"Plan ser yo"
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Una vez me preguntaron si tenía una lista de deseos o una lista de "100 cosas que quiero hacer antes de morir", no supe que responder ante esa pregunta, no tenía la respuesta en la punta de mi lengua o donde sea. Solo quería saber el motivo a su pregunta que para mí era absurda. Así que le pregunté el motivo de aquella pregunta, pero lo que recibí fue una jugada muy sucia. Me enoje al darme cuenta que evitó mi pregunta y empezó a darme un sermón de la importancia de tener "sueños", ¿qué hay de malo no tener sueños?
El cielo estaba de colores violetas y anaranjados, realmente era un maravilloso atardecer, y lo único que yo pensaba era "no tengo sueños, tengo secretos". Sin saber que ese era mi último día al lado de él, parados en la orilla del mar contemplando las olas que iban y venían. Me arrepiento de no haberle dicho mi secreto más importante.
Pero lo más gracioso fue que después de ese día me pude dar cuenta de algo. Que yo soy exactamente como esas olas que vienen y van, siempre recorriendo el mismo camino nunca saliendo de sus límites puestos, sin poder cambiar su destino de ir y venir. Así soy yo, Evolet Jun.
Por el apellido pueden suponer que soy coreana, surcoreana, y la verdad es que sí, lo soy. Pero eso no es lo más importante ahora, lo importante es qué hago en el asiento de un avión en dirección a Estados Unidos de América, lugar donde los sueños son posibles. Sueños, de nuevo esa palabra que hace dos años desde ese día en la playa con él estuve... No puedo sacar de mi mente esa palabra por nada en el mundo, es como si fuera mi segunda conciencia que me susurra cuando estoy distraída: «¿Estás segura que no tienes ningún sueño? ni siquiera el querer volver a verlo, ¿puede ser uno?».
—¡N-O NO es algo imposible! —digo en voz alta dándome cuenta que todas las miradas de los pasajeros están posicionadas en mí, alzo mi mirada y veo a una aeromoza parada a mi lado en el pasillo con el carrito de catering al pasajero, mirándome seriamente y dándome una sensación de que está indignada, lo peor no sé por qué, quizá por lo que dije o qué—. Ah, disculpe ¿quiere algo? —pregunto con cara de inocente y sin culpa. Siento al lado mío a mi hermana fulminándome con su mirada feroz. ¿Qué hice?
—Señorita le vuelvo a repetir qué bebida o...
—¡Ah, sí! Quiero solo agua, gracias —digo interrumpiéndola, avergonzada bajo la mesita que se encuentra en la parte posterior del asiento que está frente a mí.
No puedo creer que me haya zambullido profundamente en mis pensamientos llegando al punto de no prestar atención a las cosas que pasan a mi alrededor. Estoy decepcionada de mi misma porque no soy así. Yo soy muy cautelosa con todo, específicamente con todo que tenga que ver con mi vida.
—Sírvase y siga disfrutando de su viaje con nosotros —me dice inclinando la cabeza y plasmando una sonrisa falsa en su rostro empujando el carrito hacia la parte de atrás. Le devuelvo la sonrisa diciendo gracias, pero...
—¡Auch! —grito por el pellizco que sentí en mi brazo izquierdo, sé quién lo hizo; así que volteo mi cabeza hacia la dirección donde mi hermana mayor, por cierto, está sentada para reclamarle.
—¡¿Ahora qué hice?! —bufé algo confundida ya que no sé la causa del pellizco.
—Debes dejar de estar en las nubes, Evolet —dice volviendo a pellizcarme jocosa.
—¿A qué hora llegaremos? —Intento cambiar de tema.
—¡Por Dios! No esquives lo que declaro —bufó con una sonrisa en su rostro.
—No es así...
—Ajá... a mí no me engañas jovencita —me dice frunciendo el ceño y sin dejarme completar la oración. No puedo creer que ella es la única que me deja sin acabar lo que quiero decir, con las palabras en la punta de la lengua y a veces sin palabras; la verdad me irrita, pero es mi hermana mayor y la que básicamente me crió. Así que... supongo que la quiero.
—Llegaremos a las cinco de la tarde —responde a mi pregunta después de cinco minutos de silencio, la miro y tan solo asiento ante su respuesta. La verdad ya sabía porque antes del vuelo lo habían mencionado—. Intenta leer algo, ¿ok? —recomienda amablemente.
—No traje ningún libro —confieso.
—¿Por qué no has traído uno? —cuestiona confundida.
—Ocupaba mucho espacio y aparte el Sr. Kim me prometió que me enviaría por encomienda todos mis libros —digo sin preocupación.
—¡Aj! el Sr. Kim no sé cómo puede soportarte en serio —farfulla haciendo una mueca.
—Es que él me quiere de verdad. De hecho, es como un padre y a la vez un abuelo muy cariñoso —digo de manera orgullosa y a la vez defendiéndolo.
—Como digas —masculla y me da una sonrisa forzada, paso por alto sus palabras y su sonrisa para quedarme callada e intentar dormir.
La voz de la aeromoza comunicando que en media hora el avión aterrizará, me ha despertado interrumpiendo la mejor etapa de la vida humana, dormir. Lo que significa que debo dirigirme al baño para cambiarme de ropa ya que estoy vestida con mi pijama favorita de ositos pandas. Sí, viajo con pijama porque es lo mejor que alguien puede hacer cuando viaja, no importa si es corto o largo el viaje siempre iría de este modo. Aunque, a mi hermana no le gusta la idea, porque piensa que las personas deben ir bien vestidas para precaver las posibles situaciones que puedan suceder.
Luego de cambiarme y peinarme vuelvo a mi asiento, aseguro el cinturón de seguridad y enderezo el asiento. Ya en tierra mi hermana y yo nos adentramos al aeropuerto para recoger nuestras maletas que son como mil, no, en serio son muchas ya que nos estamos mudando a Estados Unidos, específicamente al estado de California.
Ya con las maletas en nuestras manos y las más pesadas en los carritos del aeropuerto, nos dirigimos a migraciones, las cuales no tendremos dificultad para el ingreso al país ya que mi mamá reside ahí más de diez años.
Editado: 10.12.2021