—No puedo creer que me convencieras para hacer este viaje. —Se lamentó Aiden desde el asiendo del copiloto.
—Ya deja de quejarte. Deberías estar un poco más interesado en la historia.
—No veo por qué.
—Bueno. Cualquiera creería que cuando uno se entera que hay gente rondando su tumba, lo más natural sería interesarse en saber de quién se trata y el por qué.
—Lo más natural sería estar muerto y no enterarse.
—Bien, chico listo. Siendo así, supongo que no necesitas saber que tu visitante es una chica… Ni que está arrestada.
—¿Arrestada? ¿Por rondar una tumba?
—Sí. No exactamente. —Fue la escueta respuesta de Nathaniel.
—¿Vas a decirme o no? —Inquirió Aiden exasperado, tras unos momentos de silencio.
—¿Finalmente despertó tu curiosidad? —Cuestionó Nathaniel con sorna.
—Idiota. Para sentir curiosidad, tendría que importarme en primer lugar. Tú lo único que estás despertando son mis ganas de golpearte. Habla de una vez para poder terminar con esto o detén el auto. No quieres hacerme perder la paciencia hermano.
—Y ahora me amenazas. —Bufó Nathaniel. —Ambos sabemos quién saldría herido si intentaras atacarme, hermanito.
—Habla. —Demandó.
—Bien. Según mi fuente, la chica ha estado llamando la atención sobre si misma al haber sido vista durmiendo en el mausoleo varias veces. El cuidador quería llamar a la policía, pero al ser todo lo que hacía, le ordené no hacerlo. Nuestra familia no necesita el foco de atención que ese escándalo produciría y no es como si pudiera ser culpada por no tener hogar. Quizás debería ver a un psicólogo por el morbo de, entre todos los lugares, elegir dormir en el cementerio, pero eso está fuera de la cuestión ahora.
—¿Eso es todo? —Preguntó Aiden incrédulo.
—No exactamente, esta madrugada fue detenida junto a dos tipos. Al parecer los tres habían tenido una pelea dentro de tu mausoleo. Podremos saber más cuando hablemos con el oficial a cargo. —Finalizó Nathaniel, encogiéndose de hombros.
Aiden bufó ante la forma en que su hermano lo había molestado para finalmente no tener información realmente útil. Reprimiendo las ganas de golpearlo, se acomodó nuevamente en su asiento y se dispuso a ignorarlo.
El resto del viaje transcurrió en silencio, con Nathaniel manejando mientras Aiden nadaba en sus pensamientos sobre qué había poseído a su hermano para creer que la situación pudiera llegar a interesarle y derivando en diversas formas de hacer que pagara por perder su tiempo con algo así, sin llegar a matarlo o dañarlo permanentemente… De hacerlo, favorito o no, Iza tendría sus gónadas.
Cuando el auto se detuvo frente a la estación de policía, ambos hombres saltaron de sus respectivos asientos con una sincronización rayando la perfección. Una vez dentro, Nathaniel se dirigió al primer oficial que vieron, tras un escritorio.
—Buscamos al detective Chruse. ¿Se encuentra?
—No. Vuelve en un momento. Si gustan pueden tomar asiento. —Respondió, señalándoles un grupo de sillas en lo que parecía ser un sector de espera. —Oh, Detective. —Siguió, al dirigir su mirada detrás de ellos. —Justo a tiempo. Estos caballeros desean hablar con usted.
—¿En qué puedo ayudarles señores? —Los hermanos se dieron la vuelta para ver a su interlocutora y Aiden no se perdió la irónica situación que se produjo. Al parecer el karma era una perra eficaz.
La sorpresa de Nathaniel era palpable al descubrir que su detective era una ella. Su hermano podía ser muy bueno en ocultar sus reacciones, pero Aiden lo conocía demasiado y no se perdió el interés hacia la mujer. No podía decir con seguridad si era por la agradable voz, los suaves rasgos o los ojos verde musgo; pero casi podía ver la cola del lobo de Nathaniel meneándose.
—Estamos aquí por el asunto de la tumba. —Respondió Nathaniel, recuperándose del shock inicial y olfateando excesivamente el aire a su alrededor; ganándose un potente pero disimulado codazo en las costillas por parte de Aiden.
—¿Cuál es su interés?
—Personal. Se trata de una tumba familiar.
—Nombres. —Exigió.
—Nathaniel Leví y Aiden D’Ors.
—¿Aiden D’Ors? —La Detective enfocó su atención en él, entrecerrando los ojos.
—Es un nombre familiar. Pasa de generación en generación. Ya sabe cómo es eso. —Respondió Nathaniel desestimando el tema. —Ahora, si revisa sus archivos, verá que tenemos autorización para ser informados sobre todos los detalles del caso.
Aiden no necesitó que se lo dijeran, para saber que el permiso era tan real como podría llegar a serlo, producto de las habilidades de hackeo de su hermano.
—Un momento, por favor. —La oficial Chruse no esperó a que contestaran antes de dirigirse a su pequeña oficina. Unos minutos después estaba de regreso. —Lamento la espera.
—Está bien. Entendemos perfectamente. —Le aseguró Nathaniel. —Tiene que comprobar las cosas antes de darle información a cualquier desconocido.