Kara
La última vez que vi a Axel fue hace ocho años. Era sólo un par de días después de la graduación y las cosas entre nosotros estaban demasiado tensas por los lamentables sucesos de esa época. Hice de todo para ayudarlo, pero parecía que solo conseguía que solo se alejara más de mí, lo que admito me lastimaba y enojaba en igual medida.
Ese día en particular me encontraba más molesta que triste y tuvimos esta gran discusión en la que dijimos cosas que no debíamos.
Unos días después fui a su casa para poder solucionar las cosas, porque a pesar de todo, yo lo amaba. No importaba si era demasiado joven para saber qué era el amor, yo estaba terrible y profundamente enamorada de Axel. Siempre lo estuve.
Pero al parecer no era suficiente.
Cuando noté que ni su motocicleta ni su auto estaban estacionados afuera, tuve un mal presentimiento.
Cuando toqué su puerta y nadie respondió supe que definitivamente algo no estaba bien.
Cuando esperé fuera de su casa hasta que el cielo se oscureció y nadie abrió supe que era el fin.
Él se había ido.
Sin despedidas, sin explicaciones.
Nada.
Decir que su partida me lastimó sería un eufemismo. Me destruyó. Más de lo que me gustaría admitir.
Seth me echa una mirada y vuelve a ver a Axel que aún me observa un poco sorprendido con esos orbes cafés. Le doy un intento de sonrisa lo que lo hace que desvía la mirada por un momento al suelo. Se aclara la garganta y vuelve a mirarme.
— Kara. — el sonido de su voz diciendo nuevamente mi nombre causa un revoltijo de emociones dentro de mi que no me gusta para nada.
No respondo porque ¿qué se supone que le diga al chico que amé y me abandonó como si no fuera nada luego de ochos años?
— Uhh.... —Seth mira entre nosotros luciendo incómodo.—Hola, Axel.
Dado el incómodo ambiente Seth decide hablar, lo cual logra captar la atención de Axel. Me quedo observando a la nada, miles de pensamientos y preguntas que deje en el pasado vienen sin permiso haciendo de mi mente un completo desastre.
¿Por qué no volviste?
Esa es la pregunta que más me atormenta.
Dos años después de que se fuera, él regresó. Rentó su casa y con ese dinero logró estudiar literatura, se mantuvo cerca de mis padres, de los chicos, incluso de Hanna, pero en ningún momento se puso en contacto conmigo.
Nunca me buscó.
Regreso mi mirada a él mientras habla con Seth y no puedo evitar notar lo mucho que ha cambiado. Definitivamente ya no es aquel chiquillo que rompió mi corazón, ahora es todo un hombre. Está mucho más alto de lo que recordaba, también mucho más... corpulento. No de una forma exagerada, pero sí lo suficiente como para notarlo debajo de su camiseta blanca. Su cabello ahora luce corto, casi al ras de su cabeza ¿Y la barba? Ni siquiera quiero empezar con eso.
Ugh, Kara mala. Deja de babear por el sujeto que rompió tu corazón.
Trago y regreso mi vista hacia sus ojos que de hecho me están observando.Carraspeó y le doy un ligero empujón a Seth.
— Tenemos que irnos. — mi voz sale brusca de lo que esperaba por la mirada que me da el pequeño castaño. Me remuevo incómoda..— Hanna se va a molestar si no nos apuramos.
Seth finge un escalofrío.
— Es cierto, mejor vámonos. Nos vemos, Axel.
Por el rabillo de mi ojo noto como el nombrado asiente.
— Bueno, fue un gusto volverte a ver, Axel. — digo sin ser capaz de encontrarme con su mirada.
Da un paso en mi dirección.
— Espera, Kara, yo...
— Adiós, Axel.
Y esta vez soy yo quién se va.
Esa misma noche, mientras observo el techo de la habitación, no puedo evitar pensar en el encuentro de más temprano. Sin la distracción de su atractivo, mis pensamientos se dirigen por un peligroso camino hacia la tierra de los recuerdos.
Golpeo mi cabeza contra la almohada totalmente frustrada.
Habían sido años desde que me permití pensar en él y en nuestra historia. Años desde que guardé cada recuerdo de nosotros en una caja y la oculté al fondo de mi mente donde no tendría que rememorar cada momento de nuestro tiempo juntos.
Sin embargo, verlo hoy... causó algo en mí.
Algo que no puedo definir en una sola palabra.
Dolor. Traición. Ira. Nostalgia.
Todo dentro de mí es un lío y no sé cómo lidiar con ello. Tampoco sé si quiero hacerlo.
Mi vida ya es lo suficientemente complicada en este momento como para agregarle el drama de un viejo amor, pero el problema es que Axel no es solo un viejo amor.
— Ughh.
Me siento en mi cama y paso las manos por mi rostro aceptando que dormir no es una opción por el momento. Enciendo mi lámpara y tomo mi muleta, camino por el cuarto por un momento antes de sentarme y volver a levantarme.
Todo es muy confuso.
Cuando decidí regresar, estaba tan enfocada en mi situación actual que ni siquiera pasó por mi mente la idea de volverlo a ver, pero ahora que estaba aquí supongo que solo debía acostumbrarme a la idea de su presencia en mi vida otra vez...Porque aún si me hizo daño y verlo me afecte tal vez más de lo que me gustaría, eso no quita el hecho de que mi familia es su familia.
La única familia que le queda.
Cierro los ojos, el dolor de recordar ese detalle filtrándose en mi mente.
No, jamás le quitaría eso.
Así que lo único que me queda es aceptar su presencia y mantener mi distancia por el bien de mi cordura.
Y de mi corazón.
*****
—Y.... Terminamos. —dice Kalei, mi fisioterapeuta.
Cierro los ojos mientras hago una mueca de dolor. Esta es mi primera sesión con ella y aunque en un momento estuve asustada de que no fuera tan buena como mi anterior terapista, rápidamente me di cuenta de que no era así. Además, su personalidad dulce y amable logró que me sintiera cómoda a su alrededor y no fuera una especie de bruja loca.
Editado: 06.03.2021