Corrió por los pasillos del castillo, lágrimas cayeron sobre su rostro. Llegó al gran salón y se lanzó hacía sus padres, arrojandose en sus brazos.
—¡Papá! ¡Mamá! —sollozó
El rey y la reina la estrecharon contra ellos, preocupados.
—¿Que pasa, hija? —preguntó su padre.
Atharia respiró profundamente, intentando calmar su llanto.
—Tuve una pesadilla —respondió con voz temblante— soñé que todos morían.
Su madre la acuno contra su pecho.
—No es real cariño —le dijo suavemente.— Fue solo un mal sueño.
Su padre le acarició el cabello.
—No nos pasará nada Atharia —Prometió— Estaremos aquí contigo. Siempre.
Atharia se aferró a ellos, buscando consuelo en su calor y amor, pero la imagen de la pesadilla persistía en su mente, como una sombra oscura que no podía sacudir.
—Prometanmelo— murmuró.
—¿Que, mi amor? —indagó su padre.
—Prometan, que no me dejarán. Que siempre estarán conmigo.
Su padre y su madre se miraron, luego la abrazaron más fuerte.
—Te lo prometemos, Atharia —aseguró su padre— siempre estaremos contigo.
Justo en ese momento las puertas se abrieron dándole paso a sus 3 hermanos mayores, quienes entraron corriendo con sonrisas en sus rostros.
—¡Atharia! —gritaron al unísono, corriendo hacia ella.
Sus hermanos Arin, Eryndor y Lyrien, la rodearon en un fuerte abrazo pero Arin se separó.
—¿Qué pasa, hermanita? —Preguntó el mayor de los 3 preocupado al notar los ojos inchados de ella.
—Tuve una pesadilla —confesó Atharia, sonriendo débilmente.
Eryndor, el travieso dio un paso hacia atrás e hizo ojos bizcos con la lengua para fuera haciéndola reír, mientras Lyrien el más serio, la abrazo con fuerza.
—No te preocupes, Atharia —beso su frente con dulzura—. Estamos aquí para protegerte —desenvaino la espada de madera que tenía en su cintura—. Blandiria mí espada por tí.
Los otros dos hermanos se miraron entre sí y asintieron.
—¡Nosotros también! —levantaron la voz junto con sus espadas.
Sus padres sonrieron, observando la unidad de sus hijos y lo felices que estos eran.
—Siempre estaremos juntos, mi pequeña —dijo su madre acariciando con ternura su mejilla.
Atharia abrió los ojos lentamente, aún escuchando el eco de las palabras de su madre "juntos" . Pero cuando miró a su alrededor, el corazón se le hundió.
No estaba en los brazos de su madre. No estaba rodeada de sus hermanos y su padre.
Todo había sido un sueño.
Un sueño donde su familia aún vivía.
Atharia se sentó en la cama, con lágrimas aún frescas en sus mejillas. Quería volver a ese sueño, quería sentirse segura y amada una vez más.
—Juntos...—susurró recordando las palabras de su madre .
Ojalá fuera verdad, ojalá pudiera volver a estar rodeada de su familia pero ....
Esta sóla
Atharia bajó de la cama. No podía volver a dormir, no después de ese sueño tan intenso. Necesitaba encontrar algo que la calmara, algo que la hiciera sentir menos vacía.
Bajó las escaleras y salió del castillo, bajo la luz de la luna, el invernadero deslumbra, como si el propio universo supiera lo que necesita.
Camino rápidamente sin importarle lo descalza que estaba, solo quería entrar ahí, al hacerlo se paró en medio del lugar, mirando con atención las cosas que se encontraban plantadas a los alrededores. Los pétalos delicados y frgantes.
—Concentrate, Atharia —la animaba Arin sonriendo.
—Siente la energía fluir dentro de ti —aconsejo Eryndor.
—Y visualiza las rosas creciendo, floreciendo —añadió Lyrien.
Una sonrisa amarga y dulce apareció en sus labios, recordando la alegría y la conexión que había sentido en ese momento con sus hermanos, un momento que no volvería a repetir en carne propia.
Las piernas le fallaron y cayó de rodillas al suelo, percibiendo en piel la tierra húmeda.
—So-solo una vez más —susurró y tocó con ambas manos la tierra liberando una onda de energía carmesí, el cual las rosas absorbieron.
Los pétalos se abrieron y liberaron esporas luminicas que flotaron y se unieron tomando forma. La figura de su madre y padre apareció ante ella, sonriendo con amor. Luego sus hermanos surgieron de la luz riendo y corriendo hacia ella.
Atharia se levantó, sonriendo atravez de las lágrimas y abrazo a su familia, sintiendo una vez más su calor y amor.
La ilusión era tan real que podía sentir el latido de sus corazones, el olor de su cabello y la textura de su piel.
Por un momento Atharia se olvidó de la realidad, de su tristeza. Pero ellos comenzaron a separarse y alejarse de ella .
Su padre se detuvo, a una distancia la miro con ojos amorosos y esperanzados, le extendió la mano.
—Ven con nosotros, Atharia, mi hermosa hija.
Ella extendío la mano lentamente, pero justo cuando sus dedos estaban apunto de tocarse ....
La ilusión se desvanecío.
Ahora, nuevamente se quedó sóla, rodeada del silencio.
—Pronto, padre... pronto —respindió al aire recordando la invitación de él, aunque sabía que no era el verdadero.
—¡Princesa! —gritó Riker, corriendo dentro del invernadero—. ¿Estás bien? —la observó con atención.
Ella asintió lentamente, intentando ocultar su turbación.
—¿Que haces aquí? —cambio de tema.
—Te he estado buscando —respondió, conociendo perfectamente lo que estaba intentando—. Vi que no estabas en tu habitación y me preocupe.
Atharia sonrió débilmente.
—Gracias por tu atención pero, estoy bien —suspiro e intento dar un paso pero cayó al suelo.
Riker la sostuvo con fuerza, preocupado, su mirada estaba más vacía que de costumbre.
—No estás bien, princesa —comentó— déjame llevarte a tu habitación.
Atharia negó pero Riker hizo caso omiso y la levantó en brazos.
—No necesito....—protestó.
—Sí, necesitas —insistió—. No puedes cuídarte sola en este estado.
Atharia se rindió, permitiendo que la llevara entre sus brazos. Su cercanía y su calor la hacia sentir segura.