No pasó mucho tiempo cuando Avis salió de su transe, para correr a buscar a su mejor amigo. El chico de rasgos asiáticos estaba sentado en la azotea del edificio, miraba la carretera sin ninguna emoción.
—¿Estás bien?—preguntó, sentándose al lado del chico.
—¿Tú qué crees?—contestó este, alzando su cabeza para ver a la chica- Nada de esto está bien.
—¿No hay algo que podamos…?—Avis fue interrumpida por el peliazul.
—Si hubiera algo que pudiéramos hacer ya lo hubiera hecho Ivanov— su voz sonó gélida y átona, ese no era Jin. Eran sus temores hablando en su lugar.
Avis bufó para luego poner sus manos en su rostro, estaba frustrada. “Nuestra seguridad cuenta con contraseñas y métodos de bloqueo” pensó la chica, mirando fijamente la lata de cerveza al lado de Jin. “Es imposible averiguar la contraseña...a menos que…”
—Jin— susurró la chica, golpeando a su amigo en el brazo.
—¿Qué Avis?—exclamó este furioso, mirando a la chica.
—Nuestra seguridad es excelente.
—Estoy dudando de eso— murmuró sarcástico.
—¡Escuchame! —se quejó— Nuestra seguridad es excelente, tiene códigos de seguridad y contraseñas. Es imposible que alguien de afuera de un día para otro comezaran a hackearnos sin darnos cuenta. Solo hay una manera en la que las contraseñas y códigos llegaran a manos de los otros- concluyó Avis mirando con el ceño fruncido a Jin.
—Solo una manera de que los códigos y contraseñas lleguen a manos de los…— el chico hizo una pausa, parpadeo varias veces y miró a Avis asustado- No Av, esto no puede ser cierto.
—Hay un traidor entre nuestra gente— contestó Avis.
Saber que probablemente alguien en quien había depositado confianza para ser parte de los Hackers Blancos lo estaba traicionando le dolía, pero en este momento necesitaba pensar en algo para proteger a sus compañeros, chicos a los que les había dado la oportunidad de demostrar sus habilidades digitales para proteger a los demás. Lo que menos quería era que tuvieran problemas o estuvieran en peligro.
—Necesitamos descubrir quién es, podría seguir enviando información que nos deje expuestos— explicó Jin entrando en razón. El chico se puso de pie y camino de regreso al edificio, seguido por Avis.
—Podría ser cualquiera. Esto será complicado— reflexionó la chica, tratando de seguirle el paso a Jin.
El chico de cabello azul bajaba apresurado las escaleras para llegar al lugar donde estaban los demás, pensaba consultar a Sheila sobre la manera de trabajar de los hackers del otro lado y preguntar si conocía a alguien que pudiera burlar el sistema de seguridad que él mismo creó.
Jin confiaba en que Sheila le diría la verdad, luego de todo lo que pasó para estar ahí lo menos que podía hacer era confiar. El pasado de la chica no era de fiar pero, Avis le había dado la oportunidad de redimirse y Sheila la aceptó, uniéndose a los Hackers Blancos para combatir a los que antes eran sus amigos.
—Sheila Rossi— intervino Jin, entrando de forma brusca al lugar donde todos los demás compartían sus preocupaciones. La chica de pequeña estatura y de cabello castaño salió de la multitud para quedar frente a Jin.
—¿Qué pasa?—cuestionó cabizbaja.
—Necesitamos hablar contigo.
Todos miraban atónitos la escena, observaron a los tres desaparecer por la puerta hacia la azotea. El camino fue silencioso y un poco tenso. Avis miraba cada tanto a Jin y luego a Sheila. Deseaba saber que pasaba por sus mentes en aquellos momentos.
—Sabes cómo funciona nuestra seguridad, solo puede ser atravesada por quienes tienen acceso a las contraseñas, ergo solo los que trabajamos aquí -Mencionó Jin con voz gélida hasta que Sheila lo interrumpió.
—Supongo que por mi historial soy la principal sospechosa—murmuró la chica con tono irónico.
—Solamente quiero que me digas cómo trabajan del otro lado, no pienso que seas culpable— comentó Jin, cruzándose de brazos.
—De acuerdo pero tienen que saber que va a ser una charla demasiado larga y seguimos en horario de trabajo.
—Puedes acompañarme a mi departamento, ahí estaremos mejor— Jin giró su rostro para dirigirse a la otra chica presente- Avis ¿Nos acompañas?— La chica asintió y juntos bajaron de nuevo a la tercera planta.
Por extraño que pareciera, el resto del día no se presentó ninguna amenaza de hackeo en la empresa. Eran las épocas del año donde normalmente todos estaban ocupados y solo tenían tiempo de ir al baño y regresar. A nadie le pintó bien todo lo sucedido, no creían que los hackers del otro lado se hubieran tomado un respiro de hacer estafas, más bien de verían estar aprovechando la oportunidad para hackear a más empresas y personas, ahora que la seguridad de los hackers blancos estaba por el piso.
Las mentes de todos vagaban en ese pensamiento, mientras dejaron que otro día pasará como cualquier otro, tratando de ignorar el hecho de que acababan de ser bajados de su pedestal.
Un rato después de salir del trabajo Jin, Avis y Sheila compartían juntos un poco de vino en el apartamento del peliazul, un lugar bastante organizado y limpio. No era una mansión pero tenía bastante espacio, el estilo minimalista de Jin hizo que el lugar tuviera muchas vibras de paz y armonía.