¿Alguna vez has experimentado el fenómeno del “déjà vu”?
Porque yo sí.
Lo experimenté hace un mes cuando te observé, tan feliz con tu brazo alrededor de ella, mientras se reían con aquellos que solían ser nuestros amigos.
O por lo menos quienes yo consideraba mis amigos, porque ahora tengo en claro que nunca fueron mis reales amigos. Simplemente me soportaban por ti.
Recuerdo el momento exacto en el cual sus miradas se encontraron y sus ojos brillaron con tal intensidad que podía compararse con las estrellas en una noche calurosa de verano. La complicidad entre ambos hacía que mis venas hirvieran de furia.
Eran una pareja de jóvenes enamorados que no podían mantener sus cuerpos y corazones alejados del otro. Pero entonces ¿mis planteos eran paranoias, al igual que yo, como tanto asegurabas?
Y creer que hace unos meses atrás yo estaba en su lugar…
Yo era quién recibía tus miradas juguetonas y sonrisas brillantes cuando decía algo que te complacía.
Yo era quién me sentaba en esa mesa con tus amigos, a pesar de que me incomodaban algunas de sus miradas despectivas ante mis intenciones de encajar en tu mundo.
Era a mí quién abrazabas por los hombros y dabas pequeños besos cada vez que tenías oportunidad.
Yo solía usar la chaqueta del equipo, porque me sentía orgullosa de mostrarme ante todos como tuya.
Cada gesto, acción y palabra que ella está experimentando junto a ti, yo lo viví primero.
Puedo asegurar que la has llevado a nuestro lugar especial, como también habrán mirado nuestra serie favorita. O quizás todos los fines de semanas van a recorrer la ciudad en tu auto mientras cantan las canciones que yo te recomendé, y que incluso grabé en un CD para que al oírlas te puedas acordar de mí.
No quería quedarme en la cafetería y contemplar cuán felices eran. Creía que era injusto que tu estuvieras alegre y sano cuando yo sentía cada parte de mi alma romperse como un maldito cristal.
Solamente necesitaste dos semanas para salir con ella, pretendiendo así que lo nuestro jamás existió.
Todas las cosas que hice por ti, para poder llamarte mío, no funcionaron porque encontraste rápidamente en otra chica lo que tanto deseabas y yo no podía ser.
Ni los vestidos vintage o el delicado maquillaje que solía usar cada que vez salíamos juntos fueron suficientes para que me amaras tanto como yo lo sigo haciendo. Tampoco te importo que yo fuera la única junto a ti cuando estabas en tu peor momento, acompañarte a terapia y leer tus libros de autoayuda significaron una mierda para ti.
¿Acaso es ella la indicada? ¿O es otra chica más que sacara lo mejor de ti, pero que luego desecharas y destruirás completamente?
Me encantaría desear que suceda lo segundo, pero no puedo. Ella es tan hermosa y luce tan agradable que me sentiría una total basura si hablo mal de ella o ruego para que también la destruyas.
Lo único que puedo desear es que seas feliz, pero no más feliz de lo que alguna vez fuiste conmigo. Soy una egoísta, lo sé, pero aún no puedo dejarte ir.
No es tan sencillo borrar cada marca que dejaste en mi cuerpo y alma.
Mis amigos probablemente estén cansados de oír lo mucho que te extraño, pero ellos no entienden cuanto te amo y lo intensa que fue nuestra relación.
Sí, admito que hubo momentos donde sentí que avanzábamos un paso, pero retrocedíamos tres. Sobre todo, cuando en tus ataques de histeria pasabas de aquel amante que me acompañaba hasta la puerta de mi casa, a ese que me echaba con lágrimas en las mejillas para que regresara sola a mi hogar. Sin embargo, nada puede borrar los momentos donde me hacías sentir como la única chica del mundo y la más afortunada por tenerte.
¿Ella se sentirá de la misma manera? ¡Diablos! Odio que me hayas convertido en este tipo de chica que se comparara constantemente con las demás. También odio que me hayas jodido tanta la mente hasta el punto de dudar de mí misma. ¿Soy tan hermosa como todas esas Prom Queens con las que saliste antes? ¿Soy tan divertida como creí que era?
Estoy tan cansada de sentir estos celos e inseguridades, especialmente cuando entró en el perfil de Instagram de ella y observo su vida tan perfecta. Sus salidas con amigos cada noche en el precioso auto de su padre, sus vacaciones en la playa, su esculpido cuerpo y aquel rostro que enamoró al chico que juraba por su vida que todas mis teorías respecto a su relación con ella eran tonterías y que solamente eran buenos amigos.
Probablemente pensarás que sueno como una resentida exnovia que no puede aceptar que su ex pudo superarla fácilmente, sin embargo, no sabes cómo se siente perder tu mente mientras lloras en el piso de tu baño durante toda la noche. Quizás soy demasiado emocional, o tal vez tú eres un jodido sociópata al cual nunca le importe y tu apatía es tan grande como tu automóvil deportivo.
Si estoy escribiendo esto es porque mi madre siempre dijo que escribir es una manera efectiva para desahogarse, y realmente siento que estoy a punto de explotar.
¿No eran estos los años de oro? Bueno, pues yo desearía desaparecer del mundo o abandonar todo e irme a comenzar una nueva vida. Pero decirlo suena mucho más sencillo que hacerlo.
No tenía planeado extenderme demasiado, pero creo que era necesario para mi bienestar emocional poder expresar todo lo que estoy sintiendo, incluso aquellas emociones que no debería sentir porque son inmoralmente incorrectas. Como, por ejemplo, los celos. Pero un corazón roto no puede limitar algunos sentimientos y sensaciones.
¿Sabes? Hoy mi terapeuta me preguntó que te diría si tuviera el coraje de enfrentarte. En una primera instancia pensé en decirte cuando te detesto y culparte por arruinar nuestro amor, hasta que los recuerdos de aquel niño rubio que amaba tocar la batería en la banda que creó para olvidar las marcas que su padre grabó en su piel y alma, invadieron mi mente y acepté que jamás lograría odiarte. Sin importar todo lo que sufrí contigo, siempre recordaré al que fue mi mejor amigo de la infancia y que luego se convirtió en la primera persona que me hizo descubrir y experimentar que es el amor, aunque no fue uno muy dulce sino más bien amargo.