Prohibido enamorarse » kookv

28

Taehyung

 

En mi segundo día en el campus, me embarco en mi propia misión: Operación Lo Creerás Cuando Lo Veas. Porque está claro que la única manera en la que puedo convencer a Jungkook de que pare es demostrarle que estoy en el proceso de seguir con mi vida, y eso significa que necesito encontrar un chico con el que salir en una cita. Ya mismo.

La primera oportunidad surge cuando entro en el Coffee Hut para tomarme un chocolate caliente. Fuera está nevando como si no hubiera un mañana. Me sacudo la nieve de las botas en el tapete de la puerta antes de dirigirme a la parte de atrás de la cola para pedir. Entonces me doy cuenta de que el chico delante de mí me resulta familiar. Cuando hace su pedido y se mueve hacia la barra de recogida, veo su perfil un instante y caigo en que es Wooseok. Wooseok… ¿cuál era su apellido? ¿Wang? No. Park. Park Wooseok de la clase de Literatura Británica y de la fiesta en la casa Sigma.

(ya no recuerdo su apellido y me da hueva buscar, sorry)

Perfecto. Nos conocemos. Estamos prácticamente en una relación.

—Wooseok, hola —le saludo después de pedir mi bebida y me uno a él en la barra.

Se tensa visiblemente ante el sonido de mi voz.

—Oh. Hola. —Su mirada se dispara hacia todos los rincones de la cafetería, como si no quisiese que nadie nos viera hablando.

—Oye —empiezo—, estaba pensando que la verdad es que tú y yo no hemos hablado desde la fiesta de octubre…

El camarero planta un vaso de papel delante de Wooseok y lo coge tan rápido que ni siquiera veo el movimiento de la mano.

Sigo hablando, ahora más rápido.

—Pensé que estaría bien ponernos al día y…

Ya está alejándose de mí. Dios, ¿por qué parece tan aterrorizado? ¿Cree que le voy a apuñalar o algo?

—…me preguntaba si tal vez te apetecería tomar un café en algún momento —termino.

—Oh. —Se va alejando poco a poco—. Eh. Gracias por el ofrecimiento, pero… eh, bueno, no bebo café.

Me quedo mirando el vaso de café que lleva en la mano.

Sigue mi mirada y traga saliva.

—Lo siento, me tengo que ir. He... quedado con alguien… justo al otro lado del campus y es… eh, lejos, así que llevo un poco de prisa.

Bueno, al menos no está mintiendo sobre lo de llevar prisa, porque sale volando por la puerta como un velocista olímpico.

Vaya, eso ha sido… raro.

Con el ceño fruncido, cojo mi chocolate caliente y salgo a la calle, en dirección a la Residencia Bristol. Voy despacio, porque la nieve está cayendo más rápido de lo que el equipo de mantenimiento del campus puede retirar con las palas, y mis botas se hunden medio metro cada vez que doy un paso. Pero el forzado ritmo pausado me permite encontrarme con otro elemento también de lo más extraño.

Cuando Jungkook y yo estábamos saliendo, la gente me decía «hola», o me saludaba con la mano todo el tiempo. Hoy, toda la gente con la que me cruzo parece hacer todo lo posible para evitarme, en particular los chicos.

¿Se sentirán así los Amish deshonrados cuando les rechazan? Porque todo el mundo hace como si yo no existiera, y no me agrada para nada. Y tampoco lo entiendo.

Cuando estoy llegando a la zona de residencias, decido pegarle un toque a Bogum para ver si quiere dar una vuelta esta noche. Quizá ir al Malone’s; ah, no, Jungkook podría estar allí… Bueno, pues a otro bar del pueblo. O a la sala de entretenimiento de la universidad. Cualquier lugar en el que yo pueda conocer a algún chico.

Me acerco a la Bristol y mi opción número dos sale del edificio de al lado. Es Sehun, y a diferencia del resto del mundo, levanta la mano como saludo.

Le devuelvo el gesto, sobre todo por el alivio de que alguien parezca contento de verme.

—Ey. Cuánto tiempo —dice, caminando hacia mí.

Lleva ese pelo «me acabo de levantar de la cama» y, por lo que sea, ya no me resulta tan cool. Simplemente le hace tener el aspecto de un pordiosero. O quizá de un poser, porque estoy bastante seguro de estar viendo gel en su pelo, lo que significa que se ha tomado su tiempo para crear ese estilo «me importa un bledo». Bien, eso le convierte en un mentiroso de mierda.

Me encuentro con él a mitad de camino.

—Ey. ¿Qué tal las vacaciones?

—Bien. No llueve mucho en Seattle en esta época del año, así que me tuve que conformar con un montón nieve en su lugar. Fui a hacer snowboard, esquí, baños calientes. Divertido. —Los hoyuelos de Sehun aparecen y no me afectan lo más mínimo.

Pero… a la mierda. Es el único chico que me ha mirado hoy y a falta de pan… ¿no?

—Sí, suena divertido. Eh…, y…

No.

No, no y no.

No puedo hacer eso. No con este chico.

Jungkook me ayudó a poner celoso a Sehun en octubre. Cancelé una cita con él cuando me di cuenta de que quería estar con Jungkook. Y sé lo mal que le cae Sehun a Jungkook. No hay manera de que le pueda abrir esa puerta a Sehun; y no solo porque mis sentimientos hacia él sean inexistentes, sino porque sería como clavar un cuchillo en el pecho de Jungkook.

—Y… hola —termino—. Sí…, me he acercado a decirte hola. —Sostengo mi taza de chocolate caliente como si fuese una parte de esta conversación—. Voy a beberme esto dentro. Me alegro de verte.

Su voz molesta hiela mi espalda.

—¿Qué coño acaba de pasar? —pregunta.

La culpa que pincha mi estómago me impulsa a darme la vuelta otra vez.

—Lo siento —le digo con un suspiro—. Soy un idiota.

Una sonrisa irónica aparece en sus labios.

—Bueno, yo no quería decirlo, pero…

Vuelvo a donde está Sehun, con mis manos, protegidas con los guantes, todavía alrededor del vaso.

—Nunca tuve la intención de darte falsas esperanzas —admito—. Cuando te dije que quería tomar algo contigo, es porque realmente quería hacerlo en ese momento. Lo digo en serio. —El dolor se instala en mi garganta—. Yo no esperaba enamorarme de él, Sehun.

Ahora solo parece resignado.



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En el texto hay: celos, amor, kookv

Editado: 14.02.2020

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