—Dicen que a pesar de ser joven tiene un carácter dé los mil demonios
—Si yo también escuche lo mismo, dicen que con nada esta contento y a la más mínima falla te insulta o te bota de la manera más humillante
—Mi prima trabajo para él, sólo duro tres horas debido a sus constantes órdenes y exigencias
—Ay...—se veía miedo en su rostro—¿Y por qué viniste? Yo con todo esto...
La mujer mordió el labio inferior—No me vas a negar que está buenísimo, tan sólo con tres horas a su lado estaría más que contenta ¿Qué importa lo demás?
La que estaba a su lado río un poco pero se veía la misma mirada de deseo en su rostro.
—Tienes razón... el presidente esta... esta como quiere... un perfecto...-—mordió su labio del mismo modo que lo había hecho la otra
Amatista las oyó. Un suspiro de resignación escapo de sus labios.
¿Qué acaso no podían pensar en otra cosa que no sean hombres? Ay y así esperan obtener el empleo
Amatista siguió esperando. La fila avanzaba de manera rápida. Ninguna una era aceptada. Después de alrededor de una hora le tocó a una de las jóvenes que había escuchado hablar. Después de cinco minutos que la había visto entrar se escucharon unos fuertes gritos y alaridos en la oficina, en menos de lo que canta un gallo la mujer salió de allí corriendo mientras lloraba desconsolada. Al instante salió el presidente con un rostro lleno de furia en dirección opuesta a la de la mujer. Aún habían unas 10 chicas en la fila. Ellas vieron horrorizadas la escena y salieron rápidamente de la fila para ya no volver. Todas acepto Amatista. ¿Qué tan malo podía ser?
—Pase—ordeno un hombre amigable con unas cuantas canas en el cabello—el presidente volverá enseguida—anuncio mientras abría la puerta para que ella ingresará
—Gracias—dijo en el mismo tono
Entro con paso seguro echando de lado los rumores que había ido hablar de él. Se sentó en una silla que estaba en frente al escritorio de quien se supone que iba a ser su jefe. El escritorio era un desorden. No era alguien a quien le gustará el desorden, al menos no en el trabajo, era poco, no le tomaría mucho tiempo. Después de media hora estaba listo, perfectamente organizado. Transcurrió unos ínfimos minutos cuando un hombre pelinegro apareció por la puerta.
—Usted debe ser la secretaria del presidente—ella iba a interrumpirlo pero el hombre no le dio tiempo—¿Ya tiene listo los documentos? Es imperativo que El Consejo los tenga
—Señor, dis..
—Aquí están—menciono sin hacerle mayor caso y agarro una caja con varios documentos
—Pero...—quiso ir tras él pero este ya había creado la puerta
Espero no haber arruinado nada...
Después de unos segundos la joven quiso salir, buscarlo y explicarle el malentendido, pero cuando movió la manija de la puerta para abrirla se topó con el presidente quien la veía severo pero visiblemente más calmado que cuando salió. Ella se hizo a un lado para dejarlo pasar.
—Si creíste no ser buena para el trabajo no debiste venir—aclaro yendo hasta su escritorio—mi tiempo no es para malgastarlo...
Callo abruptamente al ver su escritorio fijamente ordenado—¿Tu hiciste esto?
Ella asintió mientras veía a través de la puerta. Aún estaba preocupada por lo ocurrido anteriormente.
Arthur se extraño pues por lo general todas las mujeres que habían venido no le quitaban la vista de encima y procuraban hablar lo más posible.
—¿Harás la entrevista si o no?—pregunto en un tono seco y sin el más mínimo rastro de amabilidad
—Si si sólo...
—Presidente—entro el hombre pelinegro con un documento en la mano—el Consejo esta conforme con los documentos presentados, le da la más cordial bienvenida y que la asociación sea provechosa para ambas partes—le dijo de una forma muy diplomática
Menos mal no arruine nada...
Arthur tenía una mirada extraña al no saber a lo que se refería.
—Tomé—le tendió el documento—esperamos su firma dentro de una hora
Arthur aún sin comprender lo agarro el documento a lo que Amatista reaccionó rápido y lo cogió.
—Gracias—dijo cordial—estoy segura que el presidente no tendrá ningún problema en hacerlo—deposito el documento en el escritorio—lo leerá y corroborará la ganancia de sus intereses
El hombre le dedico una mirada aprensiva—Dentro de una hora el Consejo lo espera para dar inicio— tras decirlo salió de la oficina
Arthur no le quitaba la mirada de encima como pidiendo una explicación.
Ella lo entendió y comenzó a hablar—Hace media hora me puse a ordenar su escritorio, ordene sus documentos y por suerte también los documentos que El Consejo necesitaba, ese hombre entró y se los llevó, supongo que El Consejo estuvo conforme con la información y por eso desean sellar su asociación—explicó de forma segura mientras leía el documento
Arthur estuvo en silencio por un momento y luego pregunto:
—¿Qué grado de instrucción presenta?
—Soy Abogada de la Universidad de Harvard, diplomada con honores y he hecho varias convalidaciones a lo largo de varios países europeos y algunos asiáticos
—¿Cuántos idiomas domina?
—Siete idiomas, entre: Inglés, Español, Italiano, Francés, Portugués, Alemán y Chino Mandarín, aunque en mis últimos años e intentado aprender un poco de Japonés pero aún no domino su escritura—respondió sin dejar de leer el documento
Después de eso solo fue cuestión de tiempo para que ella se convirtiera en una parte esencial de la vida de su jefe. Aunque ella no lo supiera.
3 años después
No tenía que armar un alboroto. Bueno talvez alguien que no la concia había mantenido fija la vista en ella por más de 20 minutos. A lo mejor solo estaba mirando algo que estaba muy cerca de ella. Después de otros 10 minutos esa idea ya no la tranquilizo. A su lado solo había una pared blanca. Ella no sabía de ese sujeto, pero al menso ella no se quedaría por más de 20 minutos con la vista fija en una pared blanca.