Hace mucho tiempo las personas decidieron establecerse en territorios fértiles. En vez de cosechar en el camino, crear sus cosechas. En vez de cazar su comida, la podían criar. Nació el asentamiento, la sociedad entre personas evolucionó. Muchos alcanzaron la prosperidad y otros aprendieron del conformismo.
Las tierras fértiles no eran infinitas. Nació la guerra.
El mundo avanzaba y retrocedía con cada guerra. Pero fueron más los avances. Fueron más las nuevas civilizaciones que aquellas que dejaron de existir. Consolidando para muchos las bases de los reinos. Los países poderosos dominaban territorios inmensos que apenas podían proteger. En un reino salvaje una pequeña familia vivía pacíficamente.
Allá en el valle del querer, un lugar alejado de todo lo demás, una madre estaba con su hijo, el mayor de tres, mientras la niñera cuidaba de las más pequeñas. Había colocado mucho esfuerzo estos días. Su esposo, el duque Proto, vendría en unos días por fin. La guerra había separado temporalmente a la familia. El tiempo de descanso había llegado al fin. Pero Helena prefiere la vida de campo al castillo. Cuidados por un tío, la pequeña familia vive cómoda en el valle.
—Oliver, deberías poner más esfuerzo en aprender a leer. Quiero que sorprendas aún más a tu padre. —dijo Helena.
El pequeño estaba distraído por la vista del exterior. Había encontrado un lugar donde le gustaba estar en el bosque y estaba un poco impaciente por seguir explorando un poco más.
—El jovencito es un explorador, quiere ser como su padre. —dijo la vieja niñera.
Había razones por la cual Helena se había decidido por una niñera con este aspecto y edad. Primero, quería darles a sus hijos la típica abuela y no la vieja estirada que era su suegra. Además, su esposo no tiene buen historial cuando se trata de mujeres. Ella conocía a su esposo. Lo amaba, pero lo conocía. Tenía que poner todo tipo de controles para evitar que su esposo se desviara. Hasta ahora ella había tenido éxito.
—Bien, vete a jugar afuera, mañana tendrás que estudiar el doble. —dijo la madre con tono cariñoso y amenazante al mismo tiempo.
El niño se emocionó de inmediato al escuchar a su madre.
—¡Espera Oliver! —gritó Helena. —¡No te alejes mucho, no puedes alejarte si tu padre no está!
El pequeño de doce años apenas escuchó a su madre. Solo había escuchado que tenía permiso.
Fuera de la cabaña estaba su tío Celso comiendo una manzana. El tío miró la cabaña y se sorprendió al ver al niño salir tan temprano. Celso era una persona bastante tranquila. Como medio hermano de Proto, padre de Oliver, tenía menos privilegios, su situación actual lo obligaba a cuidar a la familia de su hermano. Era eso o ir a luchar en la guerra. Pero él tenía otros planes, planes adicionales sobre la familia de su hermano. En especial con la mujer de su hermano.
Al ver al pequeño, las ideas siguen formándose en su cabeza. Para él era solo cuestión de tiempo para enamorar a la mujer. Pero esta pasa mucho tiempo con su sobrino. Así que la única forma es alejarlo. Celso ya tenía una solución para esto.
...
Oliver jugaba en un árbol. Vio un gran nido de pájaro que despertó su curiosidad. Fue ágil, con unos cuantos raspones había subido para ver el nido. Él sabía que no debía tocar a los polluelos. Sus padres podrían no reconocerlos, eso le dijo su mamá una vez. Oliver solo tenía curiosidad. Sabía que si los polluelos no estaban con su mamá no podían sobrevivir. También sabía que algún día los polluelos se irían del nido para volar por su cuenta. Una sonrisa se dibujó en su cara mientras sus ojos brillaban con intensidad.
Algo más llamó la atención de Oliver. Eran personas. Desde la posición de Oliver era fácil verlos. No solo estaba en un árbol, estaba en terreno alto dentro del territorio. No se supone que habría más personas por aquí. Eso lo dijo su mamá. Ella también dijo que su padre vendría en estos días. Oliver se emocionó al pensar que su padre había llegado. Como todo niño, Oliver quería recibirlo antes, incluso llegar con su padre para sorprender a su mamá. Pero estaban lejos aún.
Oliver tenía una idea para interceptar a su padre. Sus técnicas para escalar árboles también podían aplicarse para moverse entre la maleza que lo separa de su padre. Decidido, Oliver bajó del árbol. Luego se dirigió rápidamente a las personas, bajando por el camino inclinado. El camino era difícil, Oliver perdió el control de su cuerpo y cayó golpeándose en varias partes. El niño había quedado sucio y golpeado. Su ropa favorita para explorar ya estaba algo vieja, pero a él le gustaba porque su propia madre la hacía. Se levantó y buscó seguir su camino. Pero tenía dificultad. Los golpes habían sido más fuertes de lo que pensaba.
A la distancia una persona observó a Oliver. Esa persona sonrió y se fue.
Oliver seguía su camino, intentando llegar a su padre. Oliver se siente contento cuando encontró por fin al grupo de personas. Se sentía feliz de poder ver otra vez a su papá después de tanto tiempo y mostrarle que había aprendido mucho en su ausencia. Quizás ahora sabía tanto como su padre. Oliver estaba realmente emocionado por el reencuentro. Con su mirada seguía acercándose al grupo cada vez más.
—Hum. —dijo alguien al notar la presencia de Oliver.
Esa persona le dio un puño fuerte a Oliver en el abdomen.
—Tenemos un escapista. —dijo golpeando a Oliver varias veces. —Maldita rata. —dijo la persona golpeando a Oliver.
Desorientado Oliver recibió dos golpes más. Pero no había recuperado el aliento para gritar. Era una pesadilla completa para el pequeño.
—¿Cómo escapó? —preguntó otra persona.
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Editado: 07.04.2022