Perdidas

Capítulo I

Reino de Agua

23 marzo

Agaché lo que más pude mi cabeza, logrando que la espada rozara mi nariz.

Cai de rodillas raspando el pantalón que al ser de seda se ha de haber desgarrado. Mi moño improvisado se soltó mostrando una cola floja.

El hombre enmascarado al ver que esquive su golpe regresó su arma con fuerza a mi dirección. Salté a un costado, trasbillando por las sandalias que se resbalaron por el piso bien pulido.

Patee con fuerza su mano dónde tenia su arma, haciendo que cayera lejos de nosotros. Ninguno intentó traerla. 
De su bota saco una navaja plateada con lunas incrustadas. 
Los sobrantes. 
Se sacó la máscara de payaso que cubría su rostro y me mostró una sonrisa maquiavélica.

Vi como se acercó con rapidez intentando apuñalarme, pero me moví un poco para rápidamente golpearle el rostro haciendo que se agarrara la nariz.

Me miró divertido por mi comportamiento, tiró su arma y con mucha fuerza me golpeó el estomago dejándome sin aire: caí al suelo.

Levantó su bota y cuando me iba a golpear la cabeza, rode . Intenté levantarme pero de una patada golpeó mi abdomen, con fuerza agarró mi cabello y levantó mi vista para conectarla con la suya.

Unos ojos dorados me miraban con burla y morbo. Mi lado rebelde hizo que le escupiera en el rostro.

Se agarro su castaño cabello y soltó una carcajada que me hizo dudar de su cordura.

Y en un acto que no esperaba, junto mis labios con los suyos.

En su distracción, le golpeé sus partes, logrando que me tire lejos para poder sobarse. Puse mi rostro asustado y fingí temblar; arraste mi cuerpo hasta chocar con la pared dónde se encontraba la navaja que antes había tirado.

-Siempre he amado esa expresión en los rostros de mis niñas, lo haría gratis si me mostrarán ese rostro - a paso lento se acercó a mi- Como voy a disfrutar esto.

Su sonrisa mostraba sus amarillentos dientes, iugh.

Me tiró una cachetada y se puso encima mío, con gran temor vi como se abría la brageta. Me moví desesperada y a la vez incomoda pero el miedo fue tanto que por un momento me quede paralizada.

El se rió y con fuerza me agarró la blusa y comenzó a besar mi cuello. Sentía sus manos viajando por todo mi torso.

Todavía no. Todavía no. Todavía no. Todavía no.

Comencé a llorar y él se acerco más, mucho más.

Ya es hora.

Mordió mi oreja y sonreí, al tenerlo tan cerca no podía fallar; le clavé la navaja en cuello rogando que haya dañado algo importante y la sangre a montones me confirmo que lo había condenado a muerte.

Lo quite de mi encima ,para no ensuciarme más de lo que ya lo había echo .

Mi pijama antes celeste se encontraba totalmente manchada y se pegaba a mi cuerpo, no le tome mucha importancia y me abotone la camisa.

Aún asi me sentí asqueada y quería bañarme, pero todavía no sabia si los demás se encontraban bien. Y eso era mucho más importante.

Mire su cuerpo ahora inerte y sabiendo que estaba mal me reí de lo que había echo.

Mientras corría hasta la puerta me volví a hacer un moño. Cuando la abri pude ver que la situación era igual en todos lados; hombres enmascarados agarraban a quien podía y le quitaban la vida sin dudarlo.

Sobrantes.

Corri hasta mi hermano que estaba tirado en el suelo; una mujer estaba a punto de dispararle en la frente tuve que correr para detenerla y por el impulso la empuje con fuerza, haciendo que cayera al suelo y su arma a mis pies.

Tú quisiste dañar a mi familia, pues ahora es mi turno.

Sin dudarlo le dispare en la frente dejando que se muriera al instante. Volteé a ver mi hermano, esparando que me felicite por lo que hice.

Como un niño esperando un dulce.

-¿Ocean?... ¡Ocean!

Su torso estaba sangrando, demasiado

Apreté su estómago intentando que su sangre parará pero solo logré que mis manos se marcharán.

-¡Un sanador! ¡Por favor! ¡UN SANADOR!

Nadie me hacía caso todos luchaban para poder sobrevivir, comencé a llorar, de la impotencia y apreté con más fuerza.

Vamos, calmate.

Busqué con la mirada a alguien que vista una toga celeste en sus hombros. Y lo encontré, muerto a tres casas

-Lo siento. Disculpa. Esto fue mi culpa.

Ya no entendía por que lo hacía, siempre había sido así.

A mi mente llegó la idea de como se curaba a las personas, pero solos los Fríos lo hacían. Ellos sacaban chispas de sus manos solo con pensarlo y la herida se cerraba.

Intente hacerlo pero nada.

tú hermano vale más que tú. Todos ellos valen más que tú. Debes protegerlos con tú miserable vida》

Pierde sangre, tengo que darle la mía. Un estúpido pensamiento que se me había inculcado. "Sí a tu hermano le falta algo, daselo".

Agarré una roca filuda y me hice un corte en la palma. La sangre no tardo en salir y caer en su torso herido. Noté como mi sangre salia como un hilo y se conectaba con su carne abierta.

Como si de una cuerda se tratara, mi sangre giraba en el primer hilo rodando hasta estar cerca a la de mi hermano, logrando volverse gruesa a cada segundo, pude ver como sufría una transformación notoria.

Del color rojizo pero negruzco que la mía poseía pasaba a un rojo intenso para acoplarse con la de Ocean. Pero la sangre que él perdió era mucha y yo no podría remplazarla toda, mire la que estaba en su ropa y la del suelo.

Roge mentalmente para que sea apta para volver a ponersela. De la nada se levantó y giró a mi alrededor volviendo a estar limpia.

Todo regreso del suelo a su cuerpo y se cerró por completo la herida.

Solté un suspiro de cansancio, la herida de mi mano desapareció pero mi piel estaba más pálida.

Mi hermano abrió los ojos, lentamente, mostrándome un bello color azul, en el cual podrías ver mucho más que un hermoso mar.

Claro que al verme, frunció el señor y miró su estómago. Solo tenía su ropa rota. Miró el cuerpo a mi costado de la mujer que le había dañado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.