Perder o Ganar Libro 4

Cap 3 Trazando Objetivos

Año 2000 (EL PASADO)

El cielo pintaba gris, el viento era recio, y la cantidad de hojas de los árboles caían sobre la cerrada lápida de uno de los hombres más polémicos de la sociedad de clase alta: Maximiliano Sagbini. Quienes lo conocían podrían describirlo como un hombre déspota, despilfarrador y autoritario. 

El hombre había perdido la vida con tan solo 28 años en un accidente automovilístico, los hechos están en proceso de investigación, pero las cámaras internas del auto, demuestran que una mujer, quien iba con él, es la que provoca que el carro choque y dé varias vueltas en carretera. Ángelo, su padre, ya estaba enterado de la situación, sentía un profundo dolor y un odio hacia esa mujer y su familia por haberle hecho daño a su único hijo varón. 

Junto a su tumba, estaba de pie, impávido, con ojos llorosos y perdidos, trayendo un recuerdo innato de la niñez de su hijo:

Maximiliano nació fuera del matrimonio, fue criado como un príncipe tirano, con unos gustos exagerados; en su adolescencia ya estaba metido en problemas, no era hombre de una sola mujer, en varias ocasiones lo vieron con distintas mujeres famosas; por ser hijo del gran empresario Ángelo Sagbini los medios de comunicación lo tenían al acecho. Pero muchas cosas pasaban dentro de la mansión Sagbini, rodeada de muchos guardias, trabajadores y empleadas. 

El muchacho se llegó a interesar en una hermosa chica de ojos café, ella era la hija del jardinero de la mansión; la relación sentimental que tuvieron, si podemos llamarla de esta forma, no duró mucho tiempo; la chica se fue lejos llevándose en su vientre una criatura. Ángelo, al enterarse del embarazo, la busca por cielo y tierra sin obtener resultados. Hasta que un día... cinco años después se entera de que está en Londres y la obliga a regresar a Roma junto con su pequeña hija Andreína, de 5 años. 

El día del accidente Ángelo le tenía preparada la sorpresa a su hijo, quería que Maximiliano conociera a su pequeña hija de cabello castaño, ojos miel, y tenía un gran parecido a él.

La niña vestida con su traje de pliegues rosa, todavía no entendía lo que pasaba, ni siquiera tenía sentimientos por la persona que estaban velando, nunca lo vio en su corta vida, así que ella solo escuchaba el llanto de Ángelo y de otras personas que lo acompañaron en el funeral. Ángelo la carga y se acerca con ella a la tumba.

—Maximiliano... ¡Te juro delante del cielo y la tierra que tu muerte no quedará impune! Tengo de mi lado a tu hija, ella me ayudará a llevar a cabo nuestra venganza..., ¡Los Hidalgo han cavado su tumba!— termina de decir entre dientes que hace estremecer a la pequeña.

Con el tiempo Andreína logró convivir con su abuelo en la mansión, su madre se regresó a Londres sin darle ninguna explicación, la última frase que ella recuerda es:

—hija, ya sabes donde encontrarme!.

Dejando a la pequeña al cuidado de su abuelo, la esposa de él y sus otras dos hijas.

Por la mañana iba a la escuela más privilegiada del país y por la tarde se sentaba en la biblioteca de la casa, junto a Enrique Messino el abogado de Ángelo, Fabio Vitale un investigador secreto y Luisa Serra, una mujer asistente que organizaba las reuniones siempre a la misma hora.

En la pared había un tablero grande, con fotografías de aquella familia que acabó con la vida de su padre; Ángelo se lo enseñaba cada día a su nieta, que bostezaba de cansancio al saber que su abuelo no se detendría. 

A los diez años ya asimilaba perfectamente a quién iba a destruir y porque lo iba a hacer, todo ya estaba planificado; luego ella misma se metía en la página Web  buscando información de aquella familia enemiga, ¿qué eventos hacían? ¿Hacia dónde se dirigían?, ¿con quién se reunían?; el investigador secreto también les traía mucha información crucial para llevar a cabo sus planes.

A los quince años aprendió a usar armas, su abuelo la llevó a competir en tiros deportivos donde ella le pegaba al objeto con una fiel puntería, adquirió destreza y habilidad para armar y desarmar un arma.

A sus 17 años era una joven igual que los demás pero con unos objetivos trazados. Entraba al despacho miraba las imágenes del tablero:

Lucy Hidalgo "autora principal del accidente donde falleció mi padre" casada con Marcos Colunga y tiene dos hijos Hannah y Cristian 

Richard Hidalgo "hermano menor de Lucy" nuevo gerente de Inversiones Hidalgo, "el soltero millonario más deseado por todas las mujeres de la sociedad.

—Se les cae la baba por este idiota arrogante, ¡no sé qué le ven de bonito!— se expresa tomando una flecha en su arco y la lanza justo en la imagen de Richard, clavándola en la frente.

—¡estás muerto!

Al cumplir sus 18 años ya estaba en segundo semestre de derecho, con su madre siempre tuvo una comunicación por teléfono y que haya viajado dos veces a verla en Londres fue mucho. Andreína escogía su grupo de amigas para pasarla bien. Su abuelo la dejaba salir a divertirse siempre recordándole cuál era su objetivo principal. 

En su clase de leyes conoció a un chico muy apuesto que se llamaba Juan Pablo, aunque el chico parecía tímido, se notaba que también le gustaba ella; sin embargo, no tuvieron el tiempo necesario para hablar o salir, ella todavía estaba en entrenamientos después de clase y él se ausentaba para salir de viaje a jugar béisbol.




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