Renacida

Capítulo 5

Max

Jena no ha dicho una palabra desde que le hice la propuesta. 

Vamos camino de regreso al granero, tampoco es tan mala idea dejar ya este lugar, las noches han sido las peores y el heno no es un lindo lugar para dormir. No voy a extrañar para nada este sitio, pase uno de los peores momentos de mi vida aquí, fue en este mismo lugar en donde me convertí y la única razón por la que no me largaba era porque a dónde más iba a ir si no tenía un lugar estable en donde permanecer.

De tan solo pensar en cómo se pondrá mi madre al enterarse en lo que me convertí y que estoy vivo, siento escalofríos. Mi pobre mamita debe estar asustada y preocupada por mi escape, pero no tenía más opción ese día, tenía miedo de matarlos, de hecho aun tengo miedo de acabar con mi familia cuando regrese. 

Llegamos al granero, todo estaba tranquilo. Recogí algunas cosas que necesitaba llevarme, mientras terminaba de organizar Jena lavaba sus manos llenas de sangre, la tenía regada por todo el cuerpo. Todavía no me cabe en la cabeza que ella haya querido ayudarme, cada día me sorprende más, lástima que hoy llegó en el peor momento. 

Volteo unos segundos a verla, se encuentra mojando su larga cabellera negra y terminando de limpiarse la sucia sangre. No he parado de mirarla, no se puede negar que ella es linda, ahora se está arreglando la ropa y peinándose. 

–¿Por qué me miras tanto? –Ella se voltea sonriendo.

Dejó de mirarla, vuelvo a concentrarme en arreglar lo que voy a llevar. 

–No te estaba mirando a ti –Amplió su sonrisa.

–Ah no, entonces que mirabas –Se está acercando, no vuelvo a mirarla. 

Doy media vuelta fijandome en esos ojos negros, acerco un poco el rostro al de ella.

–Miraba… –No sé qué decir –Las estacas que llevas en tu bolso –Bajo la mirada al suelo, con la cabeza señaló su bolso lleno de estacas. 

Ella corre a ocultarlas, no puedo evitar reírme. ¿Por qué piensa que eso va a funcionar? Las estacas no nos matan, solo duelen e impiden que nos podamos mover. 

Lo se porque intenté matarme con una cuando supe que me convertí en esto, recordar el dolor al sacarla es lo que me motiva a no cometer más estupideces.

¿Por qué ella iba a traer eso al bosque?

–Ibas a atacarme con eso –Doy pasos atrás. 

Mira confundida.

–¿Qué?... No. No. No, las traje porque ya me han atacado dos veces, necesito defenderme con algo.

Quiero creerle, solo que no puedo ¿Por qué?

–¿Cómo puedo confiar en ti? –Pregunto.

–¿Es enserio? –Alza una ceja –Te recuerdo que te ayudé a enterrar a una mujer hace unos minutos –Cruza sus brazos –Si te quisiera matar, lo hubiera hecho hace mucho. 

En gran parte tiene razón.

–¿Qué más tienes en la mochila? –Sus expresiones son serias –Solo es por precaución.

Abre la mochila sin parar de mirarme para tirar todo lo que hay dentro al suelo. Varias estacas caen al igual que un spray y su celular. 

–Ahora si confías en mí –Tira la mochila al piso.

La verdad sigo sin confiar, de pronto miente. 

–No.

–Bueno esta claro que eres un idiota, adiós –Lo unico que recoje del piso es el celular y spray –Y para que sepas no eres el único que desea mi sangre. 

Con eso sale del granero enojada.

Me siento unos segundos en el heno a pensar.

¡Ay mierda! Ella tiene razón, porque desconfío de ella si lo único que ha hecho es ayudarme todo este tiempo.

–¡Espera!

Salgo corriendo del granero buscándola, no la veo por ningún lugar ¿Cómo desapareció tan rápido? No puedo dejar ir a Jena, ella es la única que puede ayudarme, desde que probé su sangre, siento la necesidad de alimentarme de esa rica y deliciosa sangre, es la única que me complace cuando tengo hambre. 

Y no solo eso, ella conoce mucho más sobre nosotros y puede ayudarme a controlar mis impulsos. 

¡Y si algo malo le pasa! Mi mente comienza a jugar un poco con pensamientos turbios, solo porque no logro encontrarla. 

No está en ningún sitio, o se esconde para que no la encuentre. Después de buscarla por todo el bosque llegó hasta un lago, no está tan lejos del granero, puede que haya venido aquí. Debí venir aquí desde el principio, es el lugar más cerca del granero.

Escucho los latidos de un corazón, no dudo en revisar de quien se trata, al verla siento un alivio.

Me siento a su lado.

–Perdón –Ella no me mira, yo a cambio no puedo dejar de mirarla –Lo siento, enserio. 

No ha dicho nada, su silencio es incómodo. El lago está tranquilo, el canto de los pájaros, me relaja algunos segundos y el sonido de las hojas cayendo me trae lindos recuerdos de cuando era niño.

Ella sigue mirando el lago, no me ha visto desde que llegué.



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En el texto hay: vampiros

Editado: 14.09.2023

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