He roto y tirado cuantos espejos he podido, oyendo los gritos de furia y horror de la que fue mi princesa, a quien ya no conozco. He notado en los reflejos de los espejos cómo tiene la piel en un tono azulado y mantiene el maquillaje regado. Se tira y retuerce con rabia, haciendo movimientos esquizofrénicos. Es lo más hermoso que he visto. Aún muerta, me sigue dando espectáculos. No es la primera que mato por accidente, pero sí la que me busca incluso después de la muerte.
Mientras rompía espejos, sentí cómo mi cuerpo se frenaba y me quedé estático. Escuché una voz grave, tan gruesa como el retumbar de un relámpago, que me dijo:
—Mack,idiota, te gusta tu regalo. Olvidaste tu parte del trato.—
Intento hablar, pero mi lengua se hace un nudo y las palabras no me salen. No veo a nadie, pero no me hace falta para saber quién es.