Si los pétalos se cayeran

Capítulo 4 - Arriesgarse

Enserio no sentí nada, ni los cosquilleos, que te dan en la barriga, esa sensación de que te falta el aire y que no quieres separarte de esos labios, pero esta vez, no sentí absolutamente nada.

- Lo Siento Mike, me tengo que ir, no puedo. - Digo entrando donde hace poco estaba bailando con mis amigas y siento que me agarra la mano.

- ¿Por qué?, ¿hice algo mal? - Pregunta, por mientras que me doy la vuelta y lo miro a los ojos, me sentía extraña, me sentía culpable, era horrible.

- ¡No sentí nada Mike! - Digo casi temblando. - Enserio, lo siento. -

- No, no pasa nada. Solo, solo fue un beso. - Dice mirando al suelo y es ahí donde sé que lo rompí.

Lo miro y se veía destrozado, me dolía verlo así, y me fui sin despedirme, comencé a caminar, tenía mucho frio, era como si el viento descendiera su llamado. Seguía sin sentirme tranquila y agarro el primer taxi que pasa.

Llego a mi departamento, solo al entrar me tumbe a llorar, pegada a la puerta, me sentía sola, culpable, dure unos minutos ahí llorando, sentía que no podía hacerlo, sentía que no me podía enamorar nunca más, ese pensamiento me mataba, yo que soy de esas chicas románticas de pie a cabeza, que se enamora rápido, esa que con tan solo un mensaje de esa persona, crea una sonrisa en mi rostro, pensar que no volvería a sentir esas cosas me rompía el corazón.

Termine fue acostándome en el sillón, mirando hacia la ventana.

Al día siguiente, me despierto por el solazo que pegaba a mi cara.

- ¡Joder! - Maldigo al abrir los ojos, me quedo un rato hasta que me levanto, camino al baño a cepillarme, bañarme y a arreglarme.

Me miro en el espejo y solo veía desastre en mi interior. Me comienzo a cepillar, bañar y a arreglarme. Hoy solo quería irme donde nona, tomarme una rica taza de chocolate caliente y quien sabe si abrir un libro nuevo.

Voy ya arreglada, me puse un suéter blanco con rayas azul, unos vaqueros ajustados y mis Vans. Agarro mi cartera con mi celular y llaves, hasta que escucho el timbre.

- ¡Ya voy! - Digo camino a la puerta, abro y ahí estaba Mike bien vestido como siempre. - Mike, voy saliendo. - digo saliendo y cerrando.

- No puedo creer que no sientas nada, ¿lo extrañas todavía verdad? - Pregunta y es ahí donde quedo muda a su pregunta, pero reacciono.

- No Mike, no lo extraño. - Digo mirándolo, veo que se calma, suspiro y comienzo a caminar.

- ¿Para dónde vas? -

- Quiero estar sola Mike, no me busques hoy. - Digo caminando al ascensor, por mientras que él se quedaba parado en frente de mi puerta.

Enserio soy desastre y más con él. Agarre mi respectivo taxi hasta la biblioteca, ahí estaba Nona, arreglando algunos libros que dejaron unos chicos en esta mañana, ella siempre era cuidadosa con ellos, tenía esa paciencia y delicadeza, me llamaba mucho la atención de lo fuerte que es esa señora.

- Mi Nona hermosa, ¿Cómo estás? - Digo dándole un fuerte abrazo.

- Oh mi niña, me sorprendiste. - Dice riendo. - Pues la verdad estoy bien, y tu como estas, veo que esos ojitos estuvieron llorando. - Dice tomándome las manos.

- No puedo sentir amor Nona y Mike gusta de mí. - Le digo sentándome en uno de esos puestos que están cerca de la ventana.

- Oh mi niña, Mike es un buen chico, por lo que he visto te consiente demasiado, te compra lo que te gusta. - Dice, por mientras que se sienta al frente de mí. - Además, pueda que no sientas amor ahora, pero quien sabe si lo vuelvas a sentir con el tiempo, nadie lo sabe mi niña. -

- Tengo miedo de lastimarlo... - Digo

- Sabes, Necesitas una taza de chocolate bien caliente, para que te quite esas ideas tormentosas que tienes. - Dice levantándose y caminado hacia la pequeña cocina.

Por mientras que yo me levanto y recorro todos los estantes, veo un libro llamado La villa de las tierras, su portada me llamaba la atención, libro echo por Anne Jacobs.

- Veo que encontraste un buen libro mi niña. - Dice Nona con las tazas de chocolate.

- Me asustaste Nona. -

- Ese libro es una saga, la verdad es que te atrapa mucho, deberías leerlo. - Dice, por mientras que dejo el libro en su lugar.

- Sera en otra ocasión. - Digo

- Bueno mi niña, ven a sentarte. -

No sé qué haría sin Nona, me comenzó a contar todas las anécdotas que tenía con su esposo Robert, enserio su esposo la amaba tanto, le compraba cada mes un libro diferente, y otras noches ella amanecía con un enorme ramo de flores a lado de su cama, con una carta escondida en ellas, se iban a montar caballo los fines de semana, bailan los viernes en la noche, por mientras que se mudaban cerca de donde hoy en día está la Biblioteca.

Es ahí donde me doy cuenta que el amor es todo, tuvieron peleas al montón pero nada grave que pudiera romper el amor tan grande que se sentían, hasta que un día Robert ya no se sentía tan bien como para bailar, ni montar a caballo con su esposa, pero intentaba siempre cumplirle en consentirla con sus flores y sus libros, esas cartas de amor que hacían que se enamorara más de él, ella lo cuidaba demasiado, hasta que un día Robert comenzó a estornudar sangre y fueron al hospital.

El doctor les dijo que tenía cáncer en el pulmón izquierdo, con el tiempo se comenzaba a empeorar, aunque tuviera tratamiento para su cáncer, pero era imposible una recuperación ya lo tenía muy avanzado, que la última noche que Robert se sintió un poco bien, se levantó e invito a Nona a bailar una pieza suave y romántica, al día siguiente Nona despertó con un enorme ramo de flores llenas de cartas de amor, pero el ya no estaba ahí con ella, nunca más.

Me quede todo el día con ella, hasta bailamos una pieza de aquellos tiempos, tomamos muchas tazas de chocolate, y cocinamos juntas, nos reímos, y también lloramos, era lo mejor. Hasta que llego la noche y cenamos, me quede hasta que se durmiera, ahora la biblioteca era su casa, hoy en día lo mantiene tan bien que es increíble saber que hoy en día siga motivando a los chicos a leer.



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En el texto hay: romance, amistad, desafios

Editado: 05.05.2021

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