Prohibido enamorarse » kookv

15

Jungkook.

 

Taehyung está como loco.

No solo eso, sino que además se niega a volver a casa. Es la una de la mañana y la fiesta se ha trasladado del bar a mi casa, y no importa lo mucho que lo intente, me resulta imposible convencer a Taehyung de que se retire por hoy.

Empieza a ser absolutamente esencial que Taehyung vuelva a su residencia. Mi salón está lleno de jugadores de hockey y de conejitas, y todos sin excepción tienen por lo menos un 8 en mi escala de borrachera: veloces en su camino a mandar la inhibición a tomar viento y cometiendo algunos errores garrafales.

Bambam acaba de arrastrar a un Taehyung muerto de la risa al centro del salón y los dos han empezado a bailar el Baby, I Like It Rawde ODB, que sale de los altavoces a todo volumen.

Taehyung no se movía de forma sugerente mientras cantaba Maroon 5 en el karaoke del bar, pero todo ha cambiado. Ahora se mueve sexy.

Voy directo hasta donde están, les separo con fuerza sujetando con firmeza el hombro de Taehyung.

—Necesito hablar contigo —le grito encima de la música.

Él pone mala cara.

—¡Estoy bailando!

—Estamos bailando —añade Bambam.

Le lanzo una mirada muy seria a mi compañero de equipo.

—Baila con otra persona —concluyo.

Como si hubiera hecho una señal, un chico dispuesto a bailar con él se acerca cual aparición y tira de Bambam hacia sus brazos. Bambam se olvida de inmediato de Taehyung, lo que me permite arrastrarlo fuera del salón sin más objeciones.

Le rodeo el brazo con mi mano y lo dirijo al piso de arriba; no lo suelto hasta que estamos en la tranquila seguridad de mi dormitorio.

—La fiesta se ha acabado —anuncio.

—Pero me lo estoy pasando increíble —se queja.

—Sé que es así. —Cruzo los brazos—. Te lo estás pasando DEMASIADO increíble.

—Eres malo. —Con un suspiro exagerado, Taehyung se acuesta en la cama y cae sobre su espalda—. Tengo sueño.

Sonrío.

—Vamos, te llevo a tu residencia.

—No quiero ir. —Extiende los brazos y las piernas y empieza a hacer un ángel de nieve en mi cama—. Tu cama es tan grande y cómoda.

Después sus párpados aletean hasta que se cierran y se queda quieto. Otro profundo suspiro se escapa de sus labios.

Reprimo un gemido cuando me doy cuenta de que está a solo unos segundos de quedarse dormido, pero luego decido que es mejor que lo deje dormir aquí esta noche y lo lleve a su casa por la mañana. Porque si yo lo llevo a casa y se anima otra vez, no estaré allí para asegurarme de que no se mete en algún lío.

—Vale —digo asintiendo una vez con la cabeza—. Quédate aquí a dormir, Cenicienta.

Él resopla.

—¿Eso te hace mi príncipe?

—Exacto. —Me meto en el baño y rebusco en el armario donde guardo las medicinas hasta que encuentro ibuprofeno. Después lleno un vaso con agua y regreso a la cama; me siento en el borde y obligo a Taehyung a sentarse—. Tómate dos de estas y bébete el agua —ordeno, poniendo dos pastillas en la palma de su mano—. Créeme, mañana por la mañana me lo agradecerás.

Meter pastillas y agua en la garganta de otra persona no es nada nuevo para mí. Lo hago a menudo con mis compañeros de equipo. Especialmente con Bambam, que lleva el tema de borracho a un nivel completamente diferente, y no solo en su cumpleaños.

Taehyung sigue obedientemente mis instrucciones antes de caer sobre el colchón de nuevo.

—Buen chico.

—Tengo calor —murmura—. ¿Por qué hace tanto calor aquí?

Mi corazón deja de latir, literalmente, cuando empieza a quitarse los pantalones tumbado.

La prenda se engancha en sus rodillas, provocando que suelte un fuerte gemido.

—¡Jungkook!

No puedo evitar reírme. En una actitud piadosa por mi parte, me inclino para ayudarlo, quitándole los pantalones de sus piernas y haciendo todo el esfuerzo que puedo para ignorar la piel suave y sedosa bajo mis dedos.

—Ya está —le digo con voz ronca—. ¿Mejor?

—Aaaaajá. —Coge la parte de debajo de su camiseta.

Ay, santo Dios.

Aparto la mirada de su cuerpo y voy casi tropezando hasta mi armario para buscarle algo para dormir. Cojo una camiseta vieja, tomo una respiración profunda y me doy la vuelta para mirarlo.

Ya no lleva camiseta.

No mires. Está borracho.

—Me lo he pasado muy bien esta noche —balbucea Taehyung feliz—. ¿Ves? Es posible que esté roto, pero todavía puedo divertirme.

Me quedo congelado donde estoy.

—¿Qué?

Pero él no responde. Sus piernas desnudas le dan una patada al edredón y se mete debajo, rodando sobre su lado mientras suelta un pequeño suspiro.

Pierde el sentido en cuestión de segundos.

Siento una oleada de malestar cuando apago la luz. ¿Está roto? ¿Qué cojones significa eso?

Con el ceño fruncido, salgo de puntillas de la habitación y en silencio cierro la puerta detrás de mí. Las crípticas palabras de Taehyung siguen resonando en mi cabeza, pero no tengo la oportunidad de reflexionar más sobre eso porque, cuando llego abajo, Mingyu y Bambam no pierden ni un segundo en llevarme a rastras a la cocina para una ronda de chupitos.



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En el texto hay: celos, amor, kookv

Editado: 14.02.2020

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