Siempre Serás Mi Ángel Caído

Capítulo 3 — "Un sueño premonitorio"

— ¡¿Qué?!... ¿P—Pero señor se da cuenta de lo que está diciendo? — se sorprendió el sirviente.

— Sshh... baja la voz Naiel, el estúpido de Samyaza puede oírte — habló Luzfel.

— P—Pero señor... — trato de decir Naiel, pero el diablo lo interrumpió.

— Ya te lo dije, solo es un presentimiento... no lo tomes en cuenta — sonrió el diablo —. Quiero poseerla, solo quiero divertirme un poco — sonrió con malicia —. Así que no te exaltes — finalizó el diablo con un brillo en sus ojos y se marchó.
Naiel quedó un poco extrañado, ¿acaso aquella joven de la que habló el diablo era la conjetura que Dios le había dicho? Si así fuera, el día y el deber que Dios le había encargado estarían cerca.

Al mismo tiempo en el paraíso...

— ¿Cómo te fue en tu primer día Azusiel? — preguntó Sariel cena mediante.

— Fue muy hermoso, aunque hay un detalle que llamó mi atención — respondió.

— ¿Cuál es ese detalle? — preguntó Mizasel.

— Hoy conocí a... — se detuvo un momento y pensó si decirles la verdad. «Si les digo la verdad, me prohibirán verlo otra vez y la idea no verlo más no me gusta. Por otro lado, ellos son mis hermanos y merecen que les diga la verdad» tuvo un debate interno.

— ¿A quién conociste?

— Conocí a... — trato de decir, pero la voz de un ángel la interrumpió.

— ¡Atención, nuestro Rey acaba de llegar! — informó y todos vieron ingresar a Dios, al mismo tiempo hacían una pequeña reverencia, él se sentó en el centro de todos.

— ¿Cómo le fue a mi pequeña guardiana hoy? — preguntó con dulzura.

— Me fue muy bien, padre — respondió con una sonrisa.

— Me alegra saber que te fue bien, aunque veo que hay algo diferente en tu mirada — dijo para sorpresa de Azusiel.

— Es... es porque hoy conocí a los demonios y me dejaron impactada, eso trataba de decirles a mis hermanos — mostró una media sonrisa, la respuesta no era del todo cierto, pero tampoco era mentira.

— Entiendo... ha sido un día muy agotador para ti — mostró un gesto tierno y una sonrisa amable.
Todo quedó en silencio y continuó la cena.

Al día siguiente, Azusiel se levantó temprano para bajar a la tierra, «Hoy lo veré» pensó «¿Me estará esperando como dijo o solo quiso burlarse de mí? De cualquier forma iré» al salir se encontró con Sariel en la puerta.

— Buen día, señor Sariel — saludó amablemente.

— Buen día, Azusiel, vine a darte una noticia importante, nos surgió algo importante, por lo que no bajarás a la tierra durante un tiempo.

— ¿Qué?... — su sonrisa se desvaneció.

— Te explicaré camino a la Ciudad de los santos.

Aquella mañana, hubo muchas cosas que hacer. Azusiel no sabía si el tiempo en volver a la tierra sería dentro de una semana, tal vez meses o incluso años, ya que el asunto de la desaparición de los ángeles pequeños era un problema muy importante que resolver.

— «No puedo creer que todo esto haya pasado y ni siquiera pude hacer nada, apenas ayer fue mi primer día en el mundo humano», pensó mientras rellenaba algunas hojas y en eso, ingresó Sariel.

— ¿Cómo vas Azusiel? Lamento que no puedas volver a la tierra... Estoy seguro de que pronto lo harás, pero sabes que esto es muy relevante, debemos solucionar este problema cuanto antes — Azusiel quedó sorprendida ante el comentario del arcángel.

— Lo sé, señor Sariel, aquí hay mucho que hacer, así que el volver a la tierra puede esperar, además tengo a mis fieles guardianes y la presencia mía no será necesaria, confío plenamente en que ellos cuidarán muy bien a los hijos del Rey, mientras que yo debo cuidar la seguridad de los ángeles pequeños y voy a encontrar al responsable que esté detrás de esto — habló la joven muy segura —. Aumentaremos más ángeles guardianes para que custodien mejor el reino celestial.

— No lo dudo Azusiel, los arcángeles nos estamos encargando de seguir el rastro, debo admitir que esto no es la primera vez que desaparecen ángeles pequeños — comentó Sariel.

— ¿Qué?... ¿Acaso ya había pasado esto antes?

— Sí, cuando falleció Jofiel, el ángel guardián, han desaparecido muchos ángeles pequeños.

— ¿Por qué se llevan a los más pequeños? ¿Por qué no a los mayores? — preguntó apenada.

— Porque es más fácil convertirlos en demonio, el corazón de un niño es puro, no resiste a la maldición en cuanto a un mayor es un poco difícil.

— ¿Los convierten en demonios, sin la voluntad de ellos? Deben de sufrir mucho... — dijo Azusiel mientras las lágrimas luchaban por salir.

— Ahora que estás aquí, estoy seguro de que los cuidarás muy bien.

— Pero todo esto pasó mientras yo...

— No te culpes — la interrumpió —. Tampoco te pido que tengas rencor hacía los Diablos... alguna vez ellos fueron nuestros hermanos, solo debemos proteger lo que amamos — por supuesto que Azusiel no les guardaba rencor ni mucho menos odio, que clase de ángel sería si dejaba que el odio se apoderara siquiera una parte de su corazón.

— No se preocupe, señor Sariel. Yo sería incapaz de guardar rencor. Seguiré con estos papeles, que tenga un buen día.

— Que tengas un buen día, Azusiel, me retiro — dicho esto se dirigió a la puerta.

Así pasó la mañana... Mientras tanto, en la tierra un chico de ojos marrones esperaba con ansias la llegada del ángel.

— «Maldita sea, ¿Qué mierda se supone que estoy haciendo aquí? Me veo tan estúpido esperando a una tonta humana o lo que sea» — pensó — «¿Será que se olvidó de mí? Como se atreve, esto la are pagar» — apretó su puño con fuerza mientras su mandíbula se tensaba. El diablo al ver que no llegaba se sintió frustrado por no conseguir lo que quería, pero antes de marcharse decidió descargar su ira con los humanos.

Así fueron pasando las horas dando paso a la noche.

— Señor Luzfel, bienvenido — saludó Naiel al ver ingresar al diablo por la puerta principal — ¿Cómo le fue hoy?




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