En distintas líneas de tiempo,
la verdad duele como una espina
pero florece como una rosa.
──. ꒰ ♡₊˚. ──
—¡¿Alenna?! —exclamó la rubia mientras recostaba su cuerpo sobre la carpeta, con un suave tono de burla. Algunos ojos curiosos se dirigieron a ellos en la profunda y gélida mazmorra conocida como el aula de clases en la que estaba tumbado, Liam se quedó en silencio notando como la voz del maestro dentro del salón se desvanecía. Química era su clase menos favorita del día y la poca discreción por parte de Lauren, la rubia que se sentaba a su lado y una de sus pocas amigas, lo hacían sobresaltar. Lauren por muy de cerca podría ser su mejor amiga, pero ese puesto ya está ocupado y con lujos de detalle para Alenna Rossi, una pelirroja quien también es su romance platónico. Pero ese pormenor aumentaba cuando él y Alenna ya no tenían la misma comunicación de antes, sería un error considerarla su amiga.
Lauren es una muchacha extrovertida cuyo círculo social tenía un poco de todo. Para ella, siempre era más divertido molestar a sus amigos que tomarle atención al maestro y su tediosa manera de explicar los temas. A pesar de la brillante personalidad de Lauren y su humor seco, el castaño debía salir rápidamente de esa conversación. Arrastra los pies por el suelo sucio del aula. Normalmente, a Liam le encantan estos días en los que pierde tiempo en la escuela. Le gusta volver a su hogar sintiéndose completo. Sin embargo, en febrero no resultaba tan efectivo.
—¿Quieres que te escuchen todos? —espetó despectivo a su compañera y giró su cuerpo hacia atrás para atrapar Lauren mirándolo de cerca, un dedo rodeando el borde de su lápiz y una pequeña sonrisa juguetona en sus labios.
—Te atrae Alenna. —repitió. No había juicio en su tono de voz, ni siquiera entonación o elevación aguda. Se sentía como si la rubia estuviera afirmando algo y sin querer, desvió su mirada al asiento de la muchacha pecosa que atendía la clase, ignorando el ajetreo entre él y Lauren. Le costaba admitirlo, pero Liam había intentado todo lo que podía pensar su magnífica mente cuando se dio cuenta de que se había enamorado de Rossi. Aunque quizá solo era un gusto, tomó distancia antes de darse cuenta de que eso no estaba haciendo nada más que causarle dolor. Canalizó sus sentimientos hacia nuevos entrenamientos en el gimnasio de la escuela y a la vez hundirse en comida chatarra; hacer una lista de las cosas que odiaba de Alenna y porqué sentir cosas hacia ella era una tontería. Sin embargo, pasaron las horas y lo único que había en esa lista era un "ella no me quiere". Lo terminó aceptando y de que en algún momento la debía soltar.
—Claro que no. De hecho ella y yo hemos dejado de hablar. —demandó el castaño y Lauren no tardó en dirigirle una mirada de desacuerdo, ignorando sus indagaciones. Inclinó la cabeza hacia un lado para señalar sutilmente la mesa de Alenna y finalizó la conversación
A medida que el maestro daba la clase de química, hablaba sobre lo que solo podía ser lo mismo que se ha comentado en los últimos días. El trozo de papel bajo el bolígrafo del castaño se cubría cada vez más de bocetos atómicos y dibujos morbosos. Liam tiene quince años cuando admite que está un poco enamorado de Alenna y, de alguna manera, es un muchacho feliz. Su vida no es perfecta, pero tiene una estancia materialmente cómoda junto a una madre que lo adora y consiente en exceso. Pensar en sus emociones es más de lo que jamás se atrevería a esperar y el castaño no es una persona que suela silenciar lo que siente.
Era casi el día de San Valentín, y en toda la escuela se podían encontrar corazones con las típicas iniciales, nuevas parejas que hacían público su sublime romance e incluso personas que se entusiasmaban con una nota en su casillero. Una de esas parejas fueron Stanley y Matt, unos alumnos de último año quienes tuvieron unos días de popularidad puesto que la ex novia de Matt jamás aclaró alguna ruptura con el pelinegro, aunque... ¿Por qué lo haría? Liam decidió unirse al grupo de la "carta secreta", con la esperanza de que el profesor no lo regañara por no prestar atención a la misma clase por doceava vez. El tipo de verdad parecía tener algo en su contra, pero a veces jugaba a su favor. Así como lo haría en unos minutos.
—Con respecto al proyecto de química... será en dúos —comentó el maestro.
—¿Se puede hacer en grupos de tres? —interrumpió Lauren a propósito y todo el aula soltó una carcajada. El docente murmura algo para sí mismo y frota sus sienes con la yema de los dedos.
—No, alumna Saraví. Muy claramente dije parejas las cuales elegiré. —ordenó el mayor, enfatizando la última palabra y recibiendo una expresión de disgusto por parte de Lauren. Ella odia en sobremanera su apellido y lo poco estético que lucía a lado de su nombre; Lauren Saraví.
Entre las menciones de los dúos, faltaban segundos para que termine la jornada estudiantil y la mayoría de los estudiantes huyeron de la clase de inmediato cuando sonó la campana, mientras que los alumnos que quedaron atrás eran nerds o todavía estaban recogiendo sus cosas, como Alenna y dos personas más. Con los salones infestados de estudiantes, la entrega de parejas para la exposición de química no fue fácil de procesar. Nadie se dio cuenta, o no les importó, o sabían que era solo un día de San Valentín. Simple. Excepto cuando la idea de un posible rechazo se abre camino en sus mentes, entonces tal vez no sea tan sencillo como lucía. La pelirroja, deseosa de irse, se dirigió a su casillero y observaba al club de la carta secreta merodear entre ellos. "Ridículos" pensó con una pizca de ironía.