Quizás no sea para siempre

Prologo.

Han conocido ese tipo de personas que a primera vista parecen ser un misterio, que al momento de caminar entre la multitud pueden abrirse paso con solo una mirada, que siempre se meten en problemas y que parecen esconder una montaña de secretos detrás de toda su frialdad e incluso pueden llegar a ser temerarias, pero que en el fondo sabes que son personas compasivas y de buen corazón…

Bueno así era Giorgia Baxter, temeraria en todos los sentidos, con una voz que se hacia escuchar hasta en los lugares más recónditos, con un alma bondadosa y un corazón tan lleno de amor que incluso llegaba a ser abrazador.

Todo comenzó una semana después de que las clases de mi último año de secundaria comenzaran, un lunes para ser exactos, yo estaba en la primera clase del día la cual era Filosofía II.  

El profesor Sanders explicaba la forma como iba a evaluar este año, toda la clase guardaba silencio y en el aula solo se escuchaba la voz metódica del profesor, sin embargo, eso no significaba que todos estuvieran poniendo atención, pues algunos chicos estaban con la cabeza recargada sobre sus manos mientras los bostezos se les escapaban de sus bocas, otros tantos dejaban caer la cabeza hacia atrás, estoy casi segura de que se habían quedado dormidos, y por ultimo estaban las personas  que luchaban por mantener los ojos abiertos, y yo era una de ellas.

Tomaba apuntes de todo lo que el profesor escribía en la pizarra mientras trataba de mantener mis ojos abiertos, no quería decir que la materia fuera aburrida o algo así, porque, de hecho, no lo era, pero… ¡Dios! el profesor Sanders sí que sabía cómo dormir a toda una clase.

Alié estaba sentada a mi lado, también luchando por mantener sus ojos abiertos, y frente a ella estaba Margot, ella… bueno ella probablemente ya estaba dormida con su cabeza agachada.

El profesor dejo de escribir y se dio vuelta, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra la puerta se abrió y la coordinadora apareció detrás de esta, le hizo una seña para que el profesor saliera del aula, el Sr. Sanders frunció su arrugado ceño, pero obedeció a la coordinadora y salió del salón.

 Esa pequeña interrupción fue como un momento refrescante para todos.

Alié dejo caer su cabeza sobre el banco. —Me estoy durmiendo.

Mire la hora en mi teléfono. —Aún faltan treinta minutos para que se acabe la clase.

—¡¿Qué?! —Margot levanto la cabeza de golpe, su cabello castaño estaba pegado en todo su rostro—. ¡Dios, no me tortures de esta forma!

Sonreí comprendiéndolas a ambas, yo igual quería que la clase terminara.

Un segundo después la puerta se volvió abrir, alce la cabeza y entonces la vi, fue como si el mundo se detuviera, mi respiración, las voces en el salón, el tiempo… todo se detuvo y todo fue gracias a ella, la chica que hizo que las personas en el aula despertaran.

Toda la atención callo en ella, una chica que hasta entonces era una desconocida, los susurros y cuchicheos no tardaron en hacerse presente, todos querían saber quién era, todos la estaban juzgando.

—¿Quién es?

—Ni idea, nunca la había visto.

—Ya viste su cabello...

—Y ese maquillaje…

Con el cabello teñido de negro, corto por debajo de las orejas y ese flequillo por encima de sus cejas, me hizo pesar que era una chica bastante chiflada porque quien en su santa vida se atrevería a usar ese tipo de corte de cabello. Unas risas se escucharon al fondo del aula, supongo que no fui la única en pensar eso.

El maquillaje en sus ojos hacía que su piel se viera tan pálida como un fantasma, con delineador negro y unas cejas remarcadas.

—¿Qué demonios lleva puesto? —susurro Alié, apuntando a la ropa de la chica.

Me incliné en mi silla y eché un vistazo a su ropa, no me sorprendió que toda fuera de color negro, pantalones rasgados de la rodilla, una camisa con el estampado de alguna banda, una chaqueta de cuero y unos zapatos de plataforma alta, lo cierto es que parecía una estrella de rock y creo que ella lo sabía porque tenía un aire de petulancia que incluso me hizo fruncir me ceño.

Margot rio. —Parece un chiste.

—Muy bien, todos guarden silencio —hablo el profesor Sanders con una voz calmada dirigiéndose a todos en el aula y como si el profesor fuera a decir la fórmula de la eternidad, esta se quedó en absoluto silencio.

—Quiero decirles que hoy tendremos a una nueva compañera que se integra con nosotros —ubicó una mano sobre el hombro de la chica y leyó su nombre de una hoja de papel que tenía en las manos—, Giorgia Baxter. 



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En el texto hay: amor, escuela, amigos reales

Editado: 25.01.2020

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