Una chica caminaba por las calles de Londres con cinco cafés en mano, llevaba una bufanda roja alrededor de su cuello y su nariz estaba roja por el frío. Dobló en un callejón y siguió hasta al fondo, donde una vieja puerta de madera la esperaba cerrada con llave. La chica sacó con dificultad un par de llaves del bolsillo de su chaqueta, abrió la puerta la cual chirrió un poco y luego la cerró tras de sí. Estaba en la central de radios de Londres, un lugar abandonado hace ya muchos años, debido a que habían pasado las oficinas más al centro de la ciudad. Subió las escaleras hasta llegar al tercer piso de las instalaciones, donde su grupo la esperaba. Todos llevaban encima ropa para combatir el frío, abrigos y chaquetas, bufandas y guantes. Era temporada de invierno en Londres.
El lugar no parecía tan abandonado como su fachada lo pintaba, el interior del lugar estaba lleno de escritorios y muchas computadoras, y dispositivos tecnológicos bastante avanzados. Varias personas tecleaban en las laptops, otros solo charlaban recostados a las paredes del edificio. Ella siguió caminando hasta llegar a los últimos escritorios, Jin Zhang la esperaba ahí, al lado de Thiery, Sheila y Alex sus amigos más cercanos en aquella pequeña empresa.
—Sus cafés— murmuró la chica, dejando sobre la mesa todos los cafés.
—Gracias Avis— Sheila, la joven castaña sonrió de lado y tomó con cuidado el pequeño envase.
—Vaya en serio me hacía falta un café— comentó Alex, dedicándole una sonrisa a Avis.
—Muero de frío— exclamó Thiery, acercando su mano a la mesa para agarrar su café.
—Deberíamos poner calefacción en el edificio. —opinó graciosa Avis, acomodándose la bufanda a la vez que miraba a Jin.
—A mi no me veas— el chico tomó un sorbo de su café y luego la miro- No vamos a levantar esa clase de sospechas.
—”No vamos a levantar esa clase de sospechas” por favor— la chica hizo comillas en el aire— Sospechas son las que nos cargamos por andar haciendo lo que hacemos.
El chico solo suspiro mientras escuchaba como Avis, Alex, Sheila y Thiery se partían en carcajadas. El tiempo pasaba lento cuando se estaba en el trabajo, ni siquiera una buena charla hacía que el tiempo avanzara más rápido. Todos tomaban sus cafés en tranquilidad mientras pensaban en una manera para deshacerse del frío, un sonido agudo hizo que pararan la conversación. Voltearon hacia una pared donde se encontraba un letrero de neón naranja brillante y una bocina pequeña. Esa alarma era su aviso cuando uno de los del otro lado trataba de hacer sus jugadas.
—¿Avis?— habló el chico más alto con rasgos asiáticos, hizo un movimiento de cabeza indicando a la chica que fuera hacía un escritorio.
—En seguida. — respondió esta, la cual corrió hacia un escritorio.
Se sentó en el escritorio con calma, la chica comenzó a abrir varios programas y comenzó teclear algunos códigos de acceso y bloqueo. En menos de dos minutos, la alerta había desaparecido y Avis pudo cerrar todas las ventanas y programas que había abierto. La chica sonrió, miró unos instantes la computadora, amando infinitamente su trabajo.
—Bien hecho— le comentó la otra chica que aún tomaba su café.
—Después de años de práctica— se burló Avis, mirando de reojo a Jin.
Toda su vida giraba en torno a su trabajo, en torno a lo que había logrado alcanzar al lado de su mejor amigo. Ese lugar era su hogar, nadie podía decirle lo contrario. Tenían todo bajo control, vivían en armonía y trabajaban de forma ordenada. Todos conviviendo en hermandad, demostrando que no tienes que ser criminal para conseguir cosas buenas. Ellos giraban entorno a un círculo pequeño, una especie de empresa en la cual, salvar a la personas de los otros, era el objetivo.
Recordar todo lo que pasaron para formar su mundo es la parte más larga de contar. Por ahora, solo nos quedaba la imagen de cinco amigos, compartiendo un café de media mañana, recordando los buenos y malos tiempos.
La tarde caía y era hora de salir del trabajo, todos terminaban de ordenar sus escritorios y tomar sus pertenencias para ir a sus hogares. Avis espera a su mejor amigo para hacerle compañía a casa y de paso pasar por comida rápida a algún restaurante.
—Listo, nos podemos ir— Avis escuchó la voz dulce del chico quien terminaba de ponerse su abrigo color azul el cual combinaba con su cabello.
Ambos se retiraron del edificio, el clima en Londres estaba aún más frío que por la mañana, ambos amigos caminaban mientras apreciaban el brillo de la ciudad. Jin decidió pasar por unas hamburguesas a su restaurante preferido, mientras pedía Avis se sentó en una mesa cerca de la caja y su acompañante se unió para esperar su pedido.
—Hoy fue un día tranquilo—comentó la chica.
—Disfrutalo, pronto empezará la peor temporada y tendremos que estar atentos.
—Lo sé, espero que este año detengamos más que el anterior, las amenazas van en aumento, pero confío en el equipo.
—Yo también confío en el equipo —declaró el chico para luego irse a recoger las hamburguesas.
La casa de la chica se encontraba cerca por lo que su camino fue corto, se despidieron y Jin entregó una hamburguesa a Avis. Cuando este se marchó entró a casa donde la esperaba su gatito blanco. Era un lugar pequeño, perfecto para una sola persona. Se sentó en la mesa a comer tranquilamente, recreando todos los hechos que pasaron durante el día.