Prohibida

Prólogo

Nota de autor: Antes de comenzar está aventura, quiero ofrecer una disculpa a todos y cada uno de mis lectores por la desaparición repentina de mis historias. Espero gusten y puedan acompañar este regalo que tengo para ustedes. No sé olviden de apoyar la historia con sus votos y comentarios.

Con cariño:Nisa Farfalla.

Prólogo:

Las luces rojas se encienden y apagan con lentitud, sumergiendo el lugar en la oscuridad por algunos segundos. La música comienza a sonar, creando el ambiente idóneo para el inicio del espectáculo central del lugar. Los clientes frecuentes ya saben de lo que se trata y sus corazones laten frenéticos por la emoción. Ella era un verdadero arte en el escenario, una auténtica obra maestra.

En tres años que llevaba en el lugar, jamás había repetido un solo espectáculo. Su número era el más esperado de cada noche, y esa noche no era la excepción. En el momento en que subió al escenario, la emoción se hizo presente. Qué gran deseo despertaban sus movimientos elegantes y sensuales; sin embargo, todos eran conscientes de sus límites. Ella era la estrella más brillante, y como toda estrella, parecía totalmente inalcanzable.

Enfocada únicamente en su danza, se olvidaba de todo lo demás. Olvidaba que se encontraba en ese lugar horrible. Olvidaba la clase de personas que la rodeaban, que la miraban como si fuera un trozo de carne en medio de una hambruna. Incluso olvidaba que era solo una prisionera más en ese lugar.

Al bailar sentía la libertad que le habían arrebatado años atrás. En el momento en que la música tomaba el control de su cuerpo, olvidaba que sus alas habían sido cortadas de forma cruel. Esos minutos eran lo único que conservaba de lo que más amaba hacer, de lo que fue su vida antes de terminar atada a ese demonio llamado Ashbel Vani. Quien, para obtener su corazón, le permitía un tipo de libertad.

Años atrás, volver a casa era algo simple y común para ella, al menos así fue durante años, hasta ese día en que su pesadilla comenzó. Volvía de sus clases de danza, como cada día desde que tenía cinco años, cuando decidió que quería ser la mejor bailarina del mundo. Al ingresar, todo parecía normal, pero el sonido de algunas voces la llenó de desconcierto.

–¿Padre?–llamó aproximándose despacio hasta la sala. La sorpresa y el desconcierto la invadieron en el momento en que sus ojos captaron la escena frente a ella. Su padre en el sofá de la sala con sangre en la comisura de sus labios a causa de un golpe que recibió, un hombre al que solo podía verle la espalda, vestido de manera elegante de pie frente a él, acompañado de cuatro sujetos con cara de malos vestidos de negro. No necesitaba ser un genio para saber que había problemas. La mirada de su padre se llenó de terror en el momento en que recayó en ella.

–¡Vete de aquí!–ordenó con un tono de súplica palpable en su voz. Ella quiso obedecer, salir corriendo porque esa indicación estaba llena de miedo y súplica. Su padre quería salvarla, pero ella no pudo moverse. Aquel individuo giró y dirigió su mirada hacia la entrada de la sala. Sus penetrantes ojos verdes se posaron en la joven que se mantenía inmóvil en la entrada. La belleza, elegancia y delicadeza de esa criatura cautivaron su ser, y el deseo irrefrenable de obtenerla apareció. Ella era el precio que Lionel Bellemore debía pagar por la deuda que había adquirido debido a su adicción por el juego.




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