
Siento mi móvil vibrar y lo ignoro como llevo haciendo todos estos días. Lo que menos necesito ahorra es leer los mensajes de mi padre. Sigo caminando como si nada y siento que vuelve a vibrar. Miro a mi alrededor sintiéndome observada y camino más rápido. Cambio de camino y en vez de dirigirme a casa voy en la otra dirección. Mi móvil vibra por tercera vez y decido tirarlo al fondo de mi mochila para dejar de notarlo.
La preciosa calle de mi infancia aparece frente a mi y siento un vacío en el pecho cuando recuerdo el día que vine con Alex. Camino despacio y me detengo frente a la casa que cada vez está más deteriorada, sin embargo esta vez veo algo diferente, aunque no se identificarlo. La misma fachada, los mismos colores fríos, las cortinas cerradas... pero alguien ha quitado las flores muertas. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo al darme cuenta del pequeño detalle, pero intento tranquilizarme pensando que pudo haber sido cualquier vecino cansado de que la vieja casa arruine la hermosa calle.
Aparto los malos pensamientos de mi cabeza y comienzo a andar de nuevo. La sensación de que hay alguien mirándome no me abandona y empiezo a pensar que estoy perdiendo la cabeza. Creo que después de lo de Alex estoy un poco paranoica. Saco mi móvil y escribo a mi madre para avisar que llegaré tarde y camino hacia el pequeño parque que hay cerca de aquí.
Los recuerdos me invaden cuando veo el gran árbol y mi mente viaja al día que conocí a Nick, aquel niño de ocho años que me cambió la vida sin darse cuenta. Recuerdo mi primer beso bajo aquel árbol, las tardes jugando y la noche en la que todo se arruinó. Me siento bajo su sombra y cierro los ojos intentando despejar mi cabeza, sin embargo, me veo interrumpida cuando siento una presencia a mi lado. Me debato entre abrir los ojos o no aún sintiendo algo a mi izquierda y finalmente decido mirar.
Abro mis ojos lentamente y reconozco la figura que hay a mi lado sin siquiera girarme del todo. Su pelo rubio, más corto de lo que recordaba. Sus ojos verdes mirándome con intensidad. Su gran cuerpo que no ha cambiado nada a pesar de los años. Me cuesta respirar y siento que todo esto es una pesadilla más, sin embargo, cuando nuestros ojos se encuentran me doy cuenta de que todo es real.
- Papá...