Alex.
29 de enero, 2019. 9:57 a.m.
Nos detenemos frente a esa casa a la que Ali me trajo aquel día y ruego por que la policía llegue pronto para que Sara me suelte y me deje entrar de una vez. Las sirenas de los coches suenan minutos después y siento mi corazón golpear con fuerza mi pecho cuando se detienen frente a nosotros.
- Señora Green, ¿cómo está? - pregunta uno de los policías cuando bajan del coche.
- Tenéis que traer a mi hija. - dice con voz rota. El hombre asiente y se dirige a sus compañeros.
- Procedemos a entrar, ya sabéis lo que tenéis que hacer. No queremos muertos. - Veo como van hacia la puerta y detengo al policía.
- Yo también voy. - veo que va a contestar y le interrumpo rodeándole. - No es una pregunta.
Entro junto a los otros policías y empiezan a inspeccionar el piso de abajo, pero está vacío. Un golpe se escucha en la planta superior y corro hacia las escaleras sin pensarlo.
- Para, por favor. - oigo la voz de rota de Alicia y corro aún más hacia su antigua habitación, sin embargo antes de entrar alguien me toma del brazo.
- Creo que te has equivocado de dirección. - siento la punta de un arma en mi cabeza y me giro despacio encontrándome a un hombre tatuado de mi altura que me apunta directamente a la frente. - ¿Cuántos son?
- Somos 50 alrededor de toda la propiedad, no hay forma de que puedas escapar. - dice uno de los policías que aparece detrás del hombre. Sigo oyendo otra voz en el cuarto de Alicia y me giro a mirar la puerta. Dos policías se acercan apuntando al tatuado y lo esposan llevándoselo sin mucha dificultad y yo aprovecho para llegar hasta el picaporte. Lo giro sin dudar y siento como me desvanezco con la imagen que tengo en frente.
- ¡Alicia! - grito cuando la veo sobre un gran charco de sangre en la cama, sin ropa y llena de marcas.
- Las manos arriba, señor Green. Deje el puñal en el suelo y acérquese despacio. - dicen a mi espalda. Intento moverme, sin embargo mi cuerpo no responde y me quedo viendo como el amor de mi vida suelta su vida frente a mis ojos. Varios policías me rodean y esposan al padre de Alicia. Otros intentan sacarme de ahí, y no me resisto. Mi mente se nubla y me niego a creer lo que acabo de ver.
Ella no puede estar muerta.
Veo a mis amigos correr hacia mí cuando llegamos a la calle. Creo que me hablan, pero no los oigo. No oigo nada de lo que hay a mi alrededor. Solo oigo la risa de la rubia, sus quejas y sus bromas malas. Veo a los policías acercarse a Sara y veo como cae de rodillas al suelo llorando desconsolada. veo a Nick corriendo hacia ella y a Mike mirarme fijamente con los ojos llenos de lágrimas.
Y entonces veo la imagen que me termina de destrozar. Varios agentes sacan una una camilla cubierta con una tela negra. Veo su pequeña y delicada mano asomar por debajo de esta y corro hacia la camilla.
- No, no, no. Alicia, vuelve. Vuelve conmigo. - Suplico llorando.
- Chico, tienes que descansar... - me dice el policía de antes.
- Necesito verla. Necesito que sepa que la quiero. - veo como le hace una seña a los agentes que llevan la camilla y se retiran después de dejarla en el suelo. Con manos temblorosas aparto la tela y veo su rostro pálido, delgado, sin brillo. Sus ojos cerrados, que nunca volverán a abrirse, sus labios sin color, agrietados. Acaricio sus mejillas frías y lloro en silencio. - No me dejes Alicia. Nena, todavía nos queda mucho por vivir. No puedes dejarme ahora. Te quiero, te necesito. Vuelve, no puedes morir aún. - siento como me apartan de ella y no hago nada por luchar.
Me han quitado una parte de mí que nunca podré recuperar y me han dejado completamente destrozado.
Los chicos me llevan al piso y nadie dice nada, creo que no hay nada que decir en momentos así. Me encierro directamente en la habitación y la recuerdo tumbada en mi cama durmiendo conmigo, bailando porque sí y rebuscando ropa en mi armario.
La lluvia golpea contra mi ventana con fuerza, silenciando los sollozos que abandonan mi cuerpo.
El dolor es cada vez más insoportable, su imagen sin vida no se va de mi mente.
Intento callar mis pensamientos, esos que me recuerdan que parte de esto es mi culpa, intento que los recuerdos se vayan, pero solo me atormentan más.
Ella cubierta de sangre, sus ojos cerrados y su pulso apagado. Ella sobre esa camilla, la ambulancia alejándose a toda velocidad, los policías impidiéndome seguirla.
¿En qué momento llegamos a esto?
Jamás pensé que esa pequeña rubia destruiría mi vida de la forma más caótica y hermosa.
Pero tengo una cosa clara, si lo hubiera sabido, la habría buscado mucho antes.