Regian

PREFACIO

Se puede decir que el baile de graduación para todos es importante. Se ve en las caras de todos como disfrutan estar bailando en la pista mientras los reyes estaban sentados en el podio como unos inocentes a los ojos del mundo. Se puede decir que esta es la única manera de dejar atrás el percance de hace solo dos semanas atrás. Pues así es como los ricos encubren las cosas, con fiestas deslumbrante y no se puede esperar menos de un baile de fin de curso.

Habían pasado dos semanas desde que ese luto ya no estaba entre los estudiantes y los murmullos se habían disipado. Días anteriores decían que fue un simple accidente, alguien que se cayó desde del quinto piso del colegio, otros en cambio decían que alguien la empujo. Lo cierto es que hay culpables e inocentes, hasta el momento se diría que es un misterio, pero entre las personas involucradas el número se reduce a solo cuatros; la reina y rey del baile, y el par de personas que no deja de mirarlos.

Cuatro sospechosos, ninguna queja por parte de la policía, ni de sus padres. Nadie quería saber nada de la chica que acaban de enterrar, por una parte, porque esta chica era becada y por otra parte es porque a nadie le importa que una rubia con múltiples problemas con el colegio, ahora ya no los tuviera. Así que por esas estúpidas razones, el caso se cerró, colocaron en el archivo confidencial que fue un suicidio y en eso queda todo.

Aunque si hubo preguntas, primera parte de la ronda de entrevistas fue hacia los populares, ya que medios de la televisión cubrieron la mala noticia y a estos chicos les gusta la tele, consecuencias fue que mintieron y pasaron a ser sospechosos. Sin embargo, la duda quedó entre dos personas más, un chico que hace dos años atrás mintió sobre su identidad y con quien era frecuente verla, además de que múltiples rumores dicen que tuvo algo con él. Y un detalle por agregar, el día del deceso estaba drogada y todo el mundo sabe que de los pocos que consumen drogas, es precisamente él.

Y por último la chica loca o eso decía el expediente de su hospital anterior, solo fue sospechosa por ser cercana a ella y una posible psicópata dispuesta a matar.

Helen, la chica loca, como la apodan estos días sabía que ella no estaba dispuesta a matar a alguien, según su médico las voces ya se habían ido así que el peligro de que esto suceda de nuevo era de 0,1%, posibilidades tan bajas. Por ello su única mirada no estaba puesta en el grupo de reyes porque sabía que estaban de alguna forma involucrados, más bien su mirada se posaba con seguridad en el drogadicto de su derecha. Ahora estaba sobrio, desde lo sucedido no se había metido nada por la nariz, pero revivió las andanzas con el alcohol.

Su mirada penetraba su espalda y él sabía que esa mirada estaba puesta en él, por eso cuando se giró a verla, tomándola por sorpresa y le sonrió como si de un espectro que sumiera en la oscuridad, la embrujara. Tomó de su trago y con un leve brindis en el aire, se levantó de su asiento golpeando la mesa con la copa y se giró para irse. La chica se levantó a perseguirlo, temblaba del miedo, sabía que él no era una persona buena y dónde provenía mucho menos, pero lo siguió por necia y porque quiere buscar una respuesta para lo que le sucedió a esa chica.

Su espalda ancha estaba tensa, pero sentía los pasos de ella. No era estúpido para pensar como ella, solo quiso que el juego siguiera y la guio hasta el estacionamiento donde se subió a su auto deportivo. Tomó un cigarrillo y notó como el de ella que era una chatarra vieja, se encendía.

—Tonta, ptashka —El chico habló en su lengua natal.

La hizo recorrer toda la cuidad para despistarla para que no presenciara este horrible momento. La perdió en medio de un caos del centro. Cuando la perdió de vista regresó al mismo lugar que visitaba por las noches, estacionó el auto, tomó su pistola cargada y la miró por unos segundos, entendió que este como el de hace años sería el mismo que jamás olvidaría. La guardó como la otra vez y se abrió paso por arriba de la enredadera que adornaba la muralla, ella sería incapaz de subir así que por eso tardaría y mejor que así suceda. El chico subió por la enredadera, pasando por la piscina y trepando el cuarto de Helen. Olía a loción femenina cuando abrió la ventana. El exquisito olor a rosas que ahora posee, ni siquiera le hacen justicia al cítrico que olía antes.

Miró hacia su cuarto y notó lo diferente que son los años de los pasados. Arrugó las cejas de nuevo sintiendo algo dentro y se volvió a resignar a que volvieran a parecer y camino hacia su puerta. Tomó los pasillos silenciosos y llegó al estudio que tanto vio por meses. Sabía el propósito de este día y sabía que llegaría algún día, pero presenciarlo era otra cosa. Miró hacía el escritorio y encontró justamente al hombre con la corbata desabrochada y el alcohol hasta las venas mientras lloraba como un desquiciado. El chico notó un montón de municiones en la mesa y la pistola que de seguro está cargada.

—Ahora yo soy el ciervo —Comentó el hombre y con cuestión de segundos el hombre se levantó con el arma apuntando hacia un lugar específico.

Sorprendido el chico desenfundo el arma apuntando y Helen abrió la puerta encontrando todo con sorpresa. Al ver la escena, se desesperó y sus lágrimas comenzaron a brotar.

—¡Por favor! ¡No lo hagas… No! —Y dos sonidos del gatillo sonaron, dos personas se desplomaron mientras el charco de sangre se inundó en los extremos de la casa del estudió.

Uno era el papá y el otro era Regian.

Nota de la autora:

Bienvenidas y de vuelta en este 2022, con mucho entusiasmo de que esto inicie. De verdad estoy emocionada de compartirles esto, sé que he tardado, pero en verdad quiero que esto crezca lentamente y sin apuro de. Quiero que realmente sea una experiencia que disfruten. Aquí van mis advertencias:




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