Después del infortunio de ayer. La calma había llegado, y concluyendo que las pesadillas de Ros podían ser muy peligrosas y que cualquier cosa que la sumiera a la tristeza debía de ser resuelta con el poder de la distracción, felicidad y amor porque si no estarían en un caos.
Chris y Eliana no paraban de reírse, revolcándose en la alfombra como un par de desquiciados.
— Sin duda, lo mejor del día...—volvió a reír Chris cuando vio a Sereton con un disfraz de hamburguesa.
Halloween ya se estaba acercando...
— ¡Ves! Ya tienes la hamburguesa que tanto querías —se burló Eli, mientras caía a carcajada junto a su amigo en el piso.
Barbara solo los observaba molesta, pues solo a ella le causaba ternura el adorable disfraz que tenía puesto el gato: — ¡Paren! ¡Dejen de reírse! —esbozó— Se le ve encantador.
— ¿De verdad lo crees mi Ángel? —preguntó maravillado el gato continuando con tono solemne: — Porque por ti, lo usaría siempre...
Aunque, aun así, los dos amigos no dejaron de reírse. Al poco rato, Ros apareció con un rostro de cansancio y no era para tanto, ayer había sido un alborotado día en el departamento de la soñadora que con cansancio se recostó en el pequeño sillón de Eliana.
No muy seguido iban a la casa de la peruana, pues era la más lejana de la universidad que la del resto de sus amigos. Pero en vista de que todavía las huellas de batallas en los hogares de Chris y Ross seguían intactas, se vieron obligados a ir al hogar de Eliana para hacer la tarea, puesto que Barbara vivía con su familia. Y no querían crear problemas. Ahora, la cuestión sería en que los problemas irían hasta la casa de ella.
— Karen argentina me rascarías las orejas, ya sabes, como sueles hacerlo —comentó el gato acercándose al regazo de Barbie.
— Mira gatito, te estás pasando de la raya —le advirtió Eliana, pero el gato la ignoró.
— ¡Déjalos Eli! Se los ve tiernos—exclamó Ros con su inesperada emoción a flote.
— Cof cof Zoofilia cof cof —molestó Chris, chocando los puños con Eli.
— En fin, debemos seguir con la tarea —aconsejó Barbie, agarrando su lápiz.
Pero Eliana había terminado su parte del trabajo, dejó su hoja de cálculos en la pequeña mesa central de la sala y se puso su bolso.
— Iré a trabajar, cualquier desastre en mi hogar me avisan ¿entendido? —aclaró antes de irse.
— Tranquila, haremos todo lo posible para mantener tu departamento en pie —gritó Ros calmándola.
— Yo no prometo nada —se excusó Chris manteniendo su libro de matemáticas en sus manos.
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Numerosas veces en el camino a la cafetería Eliana solía distinguir las personas reales de las personas invisibles, una forma de no decirles fantasmas y una forma de diferenciar lo material de lo inmaterial y no volverse loca en el proceso.
Cuando entró a su centro laboral notó que las trillizas con las que trabajaba en el turno noche estaban apenadas y algo silenciosas.
Eli necesitaba saber porque esas personas matonas las perseguían. Resulta que cuando Ros tuvo su problema con sus pesadillas, ella estaba en un escape a toda velocidad con armas futuristas manejadas por las trillizas disparando a un auto, los cuales a su vez disparaban también con armas futuristas de esas que hacen "piu piu" en contra de ellas. Las trillizas se habían ofrecido a llevarla a su casa esa misma tarde en que Ros pedía ayuda, pero tuvieron que desviarse en el camino al percatarse que un auto extraño las perseguía, ocasionando toda una aventura sobre rueda y que terminaran en una iglesia, en donde encontró a nada más ni nada menos que a Jamie. Las trillizas lo llamaron abuelo, quitando el hecho de que tenían casi la misma edad y que por alguna razón también mencionaron a Ros como su abuela, que habían venido del futuro por esa razón, para dejar algunos objetos y cuidar a alguien. En fin, por esa razón no pudo venir a tiempo al rescate de Ros. Todo esto parecía tan irreal.
Barbie tenía razón al decirles que cada vez sus vidas parecían a esos libros juveniles que tanto amaban o a esas historietas y mangas de superhéroes que leían de vez en cuando. Y aunque le parecía emocionante, a veces era algo aterrador.
La campana de la cafetería de la puerta resonó. Alzó la vista para observar al comensal pasar por el umbral, pero no era Jamie, era otra persona totalmente diferente. Y entendió que era posible que no viera a Jamie por un buen tiempo.
— Buenas tardes, bienvenido a la cafetería "Gloria" ¿puedo atender su orden? —saludó Eliana con una sincera sonrisa de lado al hacer contacto con la figura alta y corpulenta.
Un tic hizo eco en su cabeza, como si las granujas del reloj dentro de ella comenzaran de nuevo a girar en sentido horario. A funcionar como era debido. Pero solo en un determinado sector de su mente.
— Elizabeth, es bueno volver a verte, sabes, ha sido un largo viaje, estuve muy ocupado por ti y lo sigo estando —habló con un carisma único y refrescante que embelesó a Eliana por completo y que tuvo que sacudir su cabeza para volverlo a ver de nuevo.
— Disculpa, mi nombre es Eliana, creo que se está equivocando de persona —respondió con sinceridad.
— No, no, claro que no. Nunca confundiría a mi Elizabeth —él fijó sus ojos azules en ella y al darse cuenta que la chica estaba más que pérdida continuó: — ¡Claro! Es obvio, tu pérdida de memoria no te deja recordar quien soy ¡Pero yo te diré quién eres! Los otros me llamaran la atención, pero no me interesa...
— Espera ¿otros? ¿quiénes otros?
— Tus amigos, tu familia, tu gente —explicó él con tono serio—. Personas que se han resistido a los opresores, que viven preparándose en la lucha para finalmente mostrar la otra cara de la moneda y demostrarle al mundo que junto podemos ser una nueva era, y no una de ruinas y caos.
— No lo entiendo —esbozó Eliana con desesperación.
— Error. Sí que entiendes. Siempre lo has entendido, siempre te has preocupado, siempre la has seguido, siempre los has seguido, porque tú ves en las personas futuro, valentía y esperanza. Fuiste una de las personas en creer en ella, en creer en él...—eso última palabra hizo que Eliana se diera cuenta de que le afectaba al chico y que por consiguiente se le quebrara la voz— Él que nos defendió y ahora a su nombre, revelaremos en lo alto quienes somos y que no deben temernos.