12:00 am
Corre. Corre. Corre.
Es lo único en lo que puede pensar Max después de ser traído a la fuerza hasta el bosque del pueblo, algo lo persigue o alguien. Sus ojos grises están a punto de llorar, de su nariz sale sangre con exageración de un golpe que hace poco recibió, sus labios están resecos a punto de partirse y el frío de la noche hace que tiemble peor de lo que ya está.
Los grandes árboles lo intimidan y la oscuridad no ayuda a que pueda ver el sendero que lo lleva hasta su casa, por un descuido se tropieza con una roca y cae al piso ensuciandose de barro, él no dudó en pararse tiene que escapar de ahí sea como sea, quienes lo vienen persiguiendo no pararán hasta encontrarlo.
Un silbido suena.
Terror siente el pobre chico al escuchar una vez más ese silbido que hace que su cuerpo tiemble, ya no es del frío. Desde lejos ve una esperanza, un portón rojo resplandece, las nubes oscuras se corren a un lado dejando que la luna suelte su brillo para que Max así pueda visualizar el camino mejor, sus piernas reaccionan y corren, cuando está a punto de llegar una chica con cabello rubio largo se para en la puerta con una sonrisa perversa, saludandolo.
Él se da la vuelta para escapar de ahí, pero se tropieza con un chico pelinegro, Max comienza arrastrarse con temor por el suelo llegando hasta la chica rubia, quien le tira un balde de agua fría en su cabeza, el helado líquido atraviesa por cada parte de su piel. Tiene miedo, empezó a temblar más de lo normal y el agua empeoró las cosas, siente que es su fin. La rubia lo jala del brazo encerrándose con él y su amigo en el granero, hace lo posible por resistirse, la chica le entierra las uñas.
-Tranquilo Max solo queremos jugar -Dijo la rubia -¿Por qué tenías que contarle a la profesora? -Hablo juguetón.
-Yo no dije nada, lo juro -Suplicó Max.
-Shhh -La chica puso su dedo índice en los labios de Max -Solo tomaremos unas fotos.
La lluvia empezó a caer golpeando con fuerza el tejado de metal. De repente todo pasa tan rápido que ninguno de los tres se dio cuenta que fue lo que le causó una herida en la mejilla a la rubia, no era grande. Algo se movía rápido por todo el granero, el pelinegro se preparó para atacar, mirando hacia la puerta la sombra de un hombre apareció de la nada y desapareció apenas un rayo cayó del cielo.
-Tenemos que irnos -Dijo el pelinegro jalando a la rubia. Encendieron un auto, abandonado el granero y a Max.
La criatura ahora lo vigilaba desde las sombras, sus ojos rojos alumbraron. Max estaba paralizado. ¿Qué sucedió? Era lo que se preguntaba cada vez que recordaba aquella criatura que no se quería mover de ese lugar, con pasos firmes se acercó a Max. Tapándose los ojos ocultó su rostro de aquel monstruo que se encontraba a su lado.
Algo mordió su cuello succionando la sangre de la vena. Ardor y dolor fue lo que empezó a sentir.
Los gritos se escucharon por todo el bosque hasta que por fin pararon.