Alguna vez llegaron a sentir esa sensación de seguridad plena?
Recuerdo un cuarto con la paredes llenas de moho, sin color y con ese holor característico de la humedad, en donde una niña de 10 años se orillaba a la esquina de un colchón mugriento buscando algo de calor para poder sobrevivir a una noche fría, sola sin nadie que le diera un abrazo, sin una cobija para calentar su pequeño e indefenso cuerpo.
Recuerdo a una adolescente de 17 años ofreciendo golosinas en la esquina de algún semáforo para poder juntar el dinero necesario para que le permitieran pasar la noche bajo un techo que la cubriera de la tormenta que se avecinaba.
También recuerdo a la misma adolescente durmiendo sobre un cartón frente al orfanato en donde si juntaba el dinero necesario pasaba la noche, pero ese día no logró hacerlo y estar en esa vereda sobre ese cartón era su castigo.
Esa misma muchacha que a los 18 años cansada de la explotación que había sufrido desde que tenía memoria, decidió escapar de ese ese sitio, ir a un lugar en donde podría ser libre y no tener que cumplir las órdenes de un hombre narcisista que la obligaba a hacer cosas que ella no quería, pero que se veía obligada a hacer para tener algo que comer.
Llegó a frente a una edificio, cansada y sin saber a donde dirigirse se orilló a una esquina en donde se encontró con desechos que de seguro recogerían al día siguiente y del cansancio perdió en conocimiento.
Que al despertarse se sintió desorientada, se sentía cálida y cómoda algo que desde hace tiempo no sentía y si ese era un sueño,ella no deseaba despertar.
Pero tuvo que hacerlo al sentir que alguien tocaba su brazo, causando que salte y despertara de tan placido sueño.
Pero no fue un sueño, estaba sobre un cómodo sofá con ropa limpia y con una cobija que ahora mismo cubría sus piernas, y frente a ella estaba una muchacha con el cabello totalme rojo y los ojos marrones más brillantes que haya visto en su vida.
Aquella joven se presentó como Susan pero y aseguró sus amigos la llamaban Susi y que ella podría llamarla de aquella forma, cosa que la extraño pero acepto de buena forma aunque dudosa del trato que esa señorita le estaba brindando.
Al contarle las razones del porqué terminó en medio de la basura que estaba al costado de su edificio, esa mujer no la juzgó, más bien la abrazo y le aseguró que ya no tendría que pasar por eso, que ella la ayudaría.
Al principio no la creyó, era extraño que alguien le ofreciera algo sin pedir nada a cambio, pero al pasar de los días se dio cuenta que aquella joven solo quería ayudarla y de alguna forma, cosa que le resultó raro hasta para ella misma, confió en ella.
Y no se arrepintió de su decisión porque aquella joven se convirtió en su confidente, la escuchaba y no la juzgaba más bien la entendía.
La ayudó a conseguir trabajo en un centro de masaje que pertenecía a su madre, la dejó vivir con ella, le enseñó varias cosas que desconocía, pero sobre todo le ofreció su amistad sincera y sabía que había encontrado lo más cercano a una familia con ella.
Y en aquella casa, frente a un espejo de cuerpo completo con la toalla cubriendo su cuerpo, pudo observarse como hace tiempo no lo hacia, tenía el cabello castaño ahora húmedo por la reciente ducha, unos ojos azules con matices grisáceos le devolvían la mirada, ya no estaba tan flaca como meses atrás, estaba más rellena y eso realmente causó cierta felicidad en ella.
Y en ese momento, en aquella habitación observándose y sabiendo que tenía un lugar en donde volver despues de salir, sin importar que tan mal o bien le hubiera hido, con el estómago lleno y teniendo a Susan con ella, ella lo sabía..lo sentía, estaba segura.
¿Y como lo sé? Simple.
Yo fui ella, fui esa niña de 10 años desprotegida, esa adolescente explotada que cansada de esperar que la rescataran, decidió salvarse.
Yo soy esa mujer que después de varios años, pudo sentir esa sensación de seguridad plena.