Adrián
El cielo empieza a tornarse de un color rojo, inusual de ver en esta época del año. Por lo tanto, importante, las nubes se tornan amarillas y naranjas y la luna se envuelve en un extraño color rosa el cual es cubierto por las nuevas.
Sus estrellas formando constelaciones azules.
A este suceso se le conoce como el Cielo Candente.
Su leyenda más conocida es que aquellos que se casen en esta época y la luz de la luna los golpee serán almas gemelas en esta vida y en la que sigue.
—Escogió una buena fecha para su matrimonio, su majestad —La voz de Marcus me saca una sonrisa.
Está detrás de mí, con una expresión seria.
—¿Por qué es tan aburrido? —lo miro —¿No estás feliz de tener una nueva reina?
—Siento lastima por Alysa, después de todo usted fue la razón de su divorcio —contestó
La sonrisa sobre mis labios desaparece tan pronto como toca ese tema.
—Esa jovencita quería al amor de su vida, yo solo le cumplí el capricho —frunzo el ceño —No soy el culpable de los errores de Bennett o los de Eileen
—No lo es, eso es correcto, pero daño a las demás personas, Támara le tendrá rencor a su madre en un futuro, Melione caerá en desgracia, Alysa... ella no es tonta Adrián, conoce su tatuaje y a medida que pasen los días... ella irá recordando su pasado, sus hijos
—¿Los que no nacieron? ¿Cómo puede recordar algo que nunca existió? —cuestione
Ya sé de donde saco tanta información.
—Madre es madre Adrián, y una madre está pegada a su hijo, ellas sienten, el dolor, la pérdida, el recuerdo. ¿No has notado su tristeza en las noches? ¿El miedo al dormir?
—Entraste a los archivos secretos del palacio, ¿cuánto ha crecido tu Magna?
—Mientras el suyo aumente, nada impide al mío crecer y lo sabe —se lleva sus manos a la espalda
Me mira con seriedad, lo veo pequeño, tan minúsculo como una pulga qué quiero pisotear, pero ahora, no puedo perder el único rastro de pasado que hay, además... no puedo encontrar a otra persona para confiarle mis secretos.
—¿Qué gana con tenerla? —preguntó
—Lo que siempre quise
—¿Es por la guerra? Adrián ¿sigue con las intenciones de invadir a Melione? —su incredulidad me sorprende
Este no es mi hombre de confianza.
Apretó los dientes y los puños.
—Respóndeme algo Marcus, ¿cuáles eran las intenciones de Rodolfo al invadir este imperio?
—No lo sé, nunca las supe
En efecto, no es mi hombre de confianza.
Voy hacia él, lo agarró del hombro como acostumbro, lo miro a los ojos y con pesar hago la última pregunta.
—Marcus, gracias por servirle a este imperio —sonrió
Con mi mano derecha sujetó su cuello, lo aprieto con fuerza ahorcándolo, él aprieta mis manos enterrando sus uñas, si fuera Marcus... me habría atacado sin ningún problema.
Lo lanzó contra la pared, su peso hace que mi hermosa pared se estropee.
—Adrián, ¿cuál es tu puto problema? —sostiene su garganta tragando bocanadas de aire
Arrojó un jarrón haciéndolo trizas, tomó un trozo filoso y camino a él.
Se desliza con miedo, muestra sus dientes en una pequeña abertura que hacen sus labios, él corre, por un lado, listo para salir por el balcón.
Me abalanzó sobre él, agarró su camisa y lo presionó sobre el suelo, vuelvo a tomar su cuello y esta vez su mirada cambia sus ojos se vuelven rojos, su piel tiene manchas negras, más oscuras que su tono de piel.
Con ira entierro el filo de mi arma en su ojo.
—¡Adrián ya basta! —el sollozo frágil de una mujer me alerta
Al bajar la mirada, Alysa sujeta mi mano con cuidado, su rostro está sangrando de una manera desenfrenada, su pecho sube y baja, está vestida de blanco y tiene una profunda herida en el estómago.
Escupe un chorro de sangre sobre mí, recuesta su cabeza con brusquedad en el suelo para al final...
—Alysa... —sujeto su rostro con miedo lo golpeó un par de veces
No... yo no la mate... no la pude haber asesinado.
El trozo queda pegado en su hermoso ojo.
Me levanto con miedo, alejándome de ella, caminó unos cuantos pasos, cuando la vuelvo a ver la imagen frente de mi parece una mentira.
Tienen puesto el vestido de novia, una falda larga esponjosa, en corset de corazón y mangas a la altura del pecho.
Mi corazón late desenfrenado, no puedo respirar, mis manos están manchadas con su sangre, no soy capaz de contener mis emociones, no puedo seguir.
Trago en seco, caigo de rodillas al suelo, el nuevo en mi garganta no me permite respirar, no puedo verla.
Quiero despertar de esta horrible pesadilla, una punzada ataca mi corazón dolido, me agacho sosteniendo mi pecho, cierro los ojos, quiero controlar mi respiración, pero no puedo.