¿por qué somos así?

3 | Sonrisa:

—Capitulo 3. Sonrisa:

 

| B R A N D O N |

 

Toco el timbre repetidas veces sin soltarlo, voy con prisa, falta poco para que empiece mi siguiente clase, la pequeña ojigris se cubre los oídos ante el tintineo. Antes de que pudiera continuar la puerta principal se abre saliendo por ella una pelirroja, quién me fulmina con la mirada. Anahí lleva su cabello recogido en una cola alta, una blusa negra, con unos jeans y encima de estos un delantal, esta cubierta de harina de pies a cabeza.

Me muerdo la lengua, aguantando mis ganas de reír.

—Vuelve a hacer eso y te parto la cara  —. Sentencio la pelirroja con sus ojos brillando en rabia. Sin embargo no la tomo en serio, es difícil hacerlo cuando parece un autentico fantasma, las ganas de reírme aumentan. Me gusta hacerla molestar de vez en cuando, es algo que ni yo mismo sé definir, solo me gusta hacerlo, aún más cuando ella se enoja con mucha facilidad.

Enarco una sonrisa maliciosa.

—¿A qué no te atreves? —la desafió, volviendo a presionar el timbre.

Ella me da un manotazo alejándome del timbre.

—Hablo en serio, Hardy. Vuelve hacerlo y te golpeo —dijo con suma seriedad.

Miró el reloj en mi muñeca con prisa. Veré que desea la señora Rodríguez, para luego marcharme a la universidad. Ella abrió por completo la puerta principal, y entramos pasando el umbral de la puerta, en cuanto llegamos a la sala de estar mi estomago protestó ante el olor grato que inundo mis fosas nasales. Dejo sobre un mueble mi móchila, lejos de los niños.

Desde que la señora Andrea, se casó con el señor Villalobos él le dijo que abandonara su trabajo que el la mantendría, después de mucho tiempo acabo por aceptarlo, con la condición que lo ayudaría económicamente ella también, y así termino abriendo una guardería por las tardes, a la cual asisten niños de distintas edades. Britnney fue la primera en entrar debido a que la madre de las hermanas Fuenmayor y mi madre son muy amigas, trabajaron mucho tiempo juntas, y por desgracia este ultimo año me ha tocado convivir con ellas más de lo que me gustaría, si por mi fuera me quedaría en casa, jugando videojuegos.

Britnney no deja de corretear por la casa, tomando la delantera, mientras Anahí y yo caminamos en silencio siguiéndole los pasos; Corre hasta llegar a la cocina, en donde el delicioso olor es más fuerte. Llegamos a la cocina, las dos hermanas menores de Anahí, Aranza y Aria, junto a su madre se encuentran cocinando en compañía de los niños todo tipo de manjares, que se ven apetecibles a simple vista.

Aranza lleva un delantal rosa floreado y debajo de estos un vestido de verano verde, su cabello está recogido en un moño improvisado.

Aria es la menor de las Fuenmayor, tiene doce años y es muy astuta, es muy parecida a sus hermanas y a su madre, tiene el cabello de un rojo intenso, sus ojos son de un color esmeralda como los de su madre, sus mejillas están adornadas por cientos de pecas. Su largo cabello esta atado en dos colas bajas, lleva unos jeans negros, con una blusa sin mangas blanca, y encima de ella un delantal estampado.

Están todas igualmente cubiertas de harina como su Anahí, la señora Andrea es de una estatura promedio, su cabello es de un color rojo similar al de sus hijas, con la diferencia que está un poco canoso, sus ojos son de un verde esmeralda, tiene facción finas, y como siempre una sonrisa adorna su rostro. Al igual que sus hijas lleva puesto un delantal, mientras bate una mezcla de lo que parece ser para unas galletas.

Mi estomago no deja de rugir, me lamento de no haber tomado nada para merendar, sin embargo me relamo los labios ante la idea de probar alguno de los dulces. La señora Andrea es conocida por sus deliciosos dulces, cada vez que cocina algo no puedo resistirme a no comerlos.

—No son para ti, tonto. Son para los niños —comentó la pelirroja viendo mis intensiones.

Bufé, encogiéndome de hombros.

—¿Acaso no te han enseñado a ofrecerle algo a tus invitados? —interrogo.

—Eso... ¡Eso no tiene nada que ver! tú no eres ningún invitado —responde balbuceando, mientras me señala.

—¡Anahí! —la reprende su madre —lo siento Brandon, sabes como es mi hija, —me hace señas —ven te daré un trozo de pastel —dice la Sra. Andrea, mientras toma un plato desechable junto a un cuchillo.

Sonrío triunfalmente, observando a la pelirroja, la cual su mandíbula roza el piso. La pelirroja mayor corta un trozo grande de pastel, y me lo entrega.

—Gracias, Andrea —le doy un mordisco a mi porción, — como siempre está delicioso.

Ella sonríe.

—Me alegra oírlo.

Termino de tragar el trozo que llevo en la boca para hablar: —Andrea, ¿no has pensado en vender tus dulces? —interrogo, es una pena que pueda comer muy pocas veces de sus dulces, si los vendiera, le compraría todos de ser posible.

—No. Me gusta más cuidar niños; Los dulces llevan su tiempo, y no sé si me iría bien, con tanta competencia que hay —. Responde con dudas.

—Mamá si no lo intentas nunca lo sabrás, —le da ánimos su hija menor, la mayor le revuelve el cabello a su hija, para darle un abrazo después.

Sonrío ante tal emotiva escena, me gustaría que mis padres fueran así conmigo y con Britnney. Termino de comer mi porción de pastel, deposito el plato sobre la mesa y tomo una servilleta limpiando mi boca que esta toda llena de glaseado.

—Bueno, gracias por todo Andrea, pero ya debo irme —me despido.

—Que pena, pero bueno, ven te acompaño hasta la puerta —se ofrece la mayor. Hago un ademán con las manos.

—No, así estoy bien —comentó, ella asiente con la cabeza.

—Entiendo, nos vemos más tarde, Brandon —se despide, con su típica sonrisa en el rostro.

Me doy la vuelta para irme por la puerta principal, paso con suma cautela entre los niños que juegan en el piso con legos, muñecas y demás juguetes. Britnney juega en una esquina con dos niñas más entre ellas reconozco a la pequeña María, se encuentran jugando con unas muñecas. Sonrío feliz, me alegra que disfrute de su niñez, que consiga más personas que la quieran; continuo caminando sin dejar de mirar a mi pequeña hermana.




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